Capítulo 20

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"Aquella tarde Greg había dejado un papel más: Te amo y te necesito, entiendo tus razones y las respeto. Me gustaría que Bran lo supiera, acercarme". Supo de inmediato que debía hablar con él, decirle que no era posible revelarle a su hijo y a su esposo aquella verdad que sólo ellos conocían y que su madre le había hecho jurar que guardaría para siempre. John no lo sabía y no quería destruir a su familia, era imposible.

Tomó sus cosas y apuró el paso hacia casa de su amiga, su confidente de toda la vida, necesitaba contarle de Greg y su reciente aparición, de todo lo que estaba sintiendo y su deber para con su esposo a quien había jurado amor y respeto.

Aparcó el coche junto a la acera y se acercó a la casa que se veía cerrada y vacía, supuso que estaría en el parque haciendo sus ejercicios. Miró el reloj y decidió pasar por la iglesia en busca del consejo de la señora Fort, estaba atestada de emociones dispares y distintas, la necesidad de decir una verdad oculta, el amor a su familia y el miedo al daño que aquello pudiera causar, habían desatado dentro de sí misma una batalla y no estaba segura de qué sería lo correcto.

Se sentó en los primeros bancos junto a las demás señoras en la reunión de oración, tenía el corazón en un puño y las lágrimas se volcaban por la culpa y la incertidumbre que le generaba la necesidad de hacer lo correcto y que eso, fuera a la vez contradictorio entre sí. Un susurro en su oído le hizo abrir los ojos y oyó a la señora Howard.

—Te lo quiere quitar, se ven por la noche en su casa. Los he visto... Abre los ojos Grace, te lo quiere quitar.

Su corazón se aceleró y tomó su cartera, apresuró la caminata y al atravesar la puerta de la iglesia, se apoyó en el árbol de la entrada, inspiró hondo como si la respiración le faltara y se apuró a llegar a la casa.

Aquella noche, lo vio salir en el viejo auto con la excusa del juego de naipes con los amigos, tomó su cartera y lo siguió, pero fue cuando lo vio aparcar en su casa cuando sintió que la vida se desmoronaba, que todo en lo que había creído carecía de valor y por lo que estaba sacrificando tantas cosas en realidad no era más que un montón de mentiras. Su amiga y su marido, juntos en ese montón de porquería.

Bajó y se acercó a la puerta, llamó y allí estaban, las excusas eran pocas y los intentos por aclarar sobraban. Corrió al auto ignorando sus llamados y volvió a casa, lloró incansablemente mientras se aferraba al volante con fuerza, desesperada por saber cómo seguir."

Allí acababa el relato, no estaba completo, no había nada más. Yo estaba repleta de lágrimas por mi madre, había sido traicionada por su amiga Claire y por su esposo, no podía imaginar algo tan terrible como aquello. Caminé hasta el balcón e inspire el aire helado que zarandeaba mi cabello y torture mi mente intentando completar aquel rompecabezas. Tal vez mi padre la había matado cuando intento dejarlo, aunque el hecho de que la engañaba denotaba falta de amor, quizás le dijo que yo no era su hija, o lo descubrió y fue razón suficiente para hacerlo... Ralph Porter sabía que yo era su hija, le había pedido a mi madre acercarse a mí... Estaba agobiada y hasta me dolía el pecho de la angustia.

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La Desgracia que Enderezó el Eje de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora