Capítulo 14. (Julieta)

91 17 5
                                    

—Alex —Capto su atención— ¿no notas algo diferente en mí? —interrogo.

Él se detiene. Me observa detenidamente de la cabeza a los pies. Luego, sigue caminando.

—Julieta, saliste a correr solo un día. No por eso vas a bajar totalmente de peso. Eres muy graciosa.

¿Cómo qué no he bajado de peso? Es que eso es imposible, porque yo recuerdo claramente haber seguido las reglas de blog estrictamente.

—Bueno. Si tú lo dices…

—Además, me gusta como estás. Mientras haya carne de donde agarrar, por mí, perfecto.

—Baboso —digo—. Solo en eso piensas.

—Claro que no —Se altera—. Eres bellísima, tu cuerpo es perfecto y tu inteligencia y manera de actuar es tu atractivo nato. ¡Me encantas! ¿En qué idioma tengo que decírtelo?

—En este idioma basta.

De repente, no leo sus movimientos y me toma por sorpresa al enroscar su brazo derecho en mi cuello. Se manifiesta más preocupado.

—No estarás haciendo esas dietas extremas en donde se deja de comer para obtener un cuerpo perfecto ¿verdad?

No debe enterarse. Nadie debe.

—¡Claro que no! —niego— ¡Me acepto tal y como soy!

—Eso espero. Sabes que a la larga eso solo trae enfermedades. Trastornos alimenticios. Es como si fueras un adicto a drogas. No sabes el daño que te estás haciendo y mueres —narra—. Fea la cosa.

—Sí, lo sé. Sí presto atención a las clases de tutoría —contesto indiferente.

Llegamos a mi casa. Me da un beso en la boca y se va. A veces uno no sabe a qué tipo de gente está llegando su mensaje.

Entro y prendo la luz de la casa. Mis papás ya están durmiendo, mis hermanas también. Me acerco a la mesa y una nota está tendida sobre esta. Encima de una de sus esquinas, el salero, para que no se vuele. Aquello me comunica que la comida está tapada en la cocina. Que si llego muy tarde, la caliente. Ni en sueños.

Sostengo el plato con una mano y lo hecho en una bolsa chequera. Saco varios pedacitos de papel higiénico y los coloco encima junto con basura que hay en mi cuarto. Cierro la bolsa y la boto al tacho. «Quizá nadie lo note» grita mi subconsciente.

¡Llego el momento! Entro a mi cuarto. Por ser la mayor, tengo la dicha de tener cuarto propio. Mis dos hermanas menores comparten el suyo. Hoy es un día súper especial. Lo he esperado desde hace una semana. Introduzco un chicle sin azúcar en mi boca.

Quito mi camisa…

Cuando ví que Alex volteaba a ver con deseo y admiración a una chica que pasó por nuestro lado cuando nos dirigimos al trabajo de Cívica, me dí cuenta que era aquello lo que me faltaba. ¡Nunca había analizado mi cuerpo! ¡Gran error! Mis compañeros de aula siempre hablan de lo buenas que se ven las de los programas de competencia con esos bikinis y shorts pequeños. Ropa que ellas sí podían utilizar y que yo no. Salí a correr y a ejercitarme para probar suerte con Cataleya hace una semana. Lamentablemente no soy buena con el deporte y terminé demasiado cansada y sin ganas de seguir. Ese mismo día, encontré un blog “El reino de Ana” en este encontré a muchas chicas que también desean bajar de peso. Junto con ello, también hallé muy buenos tips para bajar cinco kilos en una semana. Desde ese momento, he sido muy estricta.

Ahora mi brasier…

Si no hubiera tomado la iniciativa de analizar mi gordo y grasoso cuerpo, no me hubiera dado cuenta de aquellos detalles que antes ignoré. Tengo tres rollos que me impiden poder usar tops pequeños. Tengo celulitis en mis muslos. Hay grasa extra en mis caderas. Mi papada es enorme, entre otras cosas.

Quito mi short…

Puede que quizá piensen que el físico es lo de menos. Que lo importante es el interior y les doy la razón, pero necesito sacar este montón de grasa de mi piel. Tengo que mutilar estos excesos de gordura. Imploro que mis piernas sean delgadas y esbeltas. Para que así, puedan fijarse en mi interior. Esta mierda de cuerpo está obstruyendo la vista de lo que realmente valgo. ¡Debo ser una princesa! Nadie quiere ser Rasputia, todas quieren ser los artistas de televisión que modelan ropa de baño o lencería y yo no soy la excepción.

Doy una mirada rápida a mi cuerpo en el espejo que cuelga en la esquina de mi cuarto . Piso la báscula. Gasté todos mis ahorros en ella, pero lo vale. La pantalla pequeña me muestra 44kg. He bajado de peso. ¿Cómo Alex no se ha podido dar cuenta? ¿Es que acaso sigo siendo un cerdo? ¡Oh, mi Dios! Me miro detenidamente y claro que no se ha dado cuenta. Sigo igual. Incluso peor. ¡No lo entiendo! Esta estúpida máquina me dice que he bajado cuatro kilogramos, pero yo no lo noto. Incluso parece que he subido de peso. ¡Joder! ¡no lo entiendo! ¡He sido muy exigente! Solo comer desayuno. No almorzar, no cenar. Beber mucha agua. ¡Maldita sea! ¡he hecho todo! Aún no tengo el cuerpo perfecto. ¡Rayos! quizá estoy exagerando. Quizá esto deba hacerse más seguido. Creo que debo probar algo aún más efectivo.

Debo pensar en las artimañas que usaré toda la semana en Tarapoto para que se crean que como como una niña amante de la comida. Debo hacerles creer que sueño con comida, que vivo por la comida, que amo la comida más que a mi propia vida. Aunque realmente nada de eso sea cierto. Nisiquiera lo de amar mi vida. Estará difícil, pero todo sea por perfección. El bajar kilos es sinónimo de superación y constancia.

_____________________________

La anorexia es una enfermedad que mata. No es un juego, mucho menos un método para perder peso saludable. Si buscas bajar de peso por salud, es mejor consultar con un experto y combinar el ejercicio con la buena alimentación.
No busco incentivar a este transtorno alimenticio. Busco llevarte un mensaje.
GRACIAS por leer, no olvides votar y comentar ❤

El Equipo Random.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora