•CAPITULO 6•

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Aaliyah

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Aaliyah

Cullen de ojos extraños.

— Siéntate hija— dijo mi mamá dándole una palmadita a el asiento blanco e incómodo que estaba atornillado a la pared color crema.

El olor me molestaba, me fastidiaba, así que por reacción ignore a mi madre.

—Aaliyah. — advirtió mi padre al ver mi comportamiento.

—¿Que?— le contesté borde.

— ¿Que te sucede? No hagas tanto drama si, es solo un hospital.

— ¿Cual drama?— respondí y mi madre me reprendió.

Antes de que mi padre dijera algo. El doctor Cullen llamó.

—¿Aaliyah Cooper?.

Gire la mirada y choque con los ojos dorados del doctor. –si eran extraños–. Me acerque, con duda.

«Tenia ese algo que inspiraba confianza, pero a la vez asustaba».

— Veo que tienes una herida— el cerro la puerta tras el. Fruncí el ceño, y mire mi brazo. La sangre había traspasado la venda, y se veía en la pequeña mancha en el abrigo.

«Genial! Otro para la lavadora»

— Un rasguño. — reste. El se acercó y me indico que me sacara el abrigo con delicadeza. No dolía, por lo que lo hize sin dificultad, acto que sorprendió al correr la venda y ver la herida.

— Que rasguño — noté un sarcasmo en su voz, y me moleste. Por alguna razón, me sentia molesta.

Mientras limpiaba la zona y sacaba los instrumentos para coser la herida me limité a observarlo. Era un hombre apuesto,de nariz refinada, cabello perfectamente peinado, y ojos escalofriantes. No había visto un color similar, y la delicadeza con la que se movía parecía que flotaba en el aire. Tenía una belleza envidiable, que te hacia pensar si realmente ese hombre existía. Me daba intriga, y una pizca de inquietud su presencia.

«estas muy desconfiada últimamente Aaliyah» pensé. Podía ser cierto, pero Forks no me daba precisamente confianza, sentía que había algo oculto, algo que no terminaba de cerrarme. Y eso me inquietaba.

—auch— me queje al sentir la aguja atravesar mi piel morena. El doctor alzó la vista.

— Lo siento, crei que la anestesia había hecho efecto—

— Duele como la mierda— Una lágrima cayó por por mi ojo. Mordi mis labios y mire hacia el techo aburrido y gris. Enseguida busco mas anestesia, y sentí el pinchazo.

«maldición»

— Esperaré un segundo y volveré a coserlo.

Asentí y aguante la respiración. Grite del dolor y susto al volver a sentir la aguja cruzar por mi piel, dolía mucho y estaba empezando a dudar que tan profesional era el doctor Cullen.

— Lo lamentó. Esto no había pasado con otro paciente que no sea con...— se detuvo, y yo seguía maldiciendo por dentro— ¿Vives en la reserva?—

Su pregunta fue imprevista, y dude en responder.

— Si.

—¿Conoces a Sam Uley?.

— No tengo conexión con el. —  quise evitar más preguntas, así que le pedí que continuará cociendo.

— Que extraño— oí un susurro cuando se alejó de mi para buscar una gasa, ya que la sangre empezaba a brotar.

—¿Extraño? Extraño es el, y su grupito de perros falderos. Con bermudas y en cuero en pleno invierno, caminando como si no lo sintieran. — escupí. El doctor me miró y sonrió .

— Parecen malos, pero son buenos chicos. — su voz sono como una nota musical.

—Todos dicen eso, pero me dan mala espina. — me negué y el no insistió.

Finalmente termino de cursar la herida, y tuve que morder un cojín para callar mis gritos. La anestesia era una mierda y no había hecho efecto en mi, así que tuve que aguantar y calmar los gritos.

Al salir el doctor Cullen me entrego una paleta de fruta como recompensa y sonreí de lado. No parecía ser tan malo.

Mis padres se levantaron al verme, y yo les sonreí tratando de tranquilisarlos. Todo salió bien, les dije una vez llegué a su lado, ellos agradecieron al doctor y les  que regresaramos en caso de cualquier inconveniente.

—¿Que hay con Sam Uley? ¿Lo conocen? — le pregunté a mis padres una vez subimos al Nissan.

— Es un buen chico, hablé con el varias veces. Paul es amigo suyo, es un chico agradable.

— Deberías juntarte con el y los chicos un día. Salir y distraerte — aconsejo mi madre.

— Podría, pero no quiero. No me agradan.

—¿Porque eres tan desconfiada y malhumorada?¿Desde cuándo? No eras así cuando vivíamos en Chicago, eras amigable y alegre, ahora pareces una muerta con un mal genio y solitaria.

Las palabras de mi mamá se tornaron duras. Y si, podía decir que desde que llegué a Forks, algo en mi había cambiado. Podía culpar a la pubertad, pero llevaba meses así.

— Un día volveré— dije refiriéndome a mi antigua Aaliyah.

«no sabía cuan errada estaba »

ʟᴀs ᴘɪsᴀᴅᴀs ᴅᴇʟ ʟᴏʙᴏ |Jacob Black|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora