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- Así que, básicamente, estuvimos hablando antes de que llegaran de la apuesta que habíamos hecho con anterioridad respecto a cuándo ustedes dos por fin empezarían a salir juntos, pero en el momento en que llegaron fue totalmente obvio de que ya lo estaban haciendo. Honestamente, siempre supe que le tenías un afecto especial a Ashiya-kun, pero tenía mis reservas sobre si terminarían juntos o no. Llegué a pensar que podrías incluso tener sentimientos no correspondidos por él... Me preocupaba mucho que afectara tu trabajo, Itsuki. Pero parece que no necesito preocuparme por nada.

El Legislador hablaba con Abeno mientras Koura, el Juez y Shizuku molestaban a Ashiya con preguntas.

- Eres un bastardo... - respondió Abeno al Legislador, antes de quedarse pensando. Tenía unas ganas de golpearlo que casi no se aguantaba. Luego, preguntó - Pero, ¿está bien? Que el amo de la Mononokean y un empleado...

- ¿Por qué no? No soy tan cruel como para decirte que no puedes - respondió su jefe.

- ¿Y qué hay del Ejecutivo? - esto era lo que más preocupaba a Abeno.

- No tiene permitido acercarse a Ashiya-kun, ¿recuerdas? Además, hoy no está aquí. También pudimos usar eso a nuestro favor y hacer una excepción especial por el Festival para que Ashiya-kun no tenga que estar acompañado siempre del Juez. Además, la Mononokean está bajo mi mando; si él tiene cualquier queja, yo la escucharé.

- Entiendo... - Abeno se sentía aliviado de escuchar eso. Ashiya estaría a salvo. Menos mal.

- ¿Y bien? ¿Cómo sucedió? ¿Quién se confesó primero? ¿No fuiste tú, o sí? Conociéndote, de seguro pensabas un montón de cosas innecesarias. ¿Hace cuánto fue? ¿Ya han tenido una cita? - el Legislador estaba sonriendo, divirtiéndose al molestar a Abeno, quien cada vez se sonrojaba más. Era por esto que no quería que se enterara.

- ¡No te importa! - le gritó, con el rubor en las mejillas. El Legislador susurró, mientras arqueaba una ceja y sonreía burlonamente:

- No me digas... ¿Ni si quiera se han besado?

Abeno no aguantaba más. Sabía que su jefe sólamente estaba jugando con él al molestarlo y hacerle pasar vergüenza, pero no estaba acostumbrado a ser tan vulnerable a ello. Con su mano cerrada, golpeó en la cabeza al Legislador lo más fuerte que pudo.

- Cállate.

El Legislador se quedó agachado un momento, sorprendido. Todos los demás se quedaron en silencio por el repentino golpe que le había dado Abeno a su superior. Era probablemente la primera vez que lo veían ponerse violento con un yokai... Aunque era el Legislador, así que tampoco era tan sorprendente.

- ¡¿Hermano?! -  dijo Shizuku - ¡¿Estás bien?!

- Vaya, vaya~ - dijo Koura.

- No aprendes, ¿verdad? - preguntó calmadamente el Juez, sin esperar respuesta.

- Eso dolió, Itsuki - el Legislador colocó ambas manos sobre su cabeza - Sólo hice una pregunta inocente. ¿Por qué...?

-  ¡Que te calles! ¡No digas más! - Abeno estaba agradecido de que nadie más hubiera escuchado la pregunta del Legislador. Ashiya notó que Abeno estaba rojo hasta las orejas.

- ¿Abeno-sa...? - Abeno se puso de pie, y le dió a Ashiya una mirada de muerte.

- Nos vamos. Ahora - Abeno tomó del cuello del kimono a Ashiya, sin esperar a que se levantara, y comenzó a arrastrarlo lejos. 

- ¡Espe...Abeno-san, me ahogo...!

- ¿Ehhh? ¿Ya se van? - dijo el Legislador.

- ¡Si sólo llamaste para molestar, no vuelvas a llamar nunca! - le gritó Abeno. Tomó a Ashiya del brazo y lo levantó de un tirón, mientras seguía arrastrándolo lejos.

- Ah... Creo que de verdad se molestó - dijo el Legislador, una vez ambos se perdieron entre la multitud.

