- Lo que oís. El día anterior de que me secuestrarais, lo vi aquí.
- ¿En Mairena?
- En esta casa.
- ¿En que planta? ¿Qué te dijo? - preguntó Nil.
- En los pasadizos, me dijo que estaba buscando una llave y se fue corriendo.
Jesús y yo nos miramos. Nos lo dijimos todo con la mirada. Él me entendía y yo a él, sabíamos que hacer.
- Vamos a soltarlo - sugirió Nati.
- No, tiene que hablar - ordenó Sergio.
- Ya ha hablado - dije seca.
Saqué el cuadro de frutas que había en la pared, idéntico al del otro lado de la cocina, puse el mismo código y salí. Sergio salió detrás de mí y me cogió del brazo cuando estaba a punto de abrir la puerta de la entrada.
- ¿Cómo has sabido el código? ¿Qué te ha contado?
- ¿Qué sabes tú?
- Pregunté primero.
- Y responderás primero, también. Después yo.
-Se que él nos secuestró, cuando nos adoptaron en Barcelona, pasó cosas y Nil y yo nos fuimos aquí y busquemos en esta casa y estaba él.
- No lo sabes - solté sorprendida.
- ¿El qué?
- Él... Él, es tu abuelo.
- ¡NO, ESO ES IMPOSIBLE, NO! - gritó.
Sergio se fue a la habitación roja a pegar al saco de boxeo negro, como un loco. Era mucha información en una frase. Me senté a mirarle y oí cómo todos se acercaban. Me adelanté y cerré la puerta de la habitación al salir.
- Dejadle, por favor.
- ¿Qué le pasa?
- Le he dicho quien es el secuestrador - le dije a Dani.
- Vamos, después por la tarde nos reunimos todos y os lo contamos.
- ¿El secuestrador sigue ahí?
- Sí.
- No lo solteís todavía - pedí.
- ¿Por qué? Lo ha contado todo y se lo dijiste.
- Por si acaso, primero habrá que hablarlo y luego lo decidimos, entre todos.
Asintieron y se fueron todos menos Jesús. Sergio dejo de pegar al saco y empezó a llorar. Entremos y le abracé, sentados en el suelo. Miré a Jesús y él se fue a esperar al salón.
- No me acuerdo de la cara de mi abuelo, pero sé que él nos quería mucho, yo era su favorito, me lo dijo Ferb. Después nos fuimos y no lo volví a ver mas.
-Lo siento mucho pero ¿Por qué no nos dijiste lo del secuestrador?
- Queríamos hacerle sufrir, que nos dijera lo que pasó pero no entiendo por que te lo contó a ti y a mi no - se secó las lágrimas.
- Yo sí... Él te odia por cosas que me contó ¿Te lo cuento ahora o después junto a los demás?
- Ahora.
Le conté toda la historia con detalles incluidos de todo lo que me había contado Pedro y el no pudo evitar soltar alguna que otra lágrima. Después se fue a su casa y vi a Jesús durmiendo en el sofá y sonreí. Le iba a despertar a besos pero pensñe que no sería una buena idea, así que me senté en el sullón de al lado a observarle, dicen que si observas a alguien que esté dormido, despierta, pero Jesús no estaba dormido ¡El estaba en coma! O al menos, eso parecía. Al pensar eso, me reí y llamé a Dani, ya que yo era incapaz de despertarle, dormido estaba... increíble. Le conté a Dani todo lo sucedido y cuando terminó de reírse, acerqué el móvil a la oreja de Jesús y Dani se encargó de despertarle.
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