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El resto de la jornada escolar fue incómoda para los dos, y apenas pusieron atención a las clases. Ashiya estaba totalmente tieso, incapaz de voltear atrás para ver a Abeno, o de mirar al pizarrón, o al profesor, o a cualquier otra cosa que no fueran su libro y su cuaderno de apuntes sobre su pupitre. Abeno, si bien no estaba tan tenso como él, tampoco podía voltear la mirada a ningún lado de forma que se siente tan normal, pero de vez en cuando robaba miraditas a la espalda de Ashiya. Completamente centrado en sus pensamientos como estaba, no se dio cuenta de que el día de había acabado hasta que Ashiya se levantó y le habló.

- A-Abeno-san - Abeno se encogió un poco por la sorpresa de escuchar a Ashiya llamándolo. Volteó a verlo, parado junto a él -. Ya terminaron las clases.

Ashiya tenía una expresión extraña. No sonreía, pero Abeno notaba que el chico estaba emocionado ya que sus ojos brillaban. Apenas pudo resistir la mirada de esos ojos, antes de apartar la vista.

- Ah. Ya - se levantó, pero se quedó en su sitio.

- En-Entonces, te veré mañana...

- Ashiya - lo interrumpió.

- ¡¿S-Sí?! - respondió el otro.

- ¿Podemos... hablar un poco?

Ashiya tardó un poco en responder. ¿Sería eso? ¿Abeno querría hablar sobre eso? Ashiya no pudo evitar emocionarse. Él también quería continuar su conversación al respecto.

- ¡Por supuesto! - respondió, tal vez con demasiado entusiasmo.

Salieron de la escuela y caminaron juntos. Abeno lideraba, como de costumbre, pero Ashiya le seguía el paso a su lado. No hablaban y mantenían la vista baja, pero de vez en cuando, uno robaba miradas al otro, lo que hacía que sus ojos se encontraran en algunas ocasiones, y ambos chicos apartaban la vista al otro lado inmediatamente, con la vergüenza asomándose en sus mejillas.

Llegaron a un parque solitario, y se sentaron en los columpios. Pasó así un rato, sin que nadie dijera nada. Abeno aún buscaba las palabras correctas en su mente para.cpmenzar a hablar sobre el tema, pero Ashiya, impaciente por lo incómodo que era la situación para él, tomó la delantera.

- Entonces - dijo - ¿De qué querías hablar? - Abeno no respondió, pues aún no tenía una idea de cómo comenzar. Ashiya siguió - ¿Puede que sea... sobre lo que pasó... en la azo-?

- Eso... - lo interrumpió de pronto Abeno, con un tono oscuro, casi levantando la voz - Eso no lo puede saber nadie - Ashiya permaneció un momento en silencio, confuso.

- ¡O-Oh! ¡Por supuesto! ¡No pensaba decirlo, para empezar! - movió sus manos en frente de sí en un gesto de negación, de un lado a otro - Después de todo, ambos somos chicos, así que si alguien...

- No me refiero sólo a eso - dijo Abeno.

- ¿Huh? ¿Entonces a qué te refieres? - Abeno apretó sus puños sobre sus rodillas.

- Me refiero a que no sería bueno que se supiera - contestó - que el amo de la Mononokean tiene ese tipo de relación con un empleado.

Ashiya se paralizó. No lo había pensado hasta ahora. Ciertamente, en el mundo humano podían tener muchos problemas si se llegaba a saber que tenían sentimientos uno por el otro, pero si en el mundo yokai se enteraban, la cosa sería mucho peor. Ashiya no pudo evitar sentir un escalofrío al pensarlo, mientras recordaba su primer encuentro con el Ejecutivo.

Estuvo a punto de matarlo sólo por ser humano. ¿Cómo reaccionaría si se enteraban que había algo entre él y el amo de la Mononokean? No lo quería ni imaginar. Probablemente no dejaría que volviera a pisar el Inframundo; no, tal vez incluso vendría a este a matarlo. Y, si bien el Legislador y el Juez no lo trataban mal, no sabía si eso podía cambiar o no si la noticia les llegase.