- Por supuesto que se molestó - le dijo el Juez -. Hay un límite de cuánto puede aguantarte uno. Además, seguro estabas haciendo preguntas atrevidas a propósito para fastidiar, ¿no es así?

- Te equivocas, yo sólo quería saber qué tan lejos habían llegado para darle algunos consejos amorosos a Itsuki - rio.

- Eres la última persona que puede dar consejos así. De todos modos,  tendrás que disculparte con Itsuki la próxima vez.

- Sí, sí - el Legislador sacó su pipa y se puso a fumar. Observó el humo mientras se elevaba, para desaparecer un segundo después - ... Cambian muy rápido, ¿no lo crees? Los humanos, me refiero. Parece que fue ayer que Aoi me presentó a Itsuki como un empleado de la Mononokean... Y ahora, hasta ha encontrado a alguien especial para él.

El Juez lo observó. Había algo en la forma en la que lo decía, en la mirada de sus ojos, que daba una sensación agridulce. El Juez pensaba lo mismo. El tiempo era algo caprichoso; tan lento para los yokai, pero tan rápido para los humanos...

- Si Aoi estuviera aquí - dijo el Juez - estoy seguro de que lo hubiera molestado incluso más que tú.

El Legislador se rio. ¿Qué pensaría Aoi si pudiera ver al pequeño niño que había contratado ahora? ¿Qué le diría? ¿Qué clase de mirada le daría?

- Sí, sin duda alguna.

¿Qué pensaría de haber conocido a Ashiya? El Legislador pensó que, sin duda, a Aoi le hubiera agradado.

**********

Abeno arrastraba a Ashiya sin mirar atrás, demasiado molesto como para darse cuenta de que no sabía a dónde se dirigía. Ashiya, finalmente, logró elevar su voz sobre el ruido de la multitud para que Abeno lo escuchara.

- ¡ABENO-SAN! - Abeno se detuvo en seco, y volteó a verlo - ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? 

- ¿Huh? No, no es eso... - Abeno intentó recuperar su compostura - Es sólo que el Legislador estaba molestando, como de costumbre. Tch. No tiene sentido haberte hecho venir hasta aquí si sólo te van a molestar. Lo siento, te llevaré de regreso a tu casa - Abeno no había soltado del brazo a Ashiya. Estaba honestamente molesto de que su reunión hubiese tomado un giro así, pero no había ya nada que hacer. Aún tenía algo de trabajo por resolver en cuanto al festival, y pensó que, si al menos él se quedaba con el Legislador a soportarlo, entonces pasaría por alto que Ashiya hubiese ido y venido. Técnicamente, no había roto la regla que le había impuesto, y no quería que Ashiya siguiera pasando por algo incómodo como recibir las preguntas indiscretas del Legislador. Eso y que también le preocupaba lo que aquel niño de cinco años pudiera llegar a decir bajo la presión del momento. Comenzó a caminar de nuevo, con la intención de encontrar un lugar alejado donde poder convocar a la Mononokean, pero Ashiya lo detuvo.

- ¡Es-Espera! - Ashiya tomó con sus manos a la de Abeno que había estado sujetando su brazo. Abeno se detuvo, volteando rápidamente hacia él - ¡No me quiero ir aún! ¡Hace mucho que no nos vemos! Y yo... no quiero despedirme de ti todavía...

Ambos comenzaron a ruborizarse. Abeno sentía que su mano quemaba entre las de Ashiya. Llevó la otra a su rostro, intentado ocultar su expresión. Quería decirle a Ashiya que no, que tenía que volver a su mundo, que de todas formas lo vería pronto en la escuela... pero no podía hacer nada contra lo que acababa de decirle, ni contra la vista de su cara sonrojada. Maldita sea.

- Bueno... - respondió - Si es sólo un poco, tal vez... pueda acompañarte al otro mundo...

- ¿De verdad? - los ojos de Ashiya brillaron. Aunque no era lo mismo, de todas formas podría estar con Abeno un poco más, y eso lo hacía feliz. Abeno, avergonzado, soltó su mano de las de Ashiya de un manotazo.

- ¡P-Pero sólo un rato! ¿Entendiste? 

- ¡Sí! - Ahiya sonrió. Por algún motivo, Abeno se sintió derrotado.

Maldita sea. ¿Cuándo se había vuelto tan débil ante él?

Tomodachi Meter (Ship Ashibeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora