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La mente de Abeno iba a mil por hora. Aunque sabía que lo que acababa de pasar no era un sueño, tampoco terminaba de creérselo. En el momento en que bajó de la azotea, se dirigió a la primer puerta que vio, sin esperar a Ashiya.

- Mononokean, ven.

La puerta se sacudió, y una luz se encendió en la habitación. Después, se abrió por sí misma, y Abeno se encontró con la tan conocida Mononokean. Se quitó los zapatos y entró sin decir palabra. La campanilla de la sala de té sonó.

¿Itsuki? No tienes trabajo a estas horas.

Abeno se sentó en el centro de la sala. Tras unos segundos, se dejó caer de lado.

¡¿Itsuki?! ¿Estás bien? ¿Acaso abriste dos puertas al Inframundo?

- Estoy bien - respondió -. Sólo... Necesito un momento.

Abeno se acostó boca arriba, cubriendo su cara con sus manos, y suspiró pesadente. Ahora que estaba en el sitio donde se sentía más seguro, se había relajado y comenzaba a entrar en razón. Todas las preocupaciones que había tenido sobre lo que sucedía si se llegaban a conocer sus sentimientos estaban regresando.

Pero al mismo tiempo, ya no parecían tan funestas. De algún modo, tenía la sensación de que, incluso si llegaba a suceder lo peor, podría encontrar una forma de solucionarlo. Esto no significaba que fuera a dejar que sucediera, desde luego. Extrañamente, estaba calmado; más clamado de lo que había estado en mucho tiempo. Se dijo a sí mismo que debía de estar alucinando o algo así. Sin duda, todo era culpa de Ashiya. Abeno movió un poco una mano, y se quedó observando el techo.

Ashiya Hanae.

Abeno recordaba perfectamente el día en que lo conoció. Cuando abrió la puerta de la Mononokean, con Pelusa a la espalda, su primera impresión de él fue la de que era un debilucho, con apenas suficiente poder para ver a los yokai. Después de su primer encuentro, su impresión no cambió mucho: de debilucho a idiota. Y ahora, acababa de recibir una confesión por parte de ese idiota. Más aún, la había aceptado. El recuerdo hizo que Abeno se sonrojara.

Entonces, ¿ahora qué? ¿Cómo se suponía que tenía que enfrentar a Ashiya de ahora en más? Nunca antes se le habían confesado, y mucho menos la persona que le gustaba, ya ni qué decir de que se confesara él: nunca lo había hecho antes. Se preguntó si Ashiya ya lo habria hecho en el pasado, en alguna ocasión. Le había dado la impresión de que no por lo nervioso que se veía, además de que incluso había llegado a llorar. Se preguntó también qué le gustaba a Ashiya de él. ¿Cuando había hecho algo para que se enamorara? Por un momento intentó buscar la respuesta, pero al final decidió que ya no importaba.

Ashiya gustaba de él. Podía recordar su cara, toda roja, frente a él mientras se lo decía. Recordaba la sensación de abrazarlo por primera vez. Había tenido muchas ganas de acariciarle la cabeza, pero la vergüenza y el orgullo lo habían hecho contenerse. Pensó que, si llegaba a hacerlo algún día, tal vez podría volver a ver esa expresión en él: avergonzado y tímido, pero obviamente feliz. Abeno volvió a cubrir su cara, porque se dio cuenta de que empezaba a sonreír.

- Oye, Mononokean... - dijo - ¿Puede que yo sea un idiota?

???

- No - Abeno sonrió -. No importa.

Tomodachi Meter (Ship Ashibeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora