Tomodachi Meter (Ship Ashibeno)

16

De noche, el Inframundo parecía un escenario sacado de una pintura o un libro. Ashiya nunca lo había visitado a esa hora, por lo que no paraba de mirar alrededor suyo. Los puestos del festival estaban llenos de yokai por dónde se mirara, y el sitio parecía más concurrido de lo habitual. Siguió a Abeno a través de la multitud, pues se dirigían hacia donde el Legislador y el Juez se encontraban, según le había dicho, para celebrar todos juntos. Probablemente Koura y Shizuku también se encontrarían ahí, así que sólo faltaban ellos dos.

Peludito iba al hombro de Ashiya como de costumbre. Ashiya seguía a Abeno en silencio, haciendo un montón de preguntas sobre lo que veía a su alrededor: qué clase de comida era aquella, qué tipo de juego era aquello, si podía intentar atrapar algo en un juego muy similar al de conseguir peces dorados, si podían detenerse para comprar un sombrero gracioso, por qué se movían esas decoraciones...

- ¡Deja de perder el tiempo! - le gritó Abeno. Había música por doquier que venía de quién sabe dónde, y el rubio tenía que hablar a gritos para escucharse y darse a escuchar. Ashiya, por otro lado, no tenía ninguna necesidad de hacerlo
El chico siempre era ruidoso.

- ¡Ya veo! Así que en esto te entretuviste estos días y por eso no venías a la escuela. Era porque estabas ayudando a organizar el festival, ¿verdad, Abeno-san?

- Así es. Normalmente es trabajo de los tres poderes, pero este año por algún motivo el Legislador me ordenó que ayudara con todo.

- Seguro que confía mucho en ti para encargarte algo como esto - Ashiya sonrió. Sentía un extraño orgullo al saber que los demás confiaban en Abeno, como si él hubiese sido el primero en descubrirlo y ahora todos los demás lo notaran.

- ¡Sólo me hizo hacer su trabajo por él! - reclamó Abeno, enojado.

- Pero me alegro de que no fuera nada serio. Como faltaste tantos días a la escuela y no contestabas mis llamadas, pensé que algo te podría haber pasado.Algo grave... Estaba preocupado.

Todo el mal humor de Abeno despareció. Observó a Ashiya un segundo, mientras un rubor casi imperceptible subía a su rostro. Ashiya sonreía ya que estaba aliviado, pero por alguna razón era una sonrisa algo triste, que no terminaba de encajar con el tono de su voz. Abeno pensó que debía de ser porque Ashiya se estresaba fácilmente con todo, y en este caso, ese estrés era su culpa.

- Yo no... - empezó a decir, cuando una enorme marea de yokai lo separó de Ashiya. Parecía que había alguna oferta en algún puesto muy popular, y todos se habían abalanzado a intentar conseguir algo.

- ¡Woah! - Ashiya fue empujado a un lado - ¡Wah! ¡WAAH!

- ¡Ashiya! - Abeno intentó atravesar el tumulto. Peludito, por su parte, se aferró a la cabeza de Ashiya.

- ¡Ow, ow, ow! ¡Peludito, duele! ¡Me arrancas el cabello! - un yokai muy grande empujó a Ashiya de frente, casi sin darse cuenta de su presencia. Ashiya tropezó hacia atrás. Estuvo a punto de perder el equilibrio y caer, cuando una mano lo tomó de la muñeca y lo jaló hacia adelante. Era Abeno.

- ¿Estás bien, Ashiya? - le preguntó. Ahora estaban más cerca, así que no tenía que alzar tanto la voz.

- Pensé que iba a ser tragado por la multitud - respondió, jadeando ligeramente.

Abeno suspiró algo aliviado, y observó su mano, tomando la muñeca de Ashiya. Sólo habían sido unos días de no verse, pero para él se habían sentido como años. Cuando escuchó su voz por el teléfono, tuvo que detenerse un momento antes de contestar ya que estaba empezando a sonreír sin querer. Abeno se dio cuenta de que, en realidad, había extrañado Ashiya un poco. Sólo un poco.

- No quise preocuparte - le dijo -. Tampoco quise evitar tus llamadas. Quería contactarte para decirte que estaría ocupado, pero al final no lo hice... Lo siento.

Ashiya parpadeó un par de veces, muy sorprendido. Era raro ver a Abeno disculparse, más raro que él reconociendo su trabajo o dándole las gracias. Sin embargo, Ashiya no estaba para nada enojado; es más, estaba feliz de saber que Abeno también había pensado en él durante esos días. Sonrió, esta vez sin ningún rastro de nada más que de alegría en su expresión. Movió la mano que sujetaba Abeno ligeramente, hasta que él también sujetó la suya.

- No pasa nada - respondió -. No estoy enojado contigo, Abeno-san. Me alegra que estés bien - Abeno se sonrojó un poco más. Se había sorprendido cuando Ashiya lo tomó de la mano, pero no hizo ningún intento por evitarlo o alejarse. La sensación de su mano junto a la de Ashiya era cálida. De cierta forma, le daba paz - ¡Pero! - dijo de pronto Ashiya - Si vuelves a hacer eso, ¡de verdad me voy a enojar! ¿Sabes cuán preocupado estaba porque no venías a la escuela y porque te fuiste sin decirme nada? Para la próxima, ¡al menos avísame de antemano!

- Sí, sí - Abeno sonrió. Sí, de verdad lo había extrañado.

Entonces, de la nada, Peludito saltó de la cabeza de Ashiya a la cara de Abeno.

- ¡¿Mhphf?!

- ¡¡¿¿PELUDITO??!! - Ashiya se apresuró a quitarle a Abeno el yokai esponjoso de la cara - ¿Qué pasó? ¿Por qué hiciste eso? - Abeno se talló el rostro con una mano.

- ¿Qué te pasa, Pelusa? ¿Por qué de pronto saltaste?

Ambos esperaban ver al yokai alterado, pero en realidad, Peludito estaba agitando sus tres colas y con una expresión de felicidad pura en su rostro. Saltó de las manos de Ashiya a su hombro y se acurrucó junto a su mejilla, haciéndole cosquillas. Luego, giró por su espalda hasta llegar a su otro hombro, y saltó al pecho de Abeno, subiendo hasta llegar al hombro de éste y acurrucarse también.

- ¿Peludito? ¿Qué sucede?

- ¿Por qué estás de tan buen humor?

Pero era inútil preguntar, ya que el yokai no les contestaría. Simplemente siguió agitando sus colas, tan feliz como podría estarlo, sin razón aparente. Ashiya y Abeno decidieron seguir su camino, sin saber qué le sucedía al otro empleado de la Mononokean, mientras éste continuaba saltando entre sus hombros, lleno de inexplicable dicha y energía.