J U E V E S
- Presiento que en menos de lo que esperas, vas a saber quién te está mandando esos mensajes.
Las palabras de Silvia salen de su boca con dificultad. Al parecer, al igual que yo, está corriendo para no llegar tarde a clase.
- No sé si quiero que pase. Es muy turbio. Yo creo que le voy a contestar el mensaje y voy a confrontarlo. Nadie se va a reír de mí.
- ¿Qué? -exclama mi amiga, exhausta-. Cata, no hagas tonterías.
- Si no me atrevo, me voy a quedar con la angustia de no saber quién se está inmiscuyendo en mi vida.
Al otro lado de la línea, escucho la respiración agitada de Silvia. Se hace un silencio de casi diez segundos. Tras esto, ella me dice:
- A ver, hagamos esto: dame el número de la persona que te mandó el mensaje. Le voy a hablar yo. Al fin y al cabo estoy en otra ciudad, por lo que no corro peligro en caso lo hubiera.
- Ya, está bien -digo, no del todo convencida.
- Perfecto, Cata. Ahora sí te tengo que dejar. Estoy frente a mi salón.
- Descuida, que te vaya genial.
Y entonces la llamada finaliza. Yo aún sigo subiendo por las escaleras. Esto de tener clase en un quinto piso y desistir de usar el ascensor por cuestiones de tiempo es una tortura.
Cuando llego por fin a la quinta planta, guardo mi celular en el bolsillo izquierdo del pantalón y tras esto, busco con la mirada mi aula.
Sin embargo, lo que encuentro es otra mirada.
Muy amistosa.
De Fabián Camino.
ESTÁS LEYENDO
El chico del ukelele azul
Novela JuvenilUn examen desaprobado, un padre irresponsable, un momento vergonzoso frente al chico que me gusta... ¿qué podría arruinar más mi día? Exacto, un músico parado en la calle cantando la canción favorita de mi exnovio.