A NamJoon le gustaba hablar, SeokJin era más bien callado. No porque fuera tímido o porque solo le gustará escuchar la voz del menor, sino porque sentía que sus palabras no eran ni la mitad de interesantes que las de él.
Jin sentía constantemente que el otro pertenecía a una realidad alterna, una que él no conocía y de la que había escuchado hablar más bien poco.
La mente de NamJoon era un poema que no comprendía. Así era todo él, un poema precioso, complicado y profundo.
"Mira al cielo, ¿sabes que tan grande es el universo? Si pudieras verlo en su totalidad verías que no somos más que un diminuto átomo flotando en medio de la nada y en medio de un todo. Pero si el universo es infinito, ¿no has pensado que nuestra alma también lo es? O sin ser tan espirituales, nosotros podemos ser infinitos. Dentro de nosotros hay todo un universo que puede reflejar todo lo que hay afuera".
Si el universo era infinito y allá fuera solo había más y más galaxias, ¿dónde estaba Dios?
Las palabras de NamJoon tenían algo encantador y embriagador. Jin no era capaz de interrumpirlo, solo asentía y se sumía en sus propios pensamientos.
"Creo que mi universo no es tan interesante como el tuyo" quiso decirle, pero no se atrevió.
Así pasaban las horas del almuerzo y los recreos. Se sentaban debajo de un árbol, dibujando formas en el aire con sus manos entrelazadas y mientras NamJoon hablaba, Jin, recostado en su hombro, veía hipnotizado sus manos jugando entre ellas.
Aunque fuera difícil, se esforzaba por estar a su altura. No podía hablar de conceptos tan completos como NamJoon, pero podía discutir el libro que leían o la película que habían visto la noche anterior. En esos momentos, el menor sonreía y a veces le daba la razón, cosa que llenaba a Jin de orgullo y autosatisfacción.
Se volvió rutina ir a su casa al salir de la escuela. A diferencia del primer día, ahora era más fácil encontrar formas de entretenerse que no fuera solo leer. NamJoon reproducía música en su computador y Jin fue descubriendo sus gustos musicales poco a poco; el hip hop le parecía muy ruidoso, y algunos grupos de rock que por más que NamJoon amara él no los soportaba.
Una tarde NamJoon lo dejó en su habitación y fue a buscar algo de comer, cuando volvió lo encontró cantando Always on my mind de Elvis Preasley.
Lo escucho detrás de la puerta a escondidas.
El chico que le gustaba estaba cantando con una voz de ángel una canción de su artista favorito, ¿qué más podía pedir?
Jin cantaba en voz baja con timidez, y aunque le faltaba práctica y la pronunciación de las palabras le costaba tenía en verdad una voz preciosa.
Cuando se sintió satisfecho, NamJoon abrió la puerta de un portazo exclamando:
—¡Woah! ¿Eres acaso el amor de mi vida?
SeokJin guardo silencio de repente, enrojeció y le tiró una almohada encima.
No hacían nada especial cuando estaban juntos. No iban a fiestas, no tenían más amigos, ni salían a muchos lugares. Y a pesar de todo eso, estaban obsesionados con la compañía del otro. Esto trajo reacciones diferentes al hogar de cada uno. Mientras que Jin tuvo problemas con sus padres por llegar tarde a casa todos los días, la madre de NamJoon les dejaba dinero para que pidieran domicilios o salieran a comer.
Conocer a la madre de NamJoon no fue una experiencia precisamente agradable para Jin. Ocurrió un día en el que al salir de clases parecía que el cielo se estuviera cayendo, nadie tenía paraguas ni impermeables. Montones de estudiantes se amontonaron en la entrada hasta que no tuvieron más opción que salir a mojarse por la cerrada del recinto.
ESTÁS LEYENDO
Heaven hates you, but I love you • NamJin •
FanfictionDicen que todos tenemos una persona destinada, que todos merecemos alguien que nos agarre de la mano con fuerza y esté dispuesto a ir hasta el fin del mundo sin soltarla. También dicen que son solo unos pocos suertudos los que logran encontrarla. Ki...