Capítulo 13

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Su hija la llamó dentro y llevó el dedo a sus labios en señal de que guardara silencio, como si aquello fuera un secreto entre las dos, que en realidad no era conmigo con quien lo tenía, era con mi madre.

Temblaban mis manos por todo lo que había oído, y anhelaba más, necesitaba saber tantas cosas que me turbaban, tantas ideas y pensamientos mezclados y escabrosos que me sentía perdida y angustiada.

Me senté en el auto un instante a tomar aire y dejar que mi cerebro se oxigenara, la señora Poe me había alterado, me había llenado de preguntas que no sabía responder y que tenía miedo que fueran falsas y producto de su mente anciana y enferma.

Oí el sonido de mi móvil vibrando y lo cogí. Tenía algunos mensajes del trabajo, dos de Walt y dos de Nate.

—¿Cómo vas con lo de tu mama? Cuéntame...

Me tienes abandonado, ¿ya ocupó mi lugar el otro?

Esos eran los de Walt, y revoleé mi dedo alrededor de la pantalla donde estaba el de Nate, me moría por leerlo y sentía que no debía, que era mejor cortar todo allí.

Lo abrí, pues pudo más mi curiosidad

—¿?

¿Aló? ¿Eres Jo o una versión antipática?

Esos eran en respuesta a mi escueto "buenos días"

Luego, había llegado otro, a las 11.50 am para ser exactos.

—¿Estas molesta por algo?

No podía decirle que tenía el corazón abatatado de todo lo que había sufrido con James, que sentía que me gustaba y que si me descuidaba un poquito terminaría enamorada de él, algo que por supuesto no quería, puesto que yo deseaba volver a mi rutinaria y desastrosa pero segura zona de confort y distaba mucho de la Villa. Definitivamente no podía, pero tampoco quería ser injusta con él.

Comencé a escribir algo que pudiera excusarme y que sonara convincente sin resultar odioso, pero de inmediato sentí vibrar mi móvil.

—"Jo escribiendo" —reí y me mordí el labio. Me detuve y borré todo lo que había escrito mientras pensaba que ponerle.

Volvió a vibrar.

—Jo dejó de escribir...

Volví a sonreír y con una carcajada, tenía la gran cualidad de sacarme de mis momentos de angustias y robarme sonrisas. ¡¿Por qué tenía que ser tan perfecto?!. Necesitaba encontrarle un defecto urgente. Me detuve a pensarlo, pero era guapo, gracioso, tenía buen humor, no era aburrido, cocinaba y me aceptaba con mi ropa cómoda... Dios mío... no le encontraba ninguno. Finalmente respondí.

—Deja de acosarme Anderson.

No me molestó nada, pero estoy con los encargues de Emilie y sabes que es imposible de soportar.

Nos vemos luego.

Listo, cortito, sencillo, creíble y marcando distancia. Todo lo que necesitaba en apenas unas líneas de texto. Podía ver que escribía y aguardé con mis ojos fijos en la pantalla, inquieta y ansiosa.

Ok. Cuando tengas tiempo y ganas de hablarme me avisas.

Me dolió, me partió en dos y sostuve mis dedos que apurados querían explicarle un poco más o llamarle para ponerle a las mismas palabras un mejor tono de voz y que no se alejara. Es decir, quería que se alejara pero a la vez no quería... ¡que difícil! Ni yo me entendía, menos me entendería él. Moví mi cabeza en negativa y deje el móvil al costado sobre la mochila.

La Desgracia que Enderezó el Eje de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora