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Duele. Quema. Esto no es bueno. 

-Alfa...

-No me llames así, maldición. – Susurro, cargando el cuerpo del mayor hasta la cama, donde lo recostó y junto toda su voluntad para no hacer lo que su cuerpo estaba pidiendo.

Se aseguro de que Jinyoung estuviera cubierto por una manta antes de arrastrarse como pudo hacia afuera y cerrar la puerta. Su cuerpo ardía, su garganta estaba poniéndose cada vez más seca y todo lo que pedía su piel era ser libre de una vez. Su mente le gritaba que se sacara la ropa rápido, pero para eso Jaebeom necesitaba llegar a su cuarto, a su baño, no pensó que las piernas le fallarían tan rápido, pero cayó de rodillas en el suelo y jadeo por el inmenso dolor.

¡No se suponía que el celo llegara ahora! ¡Aun faltaba un mes! ¿Cómo demonios estaba pasando esto? ¡Peor! No podía huir lejos y poner a salvo a Jinyoung de él. Habría sido una gran idea despertar al omega para que le dejara en algún hotel y se fuera con el auto, pero tenía tanto miedo que de solo despertarle sus instintos al verlo, al sentirle reaccionando inevitablemente a su aroma, lo hiciera perder los estribos.

Si algo Jaebeom había aprendido de sus incontables experiencias era que en su celo, normalmente el aroma suyo se volvía una droga, por mucho que no quisiera que todo apestara a él era inevitable y muchos de sus amantes solían recalcarle que aspirar ese ambiente era como entrar un transe donde no salías hasta que se acababa. Dos días tendría que vivir con esto, y si quería mantener a salvo a Jinyoung debía al menos llegar hasta su cuarto para encerrarse lejos del omega. 

¡Ahora!

-No me ganaras, no ahora.- Le dijo a su alfa, mientras se arrastraba por el pasillo. Su voluntad aun era de hierro, así como cuando tuvo que contenerse con el omega en celo, justamente de esa manera estaba luchando y gateando hasta su cuarto.

Im Jaebeom nunca pensó que un día llegaría a alejarse de sus deseos carnales y no sucumbir a ellos, pero así como muchas cosas que nunca creyó vivir desde este viaje, supuso que esta era una de las tantas que algún día recordaría.

Solo esperaba no haber hecho tanto ruido cuando azoto la puerta de su cuarto luego de estar dentro, no es que pudiera tampoco hacerlo delicadamente con el apuro y la desesperación que tenia por mantenerse lejos. Apenas tuvo tiempo de acomodarse contra la puerta y apoyar su espalda antes de comenzar a arrancar su ropa una por una, dejando solo sus bóxers.

Gruñía y maldecía mientras las telas iban liberando su piel a la luz de la luna que se asomaba por la ventana con cortinas abiertas. Lo peor para un alfa es tener que pasar sus celos en climas cálidos, si ya de por si el cuerpo es un infierno, con una noche pesada y sin viento, se volvía mas insoportable de aguantar.

-Omega... omega... ven a mí...- Es todo lo que pensaba, pero se negaba a hacer que su cuerpo se levantara. El pelinegro prefería sufrir un momento en el suelo, sudar y retorcerse, que buscar el consuelo que su alfa quería.

Si tan solo tuviera la suficiente fuerza para poder manejar a algún bar y conseguir algún beta que lo ayudara, quizá esto no estaría pasando. No estaría doliendo en todas partes, y no sentiría como su miembro duro, húmedo en la tela, reclamaba por ser atendido como se lo merecía.

-No, no...- Se dijo, pues era claro que no era una buena idea la que tenía en su cabeza, y es que no había venido aquí por placeres, sino por Jinyoung; incluso el motivo principal de todo era justamente mantenerse alejado de las conquistas rápidas. – No seas un alfa lamentable.- Se repitió en su cabeza.

¿Acaso cada vez que no pudiera soportarlo por si solo tendría que buscar a alguien? Im sentía que era más fuerte que eso. Además, si lograba pasar esto solo y le demostraba al omega que podría controlarlo, quien sabe, tendría al menos un voto de confianza para hacer lo que quisiera en el futuro.

BE MY ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora