Oficina de Big Daddy: ___(Cal)
Miércoles 10 de marzo
1:30 p.m.
Finalmente lo había atrapado y tenía entre mis garras, la gente que pasaba nos miraba tirados en el suelo tras una persecución de unas doce cuadras, pero realmente ya no me importaba en lo más mínimo estar cansada y sudorosa, simplemente tome su mejilla y comencé a estirarla a un tamaño que no era normal gruñendo ante aquella actitud tan infantil que de pronto había tomado. – ¿Quién mierda haz dicho que estaba celosa? – Pero por muy extraño que parezca el simplemente comenzó a reír por lo bajo mientras me miraba.
Sus ojos parecían brillar bajo el cielo azul despejado, eran tan profundos como el océano que solía ver todas las mañanas en Nápoles y que tan poca importancia solía darle importancia ya que siempre está ahí, más ese par de ojos zafiro me hacían pensar en él y solamente en él, después de todo son sus hermosos ojos de zafiro. Suavice mi agarre y termine por levantarme del suelo, escuchando como el hacía lo mismo desde atrás.
Sentía la sangre en mi cuerpo literalmente hirviendo, era una sensación que siempre había odiado con toda mi alma ya que hacia tener a mi cuerpo una extraña opresión en mi pecho mientras que mi corazón no paraba de latir. Sentí los brazos de Bruno abrasándome por la espalda y sobre los hombros, estaba riendo casi a carcajadas mientras me tiraba de la mejilla como yo recientemente lo había hecho, solo que con mucho más cuidado.
– No te enojes, ___(Cal). – Pidió él con amabilidad. – Era solo una broma. –
– No estoy enojada. – Respondí yo apartando el rostro para evitar mirarle mientras me trataba de separar de su agarre sin mucha ganas. El seguía tratando de llamar mi atención más yo con lo terca que podría llegar a ser me negaba a mirarlo hasta que no estuviera completamente enfriada otra vez. Pero una simple acción del pelinegro literalmente hizo que mi sangre ardiera hasta sentir que lava corría por mis venas.
Bucciarati había depositado un pequeño beso en mi mejilla, de hecho solo parecería un simple rose de sus labios pero fue suficiente como para que humo saliera de mi cabeza mientras explotaba enojada gritándole que quien se creía que era para hacer una cosa así. La gente nuevamente volvió a mirarnos mientras las personas sonreían diciendo lo dulce que parecia ser el amor joven durante estos días, lo cual me hacía hervir aún más en cólera.
Me negué a ver a los ojos al maldito cabeza de coco descerebrado, si llegaba a ver lo colorado que estaba mi rostro tendría aguantar todo un mes con burlas de esto. El parecia realmente arrepentido, seguramente pensando que me había ofendido de alguna manera mientras me juraba que nunca más haría una cosa así sin mi consentimiento. Pero por más que quisiera no iba a perdonarlo ¿Qué se cree este mero humano?
Se plantó enfrente de mí sosteniendo mis hombros mientras me miraba con sus brillantes ojos de zafiro, odiaba que me mirara así, así que volví a apartar mi rostro. – ¿Quieres comer? – Me pregunto con un tono tan conocido que estaba segura de que había alzado una de sus prolijas cejas mientras hacia la pregunta. Gire un poco mi cabeza en su dirección, lo suficiente para ver por el rabillo del ojo que se había reído un poco. – ¿En un restaurante? – Ahora lo miraba de perfil con una media sonrisa, parecia estarse aguantando la ganas de soltar una carcajada tanto como yo. – ¿Yo pago? – Finalmente gire por completo mi rostro mientras que el separaba sus elegantes manos de mí. Y tras compartir una sonría ambo nos echamos a reír por la estupidez de nuestra discusión. Su rostro se hablando un poco, casi parecia melancólico mientras volvía a preguntar. – ¿Me perdonas por haber hecho eso? –
Coloque mi dedo índice en donde prácticamente tendría que estar mi mentón cubierto poco mi bufanda de manera pensativa mientras comenzaba a caminar hacia el "Ponte di Castelvecchio", haciendo que mi compañero levemente más alto que yo me siguiera casi en silencio con una pequeña sonrisa en el rostro. – Tal vez te perdone, ¿Qué tiene usted que ofrecer Don Uso la misma ropa desde los nueve años? –
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La sombra del zipper
RandomBella, bella italia. Nápoles tiene a un asesino dentro de su territorio. Sujetos de diferentes mafias han sido asesinados y saqueados, nada importante hasta que atacaron a un escuadrón de Passione. ¡Bruno Bucciarati! Ese es el nombre del hombre que...