8 - Niégalo, mientras puedas

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—¡¿Pero que fue eso?!—me preguntó Matías abrazándome—. ¿Pudiste ser un poco menos dura? Le ganaste por más de treinta.

Sonreí.

—¡Esa es mi chica!—dice Zoe aventándose a mí.

—¡Sabía que lo harías! Te amo por dejarla en ridículo—dice Rachel.

—¿Veían su cara?—preguntó Dust—. Felicidades pequeña.

Lo abracé y sonreí.

—¿Habéis visto la cara de tu noviesita?—pregunto Zoe—. Pobre zorra pisando su cola.

Alexis mató a Zoe con la mirada pero a Zoe cómo siempre; le vale. Alexis se me acercó

—Felicidades herman...

—Gracias—dije cortándolo y salí de ahí, vi a mis padres y de inmediato corrí hasta mi papá.

—¡Felicidades preciosa!—dijo mientras llenaba mi mejilla de besos—. Brillaste cómo lo que sos, un sol.

—Lo hiciste genial amor, felicidades—mi madre se acercó—. ¡La rompiste!

Sonreí y abracé a ambos.

—¡Mi preciosa nena, lo hiciste espectacular mi vida!—tía Ámbar me jalo y me abrazó.

Así estuve con todos hasta que por "celebración" todos fuimos a mi restaurante favorito de pizza. Tía Nina y tío Gaston llegaron, Elena no fue; y ahora que estoy con Demian de nuevo, llegó a pensar que la juzgue mal.

Alex llegó después, y sonreía con los chicos, Demian no dejaba de decirme lo hermosa que me veía y lo espectacular que jugué; me adora, yo lo sé. Y yo lo adoro a él.

El tema con Alex es un caso distinto, me colmó y ya me di cuenta qué pasó lo que siempre temía que pasara.

Se enamoró.

Y me cambió.

¡A la mierda! Si Alex es así, pues que más. Quiere sufrir, que lo haga. Tiene sus diecisiete–casí dieciocho–para saber que dónde esta es la entrada al infierno.

Llegué al colegio el siguiente día para darme cuenta que todos estaban hablando del partido de ayer, y "Emma-loser" escuché un par de veces.

—Sol—antes de entrar a la escuela, en el campus Alex me detuvo.

Sabría que no duraría mucho, pues Emma venía bajando de un auto y seguramente cuando este la viese, me botaría.

—¿Qué queres?—pregunté de mala gana.

—¿Hasta cuando estarás así?—me preguntó.

—¿Quieres saber cuándo? Cuando vos no seas un baboso, Alexis. Ese día.

Para mi sorpresa, Alex no defendió más a Emma ni salió con que sólo la gente ingenua cree cosas.

—Perdón.

¿Perdón? Dijo ¿Perdón?

Giré y lo ví, enserio se veía arrepentido. Pero su arrepentimiento se iría cuando;

—Alex—esa jodida voz sonará—. Sol—dijo Emma viéndome.

—Emma—dijo Alex sin emoción.

—Estás muy contenta ¿No?—me preguntó ella.

—¿Por el partido? Claro, prefiero rivales fuertes, pero sos aceptable—¿Soy hija de Luna o Ámbar?

—Te crees la muy chistosa—dijo—. Alexis vámonos.

—No.

Ví el rostro de Alex, decidido a decir que no se iría con ella.

—Andate vos.

Emma abrió los ojos como platos.

—¿Te pensas quedar con esta idi...

—Ni se te ocurra terminar esa palabra Emma, con Sol no te vas a meter ¿sí?

—¿Ahora la estás defendiendo? ¿Sabes todo lo que ha dicho de mí?

Rodé los ojos, oh maldita quejita.

—No me interesa Emma, muchas veces te dije que no me gusta que te expreses mal de todas las chicas, pero si insultas a Sol... solo vete ¿sí?

Emma se dió la media vuelta y se fue.

No podía creerlo.

—Wow—dije.

—Bien, que tengo que hacer para que volvamos a ser los mismos—me dijo.

—No sé—dije—. ¿Quienes somos entonces? Digo, si no somos los mismos.

Alex sonrió.

«¿Por qué se ve tan jodidamente hermoso? ¿Siempre se vió así? Sí, siempre lo hizo, pero ahora... mierda, no sé. Me encant... ¡Qué! No, ¡Sol Balsano detente!»

—Ya sé, ¿Que harás el viernes?—me preguntó.

—No lo sé—dije.

—No hagas planes, saldremos los tres.

¿Hablaba enserio? ¿Los tres?

—Matías pues.

¡Es enserio! Dios claro que sí.

Sonreí y no dije nada. Sin evitarlo lo abracé y el hizo lo mismo siguiendo me dió un beso en la frente y cuando me separaba de él no pude hacerlo bien. Quedé observando sus hermosos ojos, me sentía fuera de ahí, llegó el momento donde capte que él también estaba viéndome de la misma manera que yo lo veía a él, y cada vez nos acercábamos más pero !NO!

—¡Tengo que ir a clase!—dije nerviosa.

—Yo, tam, también—dijo también nervioso.

¿Pero que había sido eso?

—Te, te quiero—dije.

—Yo más—respondió y salí de ahí.

Ay no.

Zoe estaba frente a mí con una sonrisa pícara.

—¿Y la loca soy yo?—dijo.

—Vamos a clase—dije sonriendo.

Niégalo, mientras puedas.

Por primera vez no lo discutí, no lo negué.

¿Que me está pasando?

La rara teoría de Zoe–que tal vez no tenga nada de rara–, me tenía envuelta pensando tanto es eso, que tal vez y si.

¡NO!

Entré a clases y por primera y rara vez; Demian no estaba en mis pensamientos. Lo tenía sellado de ahí, los malditos ojos de Alex los tenía clavados.

Cómo casi siempre, en la oportunidad que tenía me veía con Demian en alguna parte del colegio. Llegué a esa parte cuando su mensaje me llegó y lo primero que hice fue abrazarle.

El me empezó a susurrar cosas en el oído que me causaba demasiada demasiada cosquillas.

—¡Basta!—decía riéndome—. ¡Por favor!—dije.

Demian también sonreía.

En eso empieza a hacerme cosquillas, y no aguantaba la risa.

—¡Basta!—dije nuevamente—. ¡Alex basta!

Y se detuvo.

—¿Alex?

No respondí, me puse tan seria cómo él.

—Tus hermanos te tienen traumada ¿sí?—dijo y empezó a reír.

Yo hice lo mismo para desviar.

Y lo abracé.

Cuándo lo escuché.

—¡¿Sol?!

Mierda.

Era Matías.

2 | Todo lo hice por nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora