COMPLETA
Jo es fotógrafa de deportes y prestigiosa dentro de su trabajo, pero su vida es un desastre, al menos en la parte personal. La llamada de su hermana anunciando su casamiento y la necesidad de que vuelva a su pueblo donde ha dejado desde la...
Pasamos aquella noche en el hospital, tendida en la silla de la sala de espera, grandes círculos violáceos rodeaban mis ojos que estaban hinchados por tanto llorar. Papá no había soportado, había tenido dos infartos más durante la madrugada y su corazón se había rendido. Pensé en él y en lo miserable que me sentía, y en ese instante en que había pasado todo y podía ver las cosas desde la distancia de las horas recorridas, me sentí la peor basura de la tierra.
Emilie estaba haciendo todo el papeleo mientras yo me concentraba en la pared y sus innumerables manchas que hacían formas irregulares, las lágrimas salían ya sin pensarlo ni proponérmelo. Ella siempre había sido más fuerte, más valiente, más firme y decidida, yo era la débil Jo que huía de todo.
—Jo... —giré mi rostro ante su voz y vi a Walt parado en el pasillo a unos metros de mí. Corrí hacia él y lo abracé muy fuerte, lloré tanto que mi garganta emitía sólo gemidos y él acariciaba mi cabello. —Shh... tranquila.
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Escondí mi rostro en su pecho, y sentí alivio de tener a Walt allí. Cerré los ojos apretándolos y sintiendo el ardor del cansancio y el dolor de un corazón que ya no podía seguir huyendo o escondiéndose, que sentía y vivía.
—Está la posada abandonada... alguna tiene que ir. —asentí, pues tenía razón, pero en realidad, no tenía fuerzas ni cabeza para nada. —¿Estás bien?
Abrí mis ojos para responder y Nate estaba de pie en la puerta. Tragué nerviosa, quería que desapareciera pues verlo me dolía, y a la vez quería que se quedara y me estrechara entre sus brazos como sólo él podía, quería que dejara de dolerme, pero verlo allí era abrir más aquella herida. Todas aquellas contradicciones de mi corazón dolido y traicionado me conmovían hasta lo sumo.
Instintivamente me aferré más a Walt, tal vez deseaba que le doliera como me había dolido a mí, pero solo me miró y lo vi acercarse mientras estaba aún de pie aferrada al mejor amigo que la vida me había dado. Se detuvo a nuestro lado y Walt intentó separarse de mí para darle lugar a que me hablara, pero yo no podía separarme de él.
—Lo siento Jo... de verdad que lo siento. —su voz me lastimaba mientras notaba a Walt y su incomodidad por no saber qué hacer. Quise contestarle, quise decirle algo que le doliera, que se fuera, que se apartara de una vez y para siempre.
—Mejor vete Nathan. —fue lo único que me salió, las palabras rasparon mi garganta y no me volví a mirarlo, pero sí sentí su presencia alejarse, y seguí llorando sin consuelo. Cuando el sonido de sus pisadas dejó de oírse, Walt me apartó con el ceño fruncido.
—¿Qué demonios está pasando Jo?
—Walt... no quiero hablar ahora.
—Claro que vas hablar... llorar así y negarse, esconderse que es lo que vienes haciendo todo este tiempo, no te va ayudar en nada.
—¡Lo sé! —le grité.
—Bueno, entonces habla y enfrenta las cosas.
—Estoy tratando, pero es demasiado.— Me abrazó mientras seguía regañándome.