Arrogancia

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Barna, 19 de Agosto de 2019, 0:30

—Va tía, cárgalo más—insistió por decimotercera vez, dando rienda suelta a su ansia por ebriagarse de aquel roncola mal hecho y muy cargado.
—Joder, María. Luego no te quejes de la puta resaca.

Dubité por la repercusión que tendría en mi organismo en tan solo escasas horas, pero finalmente accedí, virtiendo más alcohol de lo correctamente aconsejable y autoconsolandome con que "un día es un día". La ocasión era digna de permitirnos aquel desliz.

—Arreando, vamos con el resto—intervino María en el acto, alcanzando el cubata.

Optamos por ubicarnos en una callejuela para dar rienda suelta a nuestros dotes para la coctelería callejera, porque en mitad de la plaza resultaba un canteo muy llamativo para la policía local que hacían el turno de patrulla. Aparentemente, gran parte de los viernes de aquel agosto, grandes agrupaciones de gente relativamente joven brindaba la libertad que suponía el verano.

Instauradas de nuevo con el resto, me percaté de la presencia de cuatro caras nuevas que afirmaba no haber visto previamente.

—¡Nat, Mari, venid!—saludó efusivamente Miki—Os presento a Joan, África, Famous y Alba—anunció, designando con su índice a cada recién nombrado.
—¡Hola!—cumplimentó María con la natularidad con la que acostumbrada a lucirse—Que buenos estáis, joder.

Tres de los cuatro nuevos acompañantes rieron ante el descaro y espontaneidad de la rubia. Efectivamente, María no se equivocaba. Sin embargo, mi repaso anatómico a cada uno de ellos priorizó a la única que no lo hizo: una rubia de bote de pequeña estatura. Me sumergí en un pequeño viaje astral, en el que mi campo de visión quedó prendado de los ojos más jodidamente increíbles que había visto hasta la fecha. Lucía unos shorts negros notablemente ceñidos, dando a conocer unas piernas blancas y delgadas, además de un top conjuntado cubierto de una camisa blanca enlazada en un nudo lateral. Un tanto dejado, aparentemente al menos. Algo en ella denotaba que nada era casual en su persona. Su cabello platino, envuelto en un pequeño moño, le aportaba cierta inocencia, idea que se esfumó al instante de bajar la vista de nuevo a aquellos ojos felinos color miel.

Era naturalmente consciente del evidente descaro con el que la contemplaba; actitud que no me preocupaba lo más mínimo puesto que esta observaba el panorama con cierta indiferencia.

—¿Te aburres?—inquirí. Ni puto caso—Eh, rubia,—se dignó a mirarme con cierta pereza—Que si te aburres.
—¿Tú eres...?—cuestionó despreocupada.
—¿Te aburres o no?—ignoré.

Me fulminó. Quedé intimidada, pero aliviada, porque las miradas no matan por ahora. Aunque quizás ella si se lo propusiera tendría todas las papeletas para estrenarse.

—Hasta hace un rato no—repuso para, seguidamente, deshacerse de lo que estaba suponiendo un intento de entablar conversación.

La burbuja retórica en la que me había visto sometida ante mi ensimismamiento con la presencia de la arrogante pero muy a mi pesar, intrigante rubia, me evadió de percatarme como Miki y María permanecieron atónitos contemplando perplejamente la situación.

—¿Vaya con la pelo bote, no?—cuestioné.
—Alba, se llama. No había sido así en lo poco que la he conocido—contestó Miki—Pensé que cuajaríais, la verdad, sois del mismo rollo. Pero bueno, tiempo al tiempo.

...

0:41

María es el motivo por el que mi vida no se basa en una básica monotonía indefinida. Si no fuera por su afán de romper con la rutina establecida en el periodo de educación estudiantil, mi verano habría resultado ser una auténtica pérdida de tiempo. Como en cada época de libertad, realizábamos una escapada a vete tú a saber donde. Barcelona ha sido testigo de nuestro último destino. Dicha cuidad, nos bridó la oportunidad de descubrir a las personas que actúalmente me acompañaban en aquella velada improvisada: Miki, María, Marilia, Alfonso, Noelia y Dave; junto con los recién llegados: Famous, Joan, Alba y África.

