Sábado. Ciudad de Nápoles: Pov _____(Cal)
Sábado 11 de febrero
14:35 p.m.
- "Viti a cisi, ___(Cil)"- Hable con burla mientras repetía lo que ese maldito cabeza de coco decía. – "Miñini nis virimis aquí, in li fuinti, no lliguis tirdi." Tarde mi trasero ¿Qué se cree? ¿Qué soy un perrito que tiene que hacerle caso? JA, nunca de los nunca haría algo tan estúpido y humillante como eso, no soy un maldito perro. – Seguí hablando para mí misma, caminando a paso apresurado hacia mi casa, esperando ver lo más rápido que podía a mi pequeña hermana.
A pesar de que el sol está brillando en lo alto del cielo, pocos rayos de luz lograban llegar a las desoladas calles de los barrios más bajos de Nápoles, nada comparado con el deslumbrante centro abundante de personas que van y vienen con enormes sonrisas en el rostro. La gente aquí era escasa, y la que había se encontraba sobre basureros admirando el cielo o enrollada en si misma despreciando su patética existencia, otros se encontraban vendiendo drogas por ahí. Nada que realmente me importe.
Al seguir caminando de aquel callejón, me encontré con una vereda un poco más animada que la anterior, las personas iban caminando de un lado a otro con pequeños en sus brazos. Algunos lloraban, otros reían y otros estaban allí si hacer nada en realidad.
Mis ojos chocaron con otros, más pequeños y vacíos, grisáceos al igual que todo en mí vida. Me miraba, como si me analizara de arriba abajo, y tras ver que era demasiado aburrida para él simplemente alejo su rostro del mío. Baje el cuello de mi bufanda y simplemente le saque la lengua, al ver esto sonrió de lado con levedad y simplemente asintió en forma de saludo y se fue.
Rodé los ojos y volví a colocar mi hermosa y rojiza bufanda en mi rostro, había comenzado a refrescar de golpe y mi piel comenzaba a erizarse por culpa del repentino cambio de temperatura. Pensé en él aquel mitad japonés, cayendo en la conclusión de que mi hermanita tiene gustos muy raros para las amistades.
Tras un par de minutos finalmente llegue a mi morada, camine un poco por los pequeños escalones de madera, está rechino de golpe y luego me encontraba cayendo por un nuevo hueco que forme recién. Mi pierna sangraba y la tela de mi media estaba rota. Chasque la lengua, molesta al ver que tenía que reparar otra cosa en esta maldita casa.
La puerta de enfrente se abrió de golpe, mostrando al cabeza de nabo verde con orejas de coliflor, parecia preocupado por algo pero aquella mueca de susto desapareció en cuanto me vio. Me ofreció su mano para tratar de sacarme del reciente hueco en la madera, la cual golpee molesta para tratar de salir yo misma, al no poder hacerlo simplemente me tomo por debajo de las axilas y tironeo con cuidado para desatorarme.
- Pude hacerlo sola. – Fue lo primero que salió de mi boca mientras cojeaba hacia la puerta, el por su parte solo coloco mi brazo debajo de sus hombros y me ayudo a caminar. Se encontraba temblando ante mi maltrato reciente, sin saber muy bien cómo reaccionar ante mi latente mal humor. Suspire con pesadez, para luego acariciar aquel horrible peinado. – ¿Cuándo te volviste tan fuerte? –
Una tímida sonrisa apareció en sus labios mientras miraba para otro lado, avergonzado por algo que yo no entendía. – Es gracias a ti que me volví fuerte. – Recibió un fuerte golpe en la cabeza, confundido llevo su mano a la pequeña herida que le había ocasionado, alzo la mirada hasta el sillón en donde me encontraba con alguna que otra lagrima acumulándose en sus ojos. – ¿Por qué hiciste eso? –
- Tienes 18 años maldita sea. – Respondí con fastidio mientras me sacaba mi bota roja y se la lanzaba por la cabeza. – Yo soy la que debería ser más fuerte gracias a ti, solo tengo 13 años maldición. – Termine por quitarme la media, mirando el daño en esta con una mueca, me costaría reparar aquellos malditos orificios. – Además odio tu peinado, porca puttana, pareces una estúpida palmera. –
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La sombra del zipper
RandomBella, bella italia. Nápoles tiene a un asesino dentro de su territorio. Sujetos de diferentes mafias han sido asesinados y saqueados, nada importante hasta que atacaron a un escuadrón de Passione. ¡Bruno Bucciarati! Ese es el nombre del hombre que...