Su nombre es Benedetto

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Un fuerte estruendo había sonado en toda la elegante habitación, un quejido de dolor perforo el aire de aquella oficina tan distinguida en donde se encontraban esas tres personas, pensando sus próximos movimientos y cómo explicarle a Polpo que habían perdido a uno de sus mejores hombres y la mascota que lo acompañaba. Un cuerpo fue arrojado a la terciopelada alfombra sin ningún cuidado. Los tres adultos tenían miradas atónitas ante la vista jadeante de esos dos jóvenes ensangrentados. Brittania intento acercarse para ver el estado en el que se encontraban ambos niños, pero una maraña de sombras le gruñía mientras envolvía al joven de corte parejo. Bad Things se encontraba gruñendo a la rubia mujer, que, con un poco de miedo había logrado que retrocediera con cautela.

La rubia de ojos rojos miro en dirección de la jadeante pelirroja, su bota estaba sobre el esternón de Rika, lo cual confundía a todos y los hacia llenar de cólera, principalmente al enano que miraba fijamente el cañón de pistola que Bucciarati apuntaba a su cabeza.

– Que ni se le ocurra moverse. – Dijo el azabache apuntando al pequeño ruso que miraba desafiante a la mujer pelirroja con fuego en sus ojos. – Esta de muy mal humor, no se va a contener por más que yo se lo ordene, créeme, no te muevas o morirás.

– Muchacho, creí que te habían capturado. – Respondió Big Daddy sin despegarse de su silla, sabiendo que realmente sería una estupidez tratar de desobedecer a ese par que no parecia estar en sus casillas. – ¿Qué sucedió allí?

– Que esta zorra mal nacida te lo explique.

Tras esa confesión tan maliciosa, _____(Cal) pateo el cuerpo de la mujer pasada de sobrepeso, lo suficientemente fuerte como para levantar su cuerpo y que este callera sobre el escritorio del capo, quien abrazo a su amada esposa en cuanto la tuvo cerca, pero un fuerte ruido a su lado lo hizo mirar a la enorme jeringa que Bucciarati había clavado en la mesa. Un líquido grisáceo, casi platinado, brillaba y se contoneaba en el interior. Los tres adultos sabían perfectamente bien que era eso, más la sorpresa inicial aún no se había pasado, era mucha información que asimilar en muy poco tiempo.

Bruno dio un par de pasos atrás para poder cerrar el cuerpo de su compañera con una cremallera, que era el lugar en donde habían escondido esa enorme cosa, para luego ver como el stand de tinieblas se desvanecía al igual que el humo en el aire. La pelirroja estaba cansada, y el por qué solo él lo sabía. La dejo recargarse sobre su hombro, estaba somnolienta por toda la batalla reciente y el completo abandono de la adrenalina en su cuerpo, Bruno quito uno de sus largos mechones mal cortados de su rostro para luego acariciar de manera inconsciente su mejilla.

– ¡¿De dónde mierda sacaron esto?! – La voz de Dimitri había sido la primera en reaccionar entre todo el alarmante caos silencioso. Si esa cosa dentro de la jeringa era lo que creían que era, significaba que Passione pasaría momentos de oscuridad.

La mirada de Bucciarati se volvió fría contra el ruso, mirándolo con desaprobación por haber soltado una grosería. El de ojos azules comenzó a contar todo el relato que ellos se habían perdido, salteando obviamente, las partes en la que su compañera utilizaba su propia sangre para derretir cerrojos o incluso carne humana. Les conto lo que la joven le había explicado, su intento de rescate, el hombre misterioso completamente quemado, la traición de esa mujer, el líquido extraño que les inyectaron, el no poder usar a sus stands hasta dentro de un par de horas, su escape y finalmente su llegada a la escondida casona que se encontraba debajo del balcón de Julieta.

En cuanto Bruno detallo el tema sobre la tracción de La Donna Rika pudo ver como la piel ligeramente bronceada del capo se ponía completamente pálida. Sudaba en frio mientras movía con nerviosismo sus dedos tratando de calmarse, siempre buscando alguna mentira con su Stand, alguna mentira que pudiera limpiar el nombre del amor de su vida, pero nada, ni la más pequeña mentira blanca se asomaba por allí. Bruno había temblado al pensar que Gánster Paradise lograra detectar aquella desviación de tema, pero pareció que no era necesario comerse la cabeza con eso. Ahora, la mirada del pequeño capo se centraba en su mujer que yacía sentada sobre sus rodillas en el piso alfombrado de su oficina.

La sombra del zipperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora