Capítulo 22

3.6K 559 25
                                    

Tomé coraje y me hice la valiente , la superada, y antes de que pudiera decirme cualquier cosa que me confundiera, quise sorprenderlo, no había nada mejor que preguntar directo y no dar tiempo si quiera a que pensara una mentira que pudiera sonarme a respuesta válida. Pasé por el costado de su brazo e ingresé a la casa unos pasos mientras hablaba.

—Entrégame lo que te dio Emilie. Dámelo ya.

—Emilie no me dio nada. —Cruzó sus brazos sobre su pecho y me miró expectante.

—Dame lo que te dejaron en la puerta. —Creí que de inmediato pondría cara de incredulidad, de mentira o de algo que le sirviera para zafar de mi forma de increparlo, pero no fue así, se volvió sobre sus pies rápidamente hacia el mueble de la sala y tomó un sobre que me entregó.Lo abrí rápidamente y eran muchas fotografías mías con James.

Las de la primera reunión en el café cuando me dijo de sus sospechas de Emilie; cruzando la calle hacia el café; sentados a la mesa, donde nos veíamos a la perfección junto a la ventana; él acariciando mi mano y hablándome;  había de la segunda vez que nos vimos en el mismo lugar, se veía el gorro en mi cabeza, el que él me había regalado. Había fotografías de su mano aferrada a la mía, acariciando mi rostro y abrazándome.

—Te quedaste callada Sheldon —su forma de llamarme me dolió, pues en cierta manera demarcaba la distancia que había entre los dos y en ese instante estaba aturdida. Yo sabía a la perfección el contexto de aquellas imágenes, pero no entendía las intenciones o el interés de mi hermana en darle eso a Nate.

—No es lo que parece...

—¿Y qué es entonces? ¿Tiene alguna explicación? —sonrió irónicamente y continuó — Si es así, dímela por favor, porque te juro que la necesito.

—¿Por qué no me lo preguntaste antes de encamarte con esa? —me salió de una, sin vueltas, reclamando como si tuviera el derecho de hacerlo.

—Yo no me encamé... —reí con ironía.

—Mira Nate... en realidad ya no importa... —tomé las fotografías y me acerqué a la puerta para irme. Ya lo nuestro estaba embarrado y en ese instante mi mente bullía de cosas que tenía que terminar de comprender, pero él tomó mi brazo.

—No te vayas Jo... hablemos.

—¿De qué? Por Dios Nate... búscala a ella, consuélate con esa... de veras que ya no importa. —me dolía y quería irme.

—¿Estas huyendo? —Me detuve de inmediato ante su pregunta y tenía ganas de golpearlo, muy indignada por su actitud tuve la mala idea de mirarlo a los ojos, y me conmovió, pues vi en ellos tristeza y necesidad, tanto como yo sentía. Necesidad de odiarlo, apartarlo y no podía.

—Jo... hablemos por favor. Entre Ema y yo no pasó nada... —crucé mis brazos sobre mi pecho oyéndolo con cara de fastidio, pero en realidad era lo que quería aparentar, pues necesitaba esa explicación con todas mis fuerzas y recostarme en ese pecho con todo mi corazón. —La llamé porque me sentí un tonto viendo esas fotos, me dolió que te vieras con él a mis espaldas, que no me dijeras que aún sentías algo...

—¡No siento nada por él, Nate! Deja de decirlo porque me dan hasta nauseas.

—Pero las fotos...

—Las fotos están sacadas de contexto y con premeditación por parte de esos dos. —apenas lo dije tomé conciencia de que ellos estaban confabulados en todo ese asunto. —Mira, es difícil y no puedo explicarlo todo... es mejor que dejemos todo...

—No. No quiero. —lo dijo con firmeza, negándose por completo a esa posibilidad. —Explícame que voy a entender, porque es lo que más necesito, porque no he dormido ni he comido y casi no respiro.

La Desgracia que Enderezó el Eje de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora