Casa de Bruno. Costa de Nápoles: _______(Cal)
Sábado 13 de marzo. 8:30 a.m.
Su olor era fuerte, pero se mezclaba con la salina del mar que estaba a unos pocos me pasos de mis pies. Me costo incorporarme, era una de las camas mas cómodas en la que había estado durante toda mi vida, y realmente no quería levantarme nunca de su suavidad con olor a vainilla, pero mi estomago rugió en canto pude sentir el dulce olor de un desayuno casero siendo preparado.
Al mirar a mi costado, mi corazón sintió un agradable calor recorriendo mi pecho, lográndome hacer sonreír al ver tal escena. Mi pequeña y dulce hermana dormía plácidamente abrazada al brazo sano del pequeño bastardo mitad y mitad, el cual podía escuchar su calmada y pausada respiración.Me levante lo mas silenciosa posible mientras salía a paso lento de la habitación, cerrando con sumo cuidado la puerta detrás de mi al ver a Carina moviéndose de un lado a otro con levedad, como si se fuera a despertar en cualquier momento.
Solté el suspiro que tenia retenido en mis pulmones en cuanto pude, mirando la azul decoración de la casa. Las paredes estaban divididas por una fraga amarilla, había una mesita de madera en el pasillo con barias fotos en ellas. En cada una aparecía Bucciarati junto con otro hombre mayor a su lado, seguramente se trataba de su padre o algo así. Lo único que me quedaba claro es que eran pescadores, me daba cuenta por las redes y el barco en las fotografías, además del fuer olor marino que desprendía la casa. Se me hacia tierno ver a un pequeño Bruno con una sonrisa de oreja a oreja, creo que solo lo había visto de esa manera un par de veces cuando estábamos juntos. Pero de algo estaba completamente segura, su sentido de la moda era igual de malo como lo era hoy en día. Y tampoco cambio su corte de cabello.– Supongo que Bruno siempre será Bruno. . . – Fue lo primero que dije mientras bajaba las escaleras de madera negra que rechinaban bajo mis pies. El olor a tostadas y jugo era mas fuerte mientras mas me acercaba.
Y de pronto pude ver allí su espalda, me resultaba un poco gracioso el ver su feo cabello atado a una pequeña coleta de caballo que se movía de un lado a otro mientras cocinaba. Sacaba las tostadas de la tostadora, colocaba a la velocidad de la luz la miel y las diferentes mermeladas sobre la mesa mientras la maquina de café hacia un pitido anunciando que ya estaba listo.
En cuanto se dio vuelta pudo verme apoyada en el marco de la puerta, sonriendo de lado medio embobada, lo cual pareció hacerle gracia ya que no pudo contener una pequeña carcajada mientras dejaba las cosas sobre el blanco mantel de la mesa. – Buenos días. – Ahora son buenos. Me respondí a mi misma con sorna mientras lo miraba para compartir una sonrisa y un sonrojo. Finalmente deje mi posición mientras mis ojos bajaban hasta su abdomen vendado. Seguía sin poder creerme que realmente le hice eso, tanto a el como a Haruno los había herido con mi stand, obligando a mi pequeña hermana a hacer uso del suyo. Parece que pudo leer mi expresión como un libro abierto, ya que dejo las cosas que estaba haciendo de lado para levantar mi mentón delicadamente con su mano mientras me sonreía con algo de pena. – No fue culpa tuya. –
Suspire no muy convencida a decir verdad, debí haber resistido mas al efecto de ese stand enemigo, pero realmente me había tomado por sorpresa. Bruno movió sus manos, colocando cada una en mis mejillas mientras corría con su pulgar uno de los mechones disparejos de mi cabello. Quise apartar la mirada, mas sus ojos de zafiro me imposibilitaban la tarea, me sentía tan pequeña cuando me miraba así de fijo, pero a la vez me sentía muy cómoda. Mi corazón no para de palpitar, casi lo sentía en mi garganta, y me daba algo de vergüenza al pensar que el lo escucharía mas sus mejillas rojas me hacían creer que estaba en la misma posición que yo.– ¿Podría. . . .? – Asentí con la cabeza sin despegar los ojos de los suyos. Me sentía atrapada en su olor tan particular. Anhelando que me estrechara mas contra el, pareció leerme nuevamente la mente, o el también quería lo mismo, pero sentí como sus manos bajaban por los costados de mi cuerpo hasta caer en mi cintura. Ahora con mis brazos alrededor de su cuello y nuestro aliento chocando y mezclándose entre si, podía sentir el dolor de aquellos escasos centímetros que alejaba su boca de la mía.
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La sombra del zipper
RandomBella, bella italia. Nápoles tiene a un asesino dentro de su territorio. Sujetos de diferentes mafias han sido asesinados y saqueados, nada importante hasta que atacaron a un escuadrón de Passione. ¡Bruno Bucciarati! Ese es el nombre del hombre que...