Estacioné el auto frente al lugar donde se velaban los restos de mi padre. Se veía poca gente, tranquilo y silencioso. Me concentré en aparentar que no sentía las ganas de poner a Emilie contra la pared e increparla por todo lo que había hecho, por sus intenciones bajas y sus falsedades, sus mentiras y tanta cosa. Tomé mi cartera y entré. La imagen que captaron mis ojos fue el súmmum de la desfachatez y decadencia. Emilie estaba recostada sobre el féretro, llorando desconsolada, su cara deformada por las lágrimas y junto a ella James consolándola. Apenas me vio, se acercó a mí con los brazos extendidos y me abrazó, respondí a eso tal como lo había planeado, aunque me descomponía su actitud.
—Jo... al fin llegaste... no puedo más con todo esto.
—Lo siento Em... necesitaba pensar, son muchas cosas. —Apreté su espalda y luego sequé sus lágrimas con toda la actitud protectora hacia la tierna y dulce Emilie, mientras divisaba aquel cajón con los restos de ese hombre al que había llamado padre toda mi vida.
—¿La posada?
—No te preocupes, dejé todo en orden.
—Walt me dijo...
—¿Dónde está?
—En la cocina, bebiendo un café —dijo mientras sorbía su nariz y James se aproximaba a mí y me abrazaba.
Luego de mi actuación majestuosa de la hermana amorosa y confiable, caminé hacia la cocina.
—Jo... al fin te han soltado...
—Shh... no es momento Walt...
—Lo siento... es que me sorprende tu capacidad tan amplia para perdonar... ya veo que sigues siendo fácil Jo. —le di un pequeño empujón con mi mano mientras él sonreía.
—Necesito tu ayuda en algo... ¿puede ser? Mañana a primera hora.
—Jo, recuerda que debo viajar...
—Sí, lo sé... pero es importante... ¿Leíste los mails de Emilie?
—¿Los que te envié? —asentí. —Sí, vagamente...
—¿Notaste algo extraño?
—No... ¿qué cosa?
—El acta estaba solo a mi nombre —susurré.
—Sí lo noté... pero pensé que lo sabías.
—No... me enteré recién... ¿Entiendes lo que significa?
—Nop. —blanqueé los ojos.
—Walt, Emilie le entregó unas fotos mías a Nate... fotos con James.
—¿Fotos de qué?
—De los encuentros que tuve con él, ¿recuerdas? —asintió mientras bebía un sorbo de café. —Bueno, no sé por qué, pero sus intenciones claras son las de separarnos... las fotos eran de momentos extraños en los que James me abrazaba, o acariciaba mi mano. Si no hubiera sido porque sé cómo fueron las cosas, realmente daban a pensar que entre él y yo había algo más.
—¿Y qué piensas?
—No lo sé... pero pienso averiguarlo y vas ayudarme.
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La Desgracia que Enderezó el Eje de mi Vida
RomanceCOMPLETA Jo es fotógrafa de deportes y prestigiosa dentro de su trabajo, pero su vida es un desastre, al menos en la parte personal. La llamada de su hermana anunciando su casamiento y la necesidad de que vuelva a su pueblo donde ha dejado desde la...