19

379 45 21
                                        

Abeno utilizó a la Mononokean para llevar a Ashiya a un sitio tranquilo. La sala de té quiso preguntar por qué habían regresado tan pronto, pero ambos apenas dieron una respuesta satisfactoria. A la Mononokean no le importó. Esperaba que, donde fuesen, pudieran pasar un rato a solas y platicar tranquilamente. Estaba de más decir que el yokai se había dado cuenta de inmediato de su nueva relación, pero no había hecho ningún comentario al respecto. Aún, al menos. Pensaba esperar pacientemente a que Abeno, o Ashiya, o ambos, vinieran a decírselo, y entonces podría darse gusto molestándolos y viéndolos juntos. Dudaba que su relación cambiase demasiado, pero saber que Abeno había encontrado a alguien tan bueno como Ashiya le llenaba de una sensación cálida. Esperaba que se quedaran juntos durante mucho, mucho tiempo, aunque para la Mononokean se sintiera como sólo un instante.

Ashiya y Abeno terminaron en una colina en las afueras de la ciudad. Era de noche, y se podían ver las luces que venían de la misma. Ashiya creyó recordar que habían realizado un trabajo ahí antes, pero no estaba seguro, y no se preocupó por intentar recordarlo. Ambos se sentaron sobre la hierba, observando la ciudad a lo lejos.

- Qué buena vista - dijo Ashiya. 

- ¿Ya estás contento? - respondió Abeno. Probablemente había intentado sonar molesto, como solía hacerlo cuando trataba a Ashiya como a un niño de cinco años, pero su tono de voz había sido más amable de lo que pensaba. Ashiya le sonrió.

- Sí. Gracias, Abeno-san.

Abeno no intentó esconder su rubor, pero sí apartó la vista de él. Le gustaba ver a Ashiya sonreír, y tenía la suerte de que lo hacía a menudo, pero cuando la sonrisa era dirigida hacia él se volvía demasiado para soportar. Se sentía indefenso, casi expuesto, como si el chico a su lado pudiese verlo por lo que realmente era, pero no le desagradaba ni le asustaba el pensamiento como antes hubiera pensado. Últimamente, lo único que podía ver en esos ojos oscuros, cada vez que se encontraba con ellos, era afecto. Se preguntó qué vería Ashiya en los suyos, esperando que fuera lo mismo, ya que era malo con las palabras.  

No tenía que sonreír para que Ashiya supiera que también estaba feliz. Por un momento lo observó, sentado a su lado, pensando de nuevo en lo bien que se veía en kimono. Pensó en decirlo en voz alta, pero Abeno probablemente lo golpearía si lo hacía. No era que le importara, pero no quería arruinar aquel momento. 

La primera vez que Ashiya lo vio, también estaba sentado con un kimono. Ashiya nunca olvidaría ese día. Jamás se hubiera podido imaginar todo lo que ese encuentro desencadenaría, ni todo lo que llegaría a sentir por Abeno. Mucho menos que él pudiera sentir lo mismo. 

Abeno volteó al darse cuenta de que Ashiya lo estaba viendo tanto.

- ¿Qué? - preguntó. Ashiya deseó que el tiempo se detuviera en ese instante, para quedarse sólo él y Abeno, ahí donde estaban, lejos de todo lo demás. De pronto sintió unas inmensas ganas de abrazarlo, pero se contuvo. Si lo decía de la nada, Abeno se negaría. Si lo hacía, lo golpearía. Era mejor optar por un acercamiento más sutil.

- Oye, Abeno-san... ¿puedo... tomar tu mano? 

Ashiya estaba nervioso, pero ya no se sentía avergonzado como antes. Tenía la seguridad de saber que Abeno sentía lo mismo por él, y de que, probablemente, no le molestaba seguirle la corriente cuando se ponía así.

- ¿P-Por qué? - Abeno escondió sus manos incluso más en su kimono, y su rubor se intensificó.

- ¿Eh? ¿No puedo? - Ashiya estaba algo sorprendido - Si no quieres no te forzaré, pero... bueno... ¿de verdad no quieres? 

Abeno se lo pensó un momento, pero la verdad era que no había nada qué pensar. ¿Qué demonios? Claro que quería tomarlo de la mano. Lentamente, sacó su mano y la colocó cerca del suelo.

- Sólo por un rato... ¿entiendes? Alguien podría ver - intentó sonar natural, pero se notaba que staba emocionado. Ashiya también lo estaba, tanto que decidió pasar por alto decirle que quién se iba a pasar por ahí a esa hora.

Ashiya tomó la mano de Abeno, y con lentitud entrelazó sus dedos en los de él, para luego dejar reposar sus palmas unidas sobre la hierba. Los corazones de ambos estaban acelerados, y casi podían sentir que flotaban. Ashiya sonreía abiertamente, y dejó salir una risita. 

- Con esto, parecemos un poco más una pareja - dijo. Abeno lo observó. Se dio cuenta, sólo entonces, de a Ashiya le preocupaban mucho esas cosas. Si no, no hubiera hecho tanto escándalo con lo de hacer oficial que estaban saliendo o con lo de las llamadas para mantenerlo informado y eso. Abeno no comprendía del todo cuál era la necesidad, ni tampoco sabía qué cosas eran las que hacía una pareja, pero a Ashiya le hacía feliz, y eso era lo que importaba. 

- ¿Qué otras cosas hace una pareja? - preguntó.

- ¿Huh? ¿Qué cosas...? - A Ashiya lo tomó desprevenido la pregunta. Se le ocurrieron varias cosas, pero no tenía las agallas para decirlas en voz alta, y sólo consiguió ponerse colorado - O-Oh, um... algo como, uh... em... ¿llamarse por el nombre? ¿Tal vez? - No estaba del todo equivocado, pensó. Sintió que había esquivado una bala de muerte.

Abeno lo pensó un momento. El nombre... Sería algo vergonzoso, pero si hacía a Ashiya feliz... Además, Ashiya había sido el que se había confesado primero y el que le había pedido salir. Tenía que, al menos, dar el primer paso en algo.

- Hanae

Cuando Abeno lo llamó por su nombre, el corazón de Ashiya dio un brinco. Lo miró a los ojos, mientras el sonido de su voz diciendo su nombre hacía eco en su cabeza. Como pensó, Abeno se sentía lleno de vergüenza, pero decidió que estaba bien.

- A partir de ahora, te llamaré por tu nombre - continuó -. Así que tú... también... llámame por el mío. 

Ashiya no sabía ni qué pensar o decir. ¿Era real todo lo que estaba sucediendo? Se sintió como en un sueño. Estaba tan feliz que no se lo podía creer; tanto, que pensó que estaba a punto de llorar. Sin embargo, no lo hizo. Lo que hizo, casi sin darse cuenta, fue cerrar los ojos e inclinarse hacia Abeno, para besarlo. Un beso cálido, tan sencillo como presionar sus labios. Se quedó así por varios segundos, imrpimiendo la sensación de su boca en su memoria. Luego de lo que para ambos pareció una eternidad y al mismo tiempo un segundo, Ashiya se movió lentamente para separar sus labios de los de Abeno. Abrió los ojos, y se encontró a centímetros de su rostro.

- Itsuki - susurró.

Abeno, que se había quedado inmóvil y completamente en blanco hasta ese momento, enrojeció hasta el cuello y las orejas en un santiamén. Ashiya, por milésima vez, pensó en cuánto amaba a ese chico, y rio.

- ¡¿P-P-Por-Por qué te estas riendo?! - dijo Abeno. El pobre rubio apenas podía hablar. Estaba todavía intentando procesar lo que acababa de suceder. Temblaba ligeramente, y pensó que su corazón se le iba a salir del pecho. Ashiya, todavía riendo, le contestó:

- Mi venganza está completa. 

Tomodachi Meter (Ship Ashibeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora