Capítulo XIII

122 21 10
                                    


Jin y JungKook no tenían nada que ver en cuanto a personalidad. Eran como el blanco negro, no hay colores más opuestos, pero no imposible de mezclar. A pesar de eso, siempre estaban juntos. Incluso en la escuela, aunque no lo quisieran, siempre se topaban. Era como si tuvieran un hilo atado en el dedo que se tensaba con cada paso contrario que daban. Si no fuera porque la diferencia de edad los obligaba a separarse casi no se podría diferenciar la vida de cada de uno.

En la escuela, JungKook se reunía con sus amigos, chicos de su edad con los que compartía la misma característica de lucir como si hubieran tomado un litro de bebida energética en el desayuno.

Jin, por su parte, se quedaba solo. No necesitaba gastar su energía con personas que nunca iba a entender. Y quería que ese nuevo año se mantuviera así, siendo invisible. Pero desde el primer día de aquel nuevo año empezó a predecir que no iba a ser un año tranquilo.

El mal augurio tenía nombre y apellido, era un sujeto de cabello tinturado en las puntas con un color rojo. Llegó diez minutos antes de la primera clase del año, cruzó la puerta con una confianza que hacía voltear la cabeza hasta al más desinteresado. No hablo con nadie, ni se molestó en saludar. Se apropió del primer escritorio vacío que vio y se dispuso a jugar un juego en su celular.

De todos los lugares vacíos, escogió sentarse al lado de SeokJin.

Jin solo volteó a verlo por un segundo y notó en sus ojos un tono rojizo. Al principio no se preocupó demasiado, no tenía problemas con los nuevos. No hubiera tenido ningún problema si fuera un chico nuevo normal, de esos que son callados y tratan de ser amigables. Incluso intentó presentarse, no recibió una buena respuesta.

Conforme pasaba el día fue entendiendo que aquel chico era la definición de irritante y un buscador de atención, un digno candidato al payaso de la clase. Era ese tipo de estudiante que prefería burlarse en voz alta de los profesores que tratar de entender que sucedió en la revolución francesa. Y como no, tratar de engatusar a cualquier chica que encajara en su ideal de chica bonita. Y JiWon encajaba perfectamente.

—¿Cómo te llamas, linda? —La abordó el chico cuando ella se acercó a Jin para preguntarle como la había pasado en sus vacaciones.

—¿Cómo te llamas tú, mejor? —respondió ella, sorprendida por la atención.

Una atención que por más que buscaba en Jin, nunca obtenía.

—HyungJin. Escucha muy bien ese nombre porque nunca lo vas a olvidar.

"Escucha muy bien ese nombre porque nunca lo vas a olvidar". En el futuro, Jin recordaría esa frase como si hubiera sido dicha para él.

Eso había sido tan solo el primer día. El resto de le semana no mejoró.

HyungJin parecía desesperado por aumentar sus contactos de teléfono, en los pocos días que llevaba allí ya había obtenido el número de la mitad de la escuela. A Jin le costaba entender que alguien fuera tan social. Todos los días se acercaba a alguien diferente y le pedía su número a la vez que intentaba descifrar si la persona con la que hablaba era virgen o no. Quizá por eso no le había pedido el número a Jin, era demasiado aburrido para que HyungJin siquiera lo volteara a mirar, ¿cierto?

Desearía que de verdad así hubiera sido.

Aquel primer viernes daba fin a la primera semana de clase, esa semana había sido más agotadora de lo normal. Al tocar el timbre, echó todos sus cuadernos a su maleta y salió primero que todos. Sorpresivamente, HyungJin lo persiguió. Como no estaba para perseguirlo demasiado, levantó la mano y lo agarró de la maleta deteniéndolo en seco.

Heaven hates you, but I love you  • NamJin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora