Segunda parte del capítulo anterior. La verdad vaya. Esta es la banda sonora de la casa de papel, vivo enamorada de la canción.
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Optamos por un asentamiento en el oportuno sofá que propinaba la estancia. El piso que aparentemente custodiaba la pareja carecía de las paredes con la que se caracterizaban, con una certera habitualidad, el alto porcentaje de los pisos españoles tradicionales. Dotaba una sutil decoración moderna aunque se trataba de un ornamento francamente industrial y vintage.
—Alba—capté la atención que parecía no hacer mella en la ilicitana.
—¿Qué?—sus ojos miel engatusador la dureza con la que pretendía lucirme.
—Levamos aquí sentadas cinco minutos y no has empezado ni a hablar.
—Antes de empezar, ¿cual es la verdadera razón por la que has venido?—cuestionó con un matiz que denotaba el más sincero interés, recostándose en el acto sobre el respaldo con esa sensualidad que tanto le caracterizaba.
—No sé... es como que te noto tan inalcanzable y distante en todos los aspectos que cualquier cosa que me ofrezcas me parece buena idea. Quizás un día desaparezcas y no vuelva a saber nada de ti en otro año. Pero bueno... digamos que también la lujuria ciega lo suyo.
—Vale.
—¿Vale?
—Sabía que responderías algo así. Era lo lógico.
—Bueno, al grano. Explícate ya.
—Fue en contra de mi voluntad. Tengo una herencia de un castillo valorado en quince millones de euros. Mis padres murieron cuando tenía tres años en un accidente de coche en el cual solo yo sobreviví y lo heredé todo.
—Espera, Alba, ¿soy yo o me parece que no es momento para fardar?—repliqué.
—Cállate. Tiene mucho que ver, ademas, no quiero ese dinero. No lo necesito. Total, que vivo sobreprotegida por mis tíos desde que pasó y... actúan de forma extraña desde que cuando tenía ocho años me secuestraron y lo volviesen a intentar muchas veces más.Esto me suena.
—Déjà Vu. Esto ya lo he vivido.
—¿Cómo?
—Que sí, esta historia ya me la habían contado. Pero bueno sigue.La expresión que me dedicaba denotaba una incomprensión esbozada en un gesto que me transmitió un sentimiento de ternura que opté por ignorar en el instante que hizo mella en mi moralidad.
—Cuando estuvimos en la roca... depués, en el helicóptero que nos trajo al hospital, vi como te envolvía en mantas térmicas... y yo... yo...
—¿Lo viste todo?
—Sí. Me salvaste la vida, Natalia. Dijeron los médicos que si no llega a ser por ti podría estar muerta. Casi no me tuvieron que hacer nada. Tú en cambio... estabas muy mal. En cuanto me desperté en la roca, cuando ya estaba ameneciendo, y vi que tu no lo hacías... me acojoné. Pero seguías sin reaccionar. Intenté darte calor y... nada...—tragó en seco—por un momento pensé que la habías palmado.
—Sigue—solicité con impaciencia tras repararme de un aparente pero falsa conclusión de la narración de los hechos.
—Mis tíos malpensaron sobre tus intenciones. Y además, el dinero lo maneja todo. El policía te mintió, es un buen amigo de mi tío. Esas medidas legales no se toman a la ligera. Pero como te digo, la pasta manda, y precisamente de eso a mis tíos no les falta. Incluso pagaron al médico para alejarte de mi.
—Pero si te salvé la vida.
—Lo sé, Natalia, joder. Que lo sé. Que he tenido que esperar a cumplir los puto dieciocho años para ser libre de mis tíos. ¿Sabes que no he tenido redes sociales hasta este año? Solo llamadas y da gracias. Les he contado todo lo que hiciste por mi y como me sentía respecto a ti. Un millón de veces. Pero fue imposible.Presencié como múltiples sensaciones contradictorias golpeaban mi ser. No dotaba del conocimiento digno de como corresponder a su confesión recién aportada. Era plenamente impredecible.
—¿Y como se supone que te sientes respecto a mi, Alba?—cuestioné.
—¿Eso es lo único que quieres preguntarme después de todo?
—Aquí la que hace las preguntas soy yo. Me lo debes. No tienes ni idea de lo mal que lo he pasado.
—No lo sé. Siento como... como si fueras la persona más importante de mi vida y no te conozco. Lo sentí en el hospital y lo siento ahora. Yo...—una sutil regeo de agua salada manó involuntariamente de su lagrimal dejando entrever la vulnerabilidad en la que yacía sometida—lo siento tanto, Natalia. He estado buscándote. Sé que seguramente me odiarás, pero hasta hace poco vivía encarcelada. El dinero me ha puesto en peligro desde que tenía tres años. Llevó casi un año con una galería de arte online que va de puta madre y trabajo en un bar de camarera y cantando. También hago tatuajes. Intento valerme por mi misma para pagarme mis gastos y...Su discurso cesó tras el inminente abrazo que le otorgué. Un dato informativo sí resultaba sospechado: no era culpable de los acontecimientos. Percibía como el aire se filtraba por sus vías respiratorias con violencia; acción que acarreó mi iniciativa de propinar delicadas caricias sobre su dorso. La humedad que concedía su probable sentimiento de culpabilidad recabó su trayecto en mi cuello, allá donde Alba optó por instaurar su cutis.
—Todo esta bien, Alba. Nunca te he superado. Me puse en todas las situaciones posibles y ningúna encajaba.
—Yo tampoco supe nada de ti, Nat... Natalia. Natalia, sí.—se separó, lo justo como establecer distancia a un palmo de longitud—Antes era como que me faltaba algo. Ahora... ya no me siento así.
—Yo tampoco—sonreí.
—Guay—se entusiasmó, rompiendo el contacto y estableciéndose en pie plenamente erguida—Me llamo Alba Reche, y es un placer conocerte, Natalia Lacunza—se presentó, prolongando su antebrazo en mi dirección a modo de presentación casual.Acepté su cordialidad, llevando a cabo lo propio en un apretón de manos. Qué suave tienes la piel, Alba.
—El placer es mío, Albi. Eso si, necesito asimilarlo todo. Tengo que irme, ¿vale?
La connotación de alivio que rebosaba del esculpido rostro de la pequeña se vio sustituida por lo que pude asimilar como una contrariedad. ¿No quieres que me vaya, Alba?
—Claro, sí. Pero porfavor, llámame.
—No lo dudes. ¿Vives aquí?
—No, aquí vive Alex.
—Ah. Vale, bueno, adiós.Tras mi breve aportación, abandoné el hogar sin concebir la posibilidad de una despedida diga de las circunstancias.
Entablé una progresión de pasos que acrecentaban sus constantes según mi capacidad de razonamiento asumía la realidad en el trayecto de vuelta a casa.
Nadie dijo que la vida fuerza fácil. Ni que lo fueran las personas. La mente humana es lo más complejo en la faz de la tierra.
Hacía calor pese a que el estado meteorológico actual se tratase de una sutil brisa veraniega.
Y yo había empezado a correr.
Había empezado a correr fumándome el piti de liar que me preparé a conciencia escasos instantes a adentrarme en el edificio cuando mi cabeza solo pensaba en follar.
Ahora mi mente pensaba en Alba Reche. Solo existía ella. Ella y el cigarro.
Se que es un capítulo corto y quizás aburrido. Pero era una continuación del anterior y bastante necesario. Cuando digo que se viene, es por el capítulo siguiente. Creo que va a ser una de las partes más bonitas de esta historia y me muero por enseñárosla. Y por cierto, he estado muy acupada. Intentaré actualizar con más frecuencia.
Besis de fresi.
xoxo.
me.
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Vivir en ti | Albalia
FanfictionConocer al amor de tu vida la noche que casi mueres y creer lo volver a verla nunca más.