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Abeno se sentía irritado. No era del tipo de persona que lidiaba bien con la frustración, aún si antes creía que era así. Ahora se daba cuenta de lo mucho que podía llegar a molestarle algo tan simple como que Ashiya no hablara con él, y eso le molestaba todavía más.

¿Cuándo fue que comenzó a sentirse así? Abeno no lo recordaba. Si tuviera que dar una respuesta a esa pregunta, probablemente sería que fue algo paulatino y lento. En algún momento  simplemente llegó a la conclusión de que Ashiya le había empezado a gustar, aunque le tomó mucho tiempo aceptar esos sentimientos. Y tenía razones, incluso más que Ashiya, para querer evitar a toda costa esta nueva sensación.

Para empezar, los dos eran chicos, y eso ya reducía sus probabilidades con Ashiya casi al 100%. E incluso en el remoto caso de que Ashiya pudiera siquiera sentir algo remotamente similar por él, no significaba que lo fuera a terminar haciendo, en especial con cómo había sido su relación hasta entonces. Abeno ni siquiera estaba seguro de si eran amigos para empezar, pues, ¿no lo había presentado aquella vez con su madre como un simple "compañero de clases"? Tal vez era demasiado presuntuoso llamarse "su amigo".

Pero lo más importante de todo era el asunto de su relación como empleado y jefe. Eso también era lo más peligroso. Cuando Abeno pensaba al respecto, no podía evitar recordar su encuentro con el Ejecutivo, y como casi asesina a Ashiya. Si él no hubiera estado ahí en ese momento...

Abeno apretaba los puños y fruncía el ceño cada vez que el pensamiento pasaba por su mente. Ya de por sí era demasiado peligroso tenerlo como empleado, por el simple hecho de que era humano. Algo más que un simple empleado, o más que un amigo... tal vez no se lo permitirían, como amo de la Mononokean, y Ashiya sería quien correría peligro de nuevo al ser visto como "una mala influencia", como le dijera una vez el Ejecutivo. Pero esta vez, tal vez no podría protegerlo. Abeno no podía permitírselo. ¿Quién pondría deliberadamente en peligro a la persona que le gusta? En este sentido, el rubio era como cualquier otro.

Y para terminar, estaba Sakae. Abeno sentía dolores de cabeza cuando pensaba en él: demasiado que desconocía, demasiado que podía salir mal.

"Maldición. ¿Por qué tuve que caer por alguien tan molesto?" pensaba.

Ciertamente, desde que se dio cuenta de sus propios sentimientos, todo se había vuelto extrañamente molesto para él. Pero al mismo tiempo, Abeno se daba cuenta de que ahora deseaba ir a la escuela más que antes. Ahora disfrutaba más de los trabajos que hacía como amo de la Mononokean. Porque eran momentos en los que podía ver y estar al lado de Ashiya. Podía ver nuevas facetas, nuevas caras y nuevos colores de él. Sonrió un poco al recordar cómo Ashiya sonreía triunfante con el brazalete de Tsune, como un niño que acababa de encontrar una concha cerca del mar.

Y también era mucho más consciente de él y de todo lo que hacía. Se cubrió la cara con una mano al recordar cómo se le había quedado viendo aquel día, mientras sentía que el rubor subía por su rostro. En aquel entonces, había sentido como si su corazón fuera a estallar, y tartamudeó sin querer al abrir la boca y preguntarle qué pasaba.

Pero Ashiya había dicho que no pasaba nada. Todo ese día estuvo raro, y cada vez que Abeno le preguntó al respecto, contestó lo mismo una y otra vez. Y esto era lo que tenía a Abeno de tan mal humor. Ashiya nunca antes le había ocultado algo a él. Como era tan mal mentiroso, Abeno siempre podía adivinar cuando algo estaba pasando, y cuando preguntaba, Ashiya por lo general respondía luego de una o dos veces. Pero este no era el caso.

"Es verdad que no tiene por qué venir y contarme sus problemas" pensó "No es como si fuéramos tan cercanos para empezar. Pero si somos amigos y algo le preocupa, al menos podría venir y hablarlo conmigo. ¿O es que soy de tan poca confianza?"

Desde luego, Abeno no había comenzado ni siquiera a sospechar que la razón por la cual Ashiya no podía contarle sus preocupaciones, era porque él era el motivo de las mismas. Debido a esto, Abeno pensaba que la razón era que Ashiya no confiaba lo suficiente en él. Pero siendo así, tampoco podía forzarlo a decírselo si Ashiya no quería hacerlo.

- Tch. Lo que sea. Que haga lo que quiera - dijo en voz baja. La campanilla a su espalda sonó, y las letras aparecieron en el pergamino de la Mononokean:

¿Itsuki? ¿Sucede algo?

- No, no pasa nada - respondió con voz monótona - ¿Por qué?

Tu ánimo está por todas partes hoy. Antes estabas sonriendo, y ahora estás frunciendo el ceño mientras murmuras algo.

Abeno parpadeó varias veces, tardando un poco en responder.

- No es... nada - dijo, apartando la mirada. La campanilla volvió a sonar.

¿Estás seguro?

La pregunta de la Mononokean fue como un martillo que daba justo en el clavo. Claro que Abeno no estaba seguro de eso; de hecho, no se había sentido tan inseguro de sí mismo en mucho tiempo. ¿Y cómo iba a ser "nada"? Era, probablemente, la cosa más importante para él. Pero Abeno se sentía con las manos atadas. No podía hacer nada al respecto del malestar que sentía. Nada, más que aguantar y enfrascar esos sentimientos hacia la persona que más quería, por el bien de la persona que más quería.

- Estoy seguro - respondió con un tono de voz apagado. La campanilla no volvió a sonar, hasta que Abeno le hizo una pregunta - Oye, Mononokean... ¿Te parezco alguien de confianza?

¿? Por supuesto que sí.
Yo confío en tí, y Hanae, y Peludito, y el Legislador y los demás también lo hacen.

Abeno se quedó un momento observando el nombre de Ashiya, hasta que desapareció junto con las demás letras. ¿Ashiya confiaba en él? Entonces, ¿por qué no le contaba lo que le preocupaba? El pensamiento hacía sentir a Abeno un dolor en el pecho, distinto al que sentía cuando Ashiya estaba cerca de él o cuando lo veía sonreír. Era un dolor similar al que sentía cuando se despedían al final de la jornada escolar, y tenía que esperar todo un día para volver a verlo. De todas las sensaciones nuevas que le causaba el amor, esta era la que más detestaba hasta el momento.

- Ya veo - respondió, cuidando de que no se viera su frustración en su rostro.

Tomodachi Meter (Ship Ashibeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora