COMPLETA
Jo es fotógrafa de deportes y prestigiosa dentro de su trabajo, pero su vida es un desastre, al menos en la parte personal. La llamada de su hermana anunciando su casamiento y la necesidad de que vuelva a su pueblo donde ha dejado desde la...
—Gracias Jo por estar conmigo, gracias por venir cuando te necesito y por siempre estar pendiente.
Repasaba y repasaba aquel mensaje de James que sonaba tan extraño. Estaba segura que buscaba algo, quería acercarse con intenciones extrañas, como si deseara enredarme, pero lo ilógico se todo aquello es que yo era la hermana de Emilie... Dios mío, ¿Qué clase de mente enferma es capaz de insinuarse con la hermana de tu futura esposa? Me asqueaba y me sentía tonta por haberlo amado, que me hubiera dolido algo de él. Lo primero que pensé es que podía tener que ver con aquella conversación con Emilie en el río, pero me tranquilizaba saber que ignoraban que los había oído.
Mi respuesta a ese mensaje había sido escueta y simple.
—De nada.
No quería darle ni un milímetro de confianza, no quería que pensara cualquier cosa, aunque me intrigaba qué era lo que necesitaban que yo hiciera.
Mi móvil sonó, era Walt.
—¡Gracias por las fotos! Eres la mejor... como siempre.
—Oh amigo... no imaginas en el lío en que estoy... tengo tanto para contarte, ven por favor.
—¿Debo preocuparme?
—Este viaje me ha abierto los ojos a tantas cosas... es mucho... ven y te cuento...
— ¬¬
Me apuré a levantarme antes que todos los demás, quería escabullirme de Emilie y de todos los problemas de ella, pues Nate me esperaba en el puente para ir a la estancia.
Tome mi cámara, la mochila, mi libreta, salí por la escalera trasera, y del depósito tomé una pinza, me subí al auto y emprendí camino. Cuando divisé a Nate, me apure a llegar, puesto que ya hacía frío y a pesar de que llevaba su gorro abrigado, estar en medio de la ruta y al lado del lago, hacía que esos grados menos se sintieran bastante.
Frené y aguardé que se acercara, subió rapidamente y me sonrió.
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—Definitivamente Jo, esta tarde voy a comprarte el reloj con campanilla...
—Lo siento... —De verdad que sí... no es que yo acostumbrara a ser irresponsable, pero esos minutos que demoré en escribir a Walt y pensar en las posibles maquinaciones de James, me habían retrasado.
— Vas a pagar las consecuencias... —se acercó a mí mientras yo cargaba las coordenadas en el GPS del auto y tomó con sus manos heladas mi rostro, quise gritar mientras el reía y luego de sufrir aquella tierna tortura, abrí mis ojos y los suyos estaban muy cercanos. Se veían tan bonitos como dos pedazos de cielo diáfano, tan hermosos como el agua cristalina del lago y tan dulces que me dolía tenerlos tan cerca, como si me quemaran. Mientras yo me sumergía en esas dos profundidades claras, él acariciaba mi mejilla con sus dedos y sentí que no había lugar en el mundo más hermoso que ese, ni instante más tierno que aquel. Sonreí y el hizo lo mismo, luego soltó mi mejilla pero antes la besó. Sentí como ardía ese lugar donde había apoyado sus labios y a la vez no podía quitar la vista de ellos.