—Alba, te toca—anunció Marilia dado que la botella de cerveza, ya ingerida, le declaró sentencia.
—Verdad—optó con pereza.
—¿A quién te follarias de los aquí presentes?
—Sinceramente, a nadie—respondió instantáneamente, sin ni si quiera dignarse a realizar un breve repaso a los integrados en el juego.
—Pues te quitas prenda—soltó María, un tango molesta con la rudeza de Alba.
—No.
—Pues atrevimiento—sugirió Famous.
—Vale.
—Liarte con quién declare la botellita—propuso María.
—Perfecto.

La propia Alba se dispuso a hacer girar el vidrio.

—¡Espera!—espetó Miki, privándole de recabar el acto que se disponía a hacer—líate con Natalia.

Una sensación eléctrica recorrió mi espina dorsal ante tal proposición.

Indagué unos breves instantes sobre lo que supondría liarme con semejante persona, lo que supuso concienciarme de la ascensión repentina de mi líbido.

Apreté las piernas inconscientemente.

—Si la morena tiene ovarios, adelante—anunció desafiante.

Me levanté como un resorte ante su fracasado intento de retarme.

—Natalia. Me llamo Natalia.
—Pues de puta madre—dijo, esbozando una pícara sonrisa de medio lado que creía inexistente en ella.

Caminé a su encuentro, parándome hasta lo que se supone que sería el máximo espacio personal que Alba me concedería. Contra todo pronóstico, la rubia tomó la iniciativa con un agarre sobre mi cuello carente de sutileza alguna. Simultáneamente, rompimos con la distancia que nos privaba de entrar en contacto; quedando así a una escasa y un tanto peligrosa longitud.

Admiré aquellos luceros miel que decoraban su rostro con un ensimismamiento ciertamente obvio. Tienes la cara más bonita que he visto. Ante la intensidad espontánea que se instauró, me decanté por rebajarla, lo que me llevó a estrechar sus nalgas entre mis manos con descaro en un intento de atraerla más de lo físicamente posible a mi cuerpo. Aquello provocó que su exhalación chocase agitadamente contra mis labios, los cuales yacían entreabiertos, expectantes. Se relamió, con cierta elegancia y sensualidad. Sus pupilas se dilataban a una lentitud deleitante, como en un espectáculo cuando se abre el telón.

Un dulce hormigueo descendió hasta desembocar en mi entrepierna, aportando a esta cierta humedad. Mi corazón acrecentó su latente, reproduciendo latidos más profundos y con menor frecuencia. Sentí el inevitablemente impulso de abandonar los jodidamente magnéticos ojos de Alba para priorizar en exclusiva sus rosados labios. Finalmente, me envalentoné a cortar con la breve distancia que aún yacía presente entre ambos rostros. Inicialmente, se trató de un simple roce, en el que nos limitamos a abstraer el dulce aliento de la otra, respectivamente. En un arrebato imprevisto, Alba contuvo mi labio inferior entre sus dientes, mojándolo simultáneamente con su aterciopelada lengua. Cuando definitivamente opté por romper con la barrera que impedía que nuestras lenguas bailasen libremente, la rubia rompió el contacto en lo que resultaron décimas de segundo.

Mi capacidad de reacción resultó ser nula, tardando así en asimilar como Alba se deshizo de su prenda superior con una mirada altiva, dejando a la vista su escueto bikini.

—Mejor me quito prenda.

Perfecto, Natalia. Ella te vacila, y tu te pones como una cerda en microdecimas de segundo y prácticamente ni te ha tocado. Maldita zorra.




Hola a todxs. Esta historia estará narrada por Natalia, aunque haré breves capítulos desde el punto de vista de Alba. La historia está pensada. Los capítulos serán cortos y en cada uno, al inicio, os pondré la canción con la que me he inspirado para hacerlo.

xoxo

me.

Vivir en ti | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora