•CAPITULO 1•

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Aaliyah

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Aaliyah.

La carta

Mi hermana y yo habíamos nacido en Forks. Un pequeño y lluvioso pueblo del condado de Washington, rodeado de un extenso bosque de pinos altos, y  montañas nevadas acariciando el cielo. Específicamente en una comunidad a veinte kilómetros del pueblo, conocido como la Reserva, que estaba a orillas de la costa. Vivíamos en una pequeña casa construida por mi abuelo William – o como sus amigos de pesca solían decirle Will. – Era una casita de madera, con techo de tejas rojas, cubiertas por las hojas de los árboles de pino que se desprendían por el viento, con cortinas largas color café y una vieja televisión llena de polvo que dejamos enfrente del sillón marrón por decoración –o por olvidó–. Y aunque era una niña de apenas siete años cuando nos mudamos a Chicago, podía recordar cada detalle de Forks cómo si los diez años que pase lejos de allí nunca hubieran existido.

El sonido del viento crujir contra las hojas, el aroma a pino que impregnaba en la ropa, el cielo de nubes grises, el frío abrasador que te hacia anhelar una humeante taza de café, la gente tranquila y la paz del  sonidos de las aves. Fue por eso, por Forks, ese casi invisible y mágico pueblito, que Jules tanto anhelaba y admiraba. Y ahora la comprendía. La razón por la que decidió tomar sus maletas a los dieciocho, –a pocos meses luego de su graduación– y marcharse sola devuelta a nuestro hogar, porque ella también lo recordaba, recordaba cada sensación, cada detalle, y cada momento que pasamos en aquella casita del bosque.

— Ya casi llegamos. — informo mi padre mirándome por un segundo por el espejo retrovisor. Sus ojos agotados y tristes, reflejo de noches y horas de insomnio.

«¿Que haremos sin ella? » un pequeño flashback cruzó por su mente. Hace tan solo unos días atrás, donde su padre lloraba desolado a su lado, con mi madre abrazándolo con fuerza. Le preguntaba a su esposa, o más bien a el mismo, como saldría de esto, como sobreviviría a ver a su hija partir antes que él.

Fue allí donde la magia por volver a Forks se desvaneció. Fue allí donde desee más que nunca volver a mí nuestro apartamento en Chicago. Fue allí donde cruze los dedos, y reze que Jules estuviera en esa antigua cabaña, leyendo a un lado de la ventana con una taza de chocolate en su regazo.

Las lágrimas cayeron por mis mejillas, y mi pecho empezó a doler. Dolía, era un dolor insoportable, un dolor que no acababa por más que los días hayan pasado, insistente y torturante.

—oh pequeña... — la voz rota y suave de mi madre me hizo mirarla a los ojos. El brillo del verde de sus ojos, se había desvanecido, se veían opacos, consumidos en la angustia, sin ningún rastro de vida y entusiasmo.

— Saldremos de esto Aaliyah. Te lo prometo. — dijo mi padre en consuelo. Lo único que hize fue rogar que sí, aferrarme a esa promesa como si fuera mi última esperanza.

ʟᴀs ᴘɪsᴀᴅᴀs ᴅᴇʟ ʟᴏʙᴏ |Jacob Black|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora