Capítulo 19 (Margot)

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–No es justo, me voy a quejar. Si esto lo hubieran dicho antes de viajar, no hubiera viajado.

–¡Ay, ya mujer! ¿no puedes separarte un momento de él? –Mis labios se tuercen mostrando desagrado.

–Sí, pero sigue sin parecerme justo. Arruinaron todo. ¿Cómo se les ocurre separar a los hombres de las mujeres por carros? ¿A caso no se dan cuenta que en nuestra promoción somos más hombres que mujeres?

–Amiga, por favor. Al menos estarás con nosotras. Alégrate por eso.

–¡Quiero hablar con el dueño!

–¡Ya! ¡basta! Realmente pareces tonta. Hay chicos de la promoción que desearían estar en tu lugar, cállate.

Debía decirlo. Mi mente está ocupada pensando en como eliminar aquellos impulsos que me hacen actuar involuntariamente como para aguantar a Anhia. No quiero ilusionar a Patrick, pero el estar sola es una batalla que no puedo ganar. ¿Realmente dependo de un romance para sentirme segura? ¡Ayer casi lo he besado! No me lo perdono.

–Eres muy graciosa –dice Jenny mirando a Anhia. Esta se recuesta en mi hombro, aún renegando.

–Aparte nos hemos tenido que sentar a lo último. ¿Sabes cómo nos fastidiarán los baches en el transcurso del viaje? ¡Son dieciocho horas! –Hace un puchero– Gracias, Jenny.

A la derecha se encuentra Cata, después le sigue Anhia, a su costado yo, luego Jenny y al otro extremo, Julieta. Mi vieja amiga mira a todos lados, la conozco, está nerviosa. Sé que hice mal en no avisarle a las chicas que uniría a Jenny a nuestro grupo de viaje, yo ya lo sabía, pero no quería que se incomoden. Decidí sorprenderlas.

–Y parecerán mas de dieciocho si sigues quejándote –Regaño.

Anhia se percata de mi disgusto, levanta su cabeza y la recuesta a su derecha, a donde Cata.

–¿Puedo ser insoportable contigo? –pregunta.

–Dale. Te aguanto –La morena sonríe.

–¿Qué tal si cuento una historia? –Propone.

–Si dejas de quejarte después, trato hecho.

–Me encantaría –Se introduce en la conversación Jenny. Sé que lo dice por caer bien.

–Había una vez... –Empieza.

–Uy, empezamos mal –comenta Julieta. Ha permanecido en silencio todo el rato. Recién ahora, toma la palabra. Supongo que estaba atenta.

–Oh, está bien. Entonces...

No había una vez un león, un león rey de la selva. Él se encontraba viviendo en un lugar llamado Lo-Fi. Este gran gobernante, se llamaba Michelle. Día a día buscaba la manera de mejorar la vida de los habitantes de Lo-Fi, quienes eran todo tipo de animales, incluso animales que en tu más imperfecta realidad no puedes encontrar. Algo peculiar sucedía en esta jungla, los animales solo podían ser alimentados de los frutos de un único árbol, el cual estaba bajo el mando de Michelle. Este notaba que la porción diaria que les daba a los animales era muy poca y que aquello afectaba en su salud. Así que, un día, después de su extensa siesta, tomó la decisión de elevar la porción de frutas por animal. Esto alegró demasiado a todos aquel que vivía en Lo-Fi. Sin embargo, había un inconveniente, Michelle era el único animal el cual no podía comer de aquel árbol. Por lo tanto, se alimentaba de hojas y ramas que encontraba en las montañas, otro detalle importante era que el león solo podía comer de noche, mientras que todos sus otros amigos animales, solo de día. Esto no influyó nada en su decisión ¡todo sea por su pueblo!

Los días transcurrieron, los animales del bosque se reunían de día a disfrutar de las exquisitas y deliciosas frutas, mientras que el rey de la selva, siendo el único de su especie en Lo-Fi, devoraba sus ramas y hojas en soledad al salir la luna. Michelle se sentía demasiado solo, ninguno de los otros habitantes de la selva lo invitaba o incluía en aquel jolgorio que se formaba para disfrutar sus alimentos diarios. Sin embargo, estos acudían a él para tratar de convencerlo de que siga subiendo la porción. Solo acudían a él cuando necesitaban ayuda, después, no era tomado en cuenta. Aquella actitud codiciosa molestaba a Michelle, pero trataba de ocultarlo, hasta que no pudo más. Un día, decidió reducir la porción de frutas por animal, lo que enfureció a la población de Lo-Fi y con piedras e insultos, lo botaron de la selva.

El tiempo pasó, Michelle deambulaba triste por el rechazo de aquelloS a quienes había ayudado, pero la terrible tristeza veía inminente final, cuando en el día menos pensado y cuando sus fuerzas estaban por agotarse, a una nueva jungla llegó ¡y a millones de leones encontró!

Michelle no volvió sentirse solo. Se unió con sus homogéneos y disfrutaba de su cariño sincero e incondicional. El nuevo integrante de esta selva, aprovechaba cada oportunidad que tenía para acurrucarse en los brazos de a quienes ahora llamaba familia.

–¿Un león que no se come a otros animales? ¿Un león que come solo hojas y ramas? ¿En dónde carajos sucede eso? –Me burlo del cuento absurdo que acaba de narrar la cuatro ojos.

–En mi imaginación, ocurren muchas cosas aquí.

–Bueno, pequeña reina de Lo-Fi, es momento de dormir –matiza Cata masajeando la cabeza de Anhia con ternura.

La pequeña de muelas torcidas visita aquella jungla a través de un profundo sueño, que probablemente al despertar, no recuerde.


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Después de mucho :c Entré a la Universidad y no he tenido tiempo de subir capítulo para nada,  pero no se preocupen, que esta historia seguirá hasta el final.

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