El sonido de mi móvil me distrajo, estaba concentrada en el aire que ingresaba por la ventana del balcón y movía la cortina con el haz cálido de luz del sol. Parpadeé y los ojos me ardían, no había dormido en toda la noche, la cabeza me estallaba de preguntas sin respuesta, recuerdos borrosos, angustias de tantos años, dolor en el corazón por no tener con quien contar, una pared imposible de cruzar con mi padre y una hermana ajena a todo y que tenía intenciones muy extrañas y recónditas, al menos para conmigo.
Estiré mi mano hacia el teléfono suponiendo que era mensaje de Walt. El cristal roto de la pantalla, mis ojos cansados y los lentes lejanos me dificultaban la lectura, pero tenía dos mensajes de Walt y uno desconocido.
— Lo siento... horarios diferentes y mucho trabajo... George no te llega a los talones.
Estoy contigo boba... te quiero.
Y el desconocido:
—¿Estas bien?
Fruncí el ceño ante la pregunta. Revisé el número puesto que no lo tenía registrado.
—¿Quién eres? —Arrojé el móvil al costado de mi cuerpo mientras aguardaba respuesta y cerré mis ojos un instante. Segundos después volvió a sonar.
—Soy yo Lewis... —Hundí mis cejas y me incorporé en la cama repasando el mensaje y luego respondí. ¿Qué le pasaba a este tipo que nunca decía su nombre?
—Estoy bien. Gracias por preguntar Anderson... Pero explícame cómo demonios tienes mi número...
Aguardé mirando la pantalla, puesto que podía leer en la parte superior "Escribiendo..." lo que me generaba bastante ansiedad.
—Vaya Sheldon... me estás decepcionando. —Reí por primera vez después de muchas horas.
—De verdad te pregunto... es que me está dando un poco de miedo que seas un tanto acosador.
—Pues no te confíes demasiado... —Volví a reír. —¿Qué haces?
—Mmm esta conversación se está volviendo bastante íntima...
Me puse de pie con el móvil y salí al balcón, apoyé mis antebrazos en la baranda y miré el lago, a los pocos segundos volvió a sonar.
—Claro que sí... más si te apareces tan sólo con una remera larga y el cabello despeinado de recién levantarte.
Por cierto... que lindas piernas tienes para ser un cerebrito.
Fruncí el ceño de inmediato y miré hacia todos lados mientras el móvil volvió a sonar.
—Tienes que esforzarte más.
—Me estás asustando Anderson... —Escribí rápidamente y pude oír un celular sonar cercano.
Entonces miré hacia el costado y allí estaba, agachado entre los barrotes de la baranda, dos balcones más allá y rodeado de muchas herramientas. Se puso de pie con una sonrisa perfecta en su exquisito rostro y aquel chupetín en su boca.
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La Desgracia que Enderezó el Eje de mi Vida
RomansCOMPLETA Jo es fotógrafa de deportes y prestigiosa dentro de su trabajo, pero su vida es un desastre, al menos en la parte personal. La llamada de su hermana anunciando su casamiento y la necesidad de que vuelva a su pueblo donde ha dejado desde la...