La Desgracia que Enderezó el Eje de mi Vida

Capítulo 19

Dejé el auto como la vez anterior y me adentré entre los árboles, estaba muy fría la mañana y un sol tenue que apenas calentaba el aire, que rozaba el agua del lago poniéndose helado y calando a través de mi campera.

Agoté mis pantorrillas de tanta subida y bajada, metí un chicle a mi boca deseando llegar de una vez... ¿por qué a este hombre le gustaban los lugares complicados? Muy bonito y todo, pero debiera haber un camino por el que se pudiera ir en auto, definitivamente. De todas maneras, por él, valía la pena el esfuerzo.

Cuando al fin llegué, no lo veía por ningún lado, caminé hacia el agua mirando en todas las direcciones y nada. Metí las manos en los bolsillos de mi campera y apreté mis brazos al cuerpo, como si pudiera conservar el poco calor que tenía, maldiciendo el gusto de ese tipo por ese lugar helado y en medio del agua, pero algo suave tapó mis ojos y mi cabeza sorprendiéndome, quedé a oscuras y sólo entraba una pizquita de luz por el tramado del tejido. Reí cuando besó mis labios.

Me quitó aquello de los ojos y lo acomodó en mi cabeza, era un hermoso gorro tejido, tapó mis orejas mientras sonreía y lo admiraba.

—Te queda perfecto...

—¿Tú crees?

—Estoy seguro... —tomó mi rostro con sus manos y me hablaba cariñoso y dulce, yo estaba embobada por completo por sus maneras.

—Llegaste tarde... —dije mientras él largaba una carcajada.

—Era hora de que te hiciera lo mismo, pero para tu información, hace rato que estoy aquí esperándote.

—Mentira... yo miré hacia todos lados y no estabas... no estaba el auto, no estabas tú...

—No... porque te esperé y como no llegabas, me fui hasta la tienda que está en el parador y te compré el gorro, sabía que te quejarías de la caminata, del frío y cuanta cosa... —reí, pues no podía conocerme tanto...

—Bueno... tampoco me trates como una quejosa que no le gusta nada... —hizo una mueca aseverando mi afirmación y le di un pequeño empujón.

—Eres bastante quejosa...