◌Mi Atractivo Vecino◌ || [Yoonmin]

↬Capítulo 10↫

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JiMin estaba más que dispuesto a servirle de cena, desayuno y almuerzo.

–¿Necesitas ir a ver a la bebé o algo?

–Mi hermano está con Sunny estarán bien.

Cuando el ascensor llegó a su destino, JiMin le tomó de la mano y entraron en su departamento, dejó su chaqueta en la mesa de la entrada.
YoonGi se quitó la chaqueta y el castañito lo agarró de la mano de nuevo y se la llevó al borde de su camisa, para que se la sacará y  sin perder tiempo Min metió sus manos por debajo rozando la suave piel del menor, lo abrazó de la cintura y beso su cuello antes de sacarle por completo la camisa.

–Bueno, bueno… –susurró YoonGi con una sonrisa lasciva.

–En la limusina, me dijiste que me concentrara en lo que quiero. Estoy obedeciendo órdenes –dijo el más bajito.

La luz de la ciudad se filtraba por las ventanas detrás del pelinegro, enmarcando su masculina figura, pintando sombras en su fuerte mandíbula y los contornos de su cuello.

–Eres tan hermoso –dijo Min, acariciándole el cuello–. Estoy deseando verte desnudo.

–Y yo quiero ver si el calendario estaba alterado o si de verdad estás tan guapo sin camisa.

Él rió y JiMin se puso de puntillas para rodearlo con sus brazos y lo besó con fuerza.

A YoonGi le gustaba eso de él, era como besar dinamita, le recordaba que estaba vivo.

JiMin lo deseaba, y él deseaba a JiMin.

Eran dos adultos capaces de tomar sus propias decisiones, ya pensaría en las consecuencias después.

Sus labios se encontraron con ansiedad, lenguas entrelazadas.
YoonGi lo apretó contra su cuerpo para que notara lo excitado que estaba, busco la cremallera del pantalón y se lo bajó.

JiMin contuvo la respiración mientras YoonGi le acariciaba la columna, bajando cada vez más, hasta llegar a sus glúteos, los cuales acaricio y apretó a su gusto aún por encima de su diminuto y ajustado bóxer de encaje.

–¿Podemos ir a tu dormitorio? –preguntó Min sin aliento.

–Sí.

JiMin lo agarró de la mano y lo condujo por el pasillo mientras el más alto no dejaba de verle los voluptuosos glúteos pensando en todas las cosas que le gustaría hacerle a ese pequeño y sensual hombrecito.

¿Darse una ducha juntos?

¿Tomarlo en cada rincón del departamento?

Las posibilidades eran tantas y tan excitantes…
En el dormitorio había una cama enorme para alguien tan pequeño como su castaño.