Capítulo 21 (Julieta)

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─Creo que será mejor que me vaya de casa ─musitó con rabia─. Solo discuten y discuten. Quiero que se separen, ya no quiero verlos juntos.

El resto de los integrantes del Elquipo Random se encuentran presentes en la mesa carcajeándose, no sé de qué. Desde que nos hemos sentado, Alex y yo hemos tomado como conversación el tema de sus padres. Ayer durmió en mi casa, ya no se siente seguro en la suya. No se ha despedido de sus padres, solo entró a su casa a sacar su maleta; su padre, durmiendo; su madre, donde su hermana. Tener a la familia en rivalidad es no tener familia, no tener familia es saltar de un monte sin paracaídas. Me he convertido en su arnés.

─Son tu familia. No hables así. Debes de interceder para que se vuelvan a unir ─Lo abrazo y acaricio su cabeza con delicadeza─. Tus padres deben estar juntos, no hable... ─Me interrumpe. Su frente se arruga y sus mejillas se enrojecen.

─ ¿Qué vuelvan a estar juntos? ─Me aparta violentamente. Nadie se percata de lo sucedido─ Para ti es fácil decirlo. Tienes la familia perfecta con las hermanas perfectas. Tienes la tranquilidad de sentarte en el sillón cada noche en tu sala a observar alguna que otra novela, e incluso noticias con tu familia y son felices. Julieta, son felices. No entiendo, no he comprendido aún la atribución que toman las personas para decirte que hagas algo sin tan siquiera estar pasando lo mismo que uno está pasando. Me has faltado el respeto. Me has dicho que aguante toda esta mierda un tiempo más para tener una familia de cartón. ¡Joder! ¡Qué estupidez!

Sus ojos se cristalizaron, va a llorar. Yo solo quiero ayudar, me duele su reacción. Por una parte, lo entiendo a la perfección. Se siente oprimido por todos los problemas, que al parecer, son más grandes que él.

─ Lo siento ─mascullo.

─No te preocupes, no debí reaccionar así ─Enrosca su brazo en mi cuello. Después me da un húmedo beso en la mejilla derecha─. Discúlpame tú ─Devora una cucharada de su plato.

Me resulta asqueroso como todos comen casi embutiéndose. ¿Por qué nadie se da cuenta que el comer te hace engordar? Son unos tontos, tienen en sus manos la figura perfecta y la suprimen por comer como cerdos. No he comido nada desde ayer. Mas que unas cuantas cucharadas de este platillo, aun así, siento que he comido demasiado. Me he defraudado. Tengo mucha hambre, pero debo resistir. La única que no está comiendo es Anhia, si no me equivoco, en un rato hará presente su malestar, lo cual usaré para camuflar sutilmente  el hecho de que tampoco quiero comer. Pasaré desapercibida. Javier ya terminó, todos le siguen.

─Está super raro. No quiero ─confiesa.

—¡Yo tampoco! —digo— Me la he pasado comiendo mucha fruta en el carro y tomando mucha agua. Ya no aguanto. Mi estómago va a explotar. Iré al baño —Cojo mi mochila y me dirijo hacia el cartel que indica los servicios higiénicos. Debo ser rápida.

Entro al baño asqueada, aunque solo hay unas cuantas chicas dentro, hay mal olor. Estoy empezando a dudar de si es que ha sido pollo lo del plato o conejo podrido. No es que mis gases huelan a fresa, pero tampoco exagero.

Camino y diviso un inodoro. Entro , cierro la puerta y dejo mi mochila en el suelo, me encorvo con dirección al váter. Aquí voy, es mi momento. Introduzco mi dedo índice y medio hasta mi garganta sobando, logrando cosquillas. Segundos después, comienzan las náuseas. Ven, por favor, ven ven...

¡BLUAGH! Observo el objetivo con satisfacción en el inodoro y corro la palanca. Introduzco mi mano en el bolsillo trasero del jean. Me limpio con el papel higiénico, lo boto y salgo como si nada hubiera pasado.

─Contigo quiero hablar ─ordena con los brazos cruzados.

Una Anhia decidida se muestra frente a mí. Me dirige a la esquina del lugar para que el resto de muchachas presentes no escuchen lo que va a decir. Se acerca y me mira a los ojos, quizá para lograr sinceridad en mí.

─ ¿Qué sucede contigo? ─indaga.

─Nada.

─No has comido fruta en el camino, ¿por qué mentiste allá? ─Posa sus brazos sobre mis hombros─ He venido y te he escuchado vomitar. Quiero saber que sucede ─titubea─. ¿Puedo ayudarte?

Anhia es muy inteligente, una de las personas más inteligentes. Cabe la posibilidad de que pueda ayudarme. Quizá me dé una solución. No, no lo entendería, solo me juzgaría, pero ella no comió hoy, quizá esté pasando por lo mismo. Creo que puedo confiar en ella.

─ ¿Estás embarazada? ─pregunta.

Que bueno que no abrí mi bocota. Ella se ha preocupado porque se imagina otra cosa. ¡Qué gracioso!

─ No te importa ─digo.

A lo lejos se escucha la voz de uno de los tutores anunciando que los carros están a punto de arrancar, que debemos apresurarnos. Rápidamente los alumnos salen de los baños a montones, me camuflo entre la multitud perdiendo a Anhia. Realmente es tonta, ni siquiera he tenido mi primera vez. Quizá la tenga en este viaje. Los hombres se despiden de las mujeres, unos se dan un beso con lengua incluida, esperando que esta muestra de cariño dure el transcurso del tiempo que falta para llegar a nuestro destino. Hago lo mismo con Alex. Trato de transmitirle mi más inmenso apoyo, todo mi amor. Los dos estamos devastados, estamos juntos en esto.

Al subir al carro, Anhia se siente entre Margot y yo. Se percata que ninguna de las chicas mire y me hace una seña con sus dedos dándome a entender que me estará vigilando. Creo que tendré que mejorar mis técnicas de engaño. Por lo pronto, ¡Tarapoto, allá vamos!

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N.A: Hola de nuevo ♥ 

¡Recomienda la historia! te lo agradecería mucho.

Cada vez más cerca del destino.

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