Tal vez no lo matarían. Tal vez, en su lugar, le revocarían a Abeno su título de amo de la Mononokean. Y eso Ashiya no lo podía consentir. No sólo pudo conocerlo a través de su trabajo, sino que su trabajo era lo más importante para él. Ashiya nunca podría pedirle a Abeno que dejara el lugar que había ganado sólo para que él estuviera a salvo.

- ¿Lo entiendes? - dijo Abeno - Ni siquiera la Mononokean puede saber. No sabemos qué pasaría si se supiera - Ashiya asintió en silencio.

- Lo entiendo. Aunque me sabe mal guardarle un secreto a la Mononokean, no diré nada.

- Bien - Abeno suspiró. Sabía que Ashiya no podía desconocer lo que significaba que ambos tomaran tal camino, así que agradecía que al menos estuvieran en la misma página en cuanto a los riesgos. Le parecía que la Mononokean ya sabía algo, pero no todo, y pretendía que siguiera siendo así. O claro, eso era lo que Abeno pensaba.

- Oye... Um, ¿Abeno-san? - habló Ashiya.

- ¿Qué pasa?

- Bueno, este... Es sólo que... - Ashiya sonreía nerviosamente, y el color subía poco a poco a su cara - Esto tal vez significa que... estamos... ¿saliendo?

Abeno ni parpadeó. En un segundo, toda su sangre subió a su cara, y empezó a sudar mientras hacía una cara graciosa.

- ¡¿QU-?! Tú- ¡¿Qué estás diciendo de repente?!

- ¡No, bueno, eh...! - Ashiya colocó sus manos frente a él. Su voz temblaba de los nervios - Es-Es sólo que, pues... ya nos habíamos confesado y todo, pero... Bueno, no llegué a preguntarte nada, ni tú tampoco me preguntaste nada sobre salir, así que... m-me preguntaba si sólo lo habías asumido, o si debía decir algo, um...

Abeno estaba sin palabras. Justo cuando pensaba estar teniendo una conversación seria...

- ¡Eso no es lo importante ahora, idiota! - dijo levantando la voz.

- ¿Por qué te enojas? - Ashiya también levantó su voz - ¿Y cómo que no es importante? ¡Claro que lo es!

- ¡Eso lo podemos hablar en otro momento!

- Si lo vamos a hablar en otro momento de todos modos, ¡bien podríamos hacerlo ahora!

- ¡Te digo que ahora no estamos...!

- ¡Es verdad! - Ashiya se puso de pie, con sus puños cerrados y mirando al frente, en un gesto de determinación - ¡No hay razón para no hacerlo en este momento! - volteó, y miró a Abeno a los ojos. Este se sorprendió un poco. Por su parte, Ashiya habló sin titubear - Abeno-san, ¡me gustas! ¡Por favor sal conmigo!

Ashiya hizo una reverencia mientras hablaba y se quedó mirando el suelo.

"¡Está bien, está bien!" pensó "Incluso si Abeno-san me rechaza por inercia, ahora sé que yo también le gusto, así que puedo volver a preguntarle. No pasa nada, ¡está bien!"

Por otro lado, Abeno ya había perdido la cuenta de cuántas veces su cara se había puesto completamente roja ese día. Apenas podía creer que el chico que por tanto tiempo le había gustado ahora estuviera ahí, frente a él, pidiéndole eso. No podía sentir la tierra bajo sus pies. Sin embargo, su primera acción fue estrujar con fuerza la cabeza de Ashiya con una mano.

- Eres un... ¡Escucha cuando la gente intenta hablar seriamente contigo!

- ¡Ouch! !D-Duele! ¡Duele, me vas a dejar calvo, Abeno-san!

Entonces, ignorándolo, Abeno susurró.

- Salgamos.

Por un instante, Ashiya se olvidó del dolor.

Tomodachi Meter (Ship Ashibeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora