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V I E R N E S

Hoy tengo la mañana libre. Los viernes son los días más relajados para mí y esa es la razón principal por la que los amo tanto.

Son casi las diez de la mañana y a través de mi ventana advierto que el día está muy nublado, así como me gustan. Yo, por mi parte, sigo bajo las sábanas mientras reviso mi perfil de Twitter.

Los minutos pasan sin ningún sobresalto, hasta que un mensaje llega de repente e inevitablemente me hace sonreír.

Es Roi.

<<Me apetece verte hoy. ¿Vamos al cine?>>

Esto no lo veía venir en lo absoluto.

<<Me gusta la idea, pero te advierto que soy mucho de pelis cursis.>>

Releo el mensaje que acabo de enviar y sonrío. Es la verdad. Por muy repetitivo que muchos crean que es el cine de romance, soy muy fan de ese género desde muy pequeña. Mi película favorita es, de hecho, Cuestión de tiempo.

Entonces decido comentar tanto con Ana como con Silvia lo que acaba de pasar. La primera en contestar es Ana, que cada vez es más evidente con sus insinuaciones de que entre Roi y yo hay algo, a lo que yo respondo negativamente. No hay manera de que haya algo con alguien que conozco hace apenas cuatro días. Si he aceptado la invitación es porque, al menos, ahora sé que Roi no es un peligro, sino un buen chico al que vale la pena conocer.

Al rato Silvia también me contesta, pero cuando voy a leer su mensaje, escucho el sonido de un celular que desde luego no es el mío.

Busco entre mis almohadas y encuentro... ¡el de mi mamá!

Ayer olvidé devolverle el teléfono y seguro se fue al trabajo dándolo por perdido o simplemente olvidándolo.

Sin embargo, hay algo que me descoloca por completo. El número que está llamando al teléfono de mi mamá es el mismo al que yo llamé anoche.

Es el número de mi acosador.

Empiezo a temblar. Sé que debo contestar sí o sí, pero necesito tomar un poco de valentía para hacerlo. El tiempo me juega en contra, pero en el último timbrazo, alcanzo de responder.

— ¿Hola? —digo, con un hilo de voz.

— Hola, ayer me llamaron dos veces desde este número. ¿Quién eres?

Me quedo helada.

Esa voz no es en absoluto la que me imaginaba que me iba a contestar.

Es la voz de una chica y ahora no sé qué hacer ni qué decir.

El chico del ukelele azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora