Capítulo XXX

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"Eres una persona que me hace sentir que he corrido varios kilometros; haces mi corazón latir con fuerza, pero sobre todo, me haces sentir muy agotado."


Las calles que conocía tan bien se sentían frías y sin vida. Incluso los arboles parecían haber perdido su color lleno de vida.

Odiaba volver al lugar que alguna vez fue su hogar; ahora no era más que una máquina de malos recuerdos que se estrellaban violentamente contra su cabeza. Cada esquina, cada rostro, cada encuentro le traía memorias desagradables. Era como si hasta el aire que se respiraba allí estuviera contaminado con odio.

NamJoon estacionó a unas cuadras del departamento de SeokJin. Apagó el motor, sacó las llaves y se las guardó en el bolsillo. El sonido tintineante del metal pudo haber resultado exasperante si la música también se hubiera detenido. NamJoon no planeaba bajarse del auto, por lo que empezó a ajustar las canciones en la radio mientras SeokJin contaba para sí mismo hasta cinco tratando con todas sus fuerzas de no entrar en pánico.

Hace años que no volvía a casa. Si es que a ese lugar se le podía seguir llamando "casa".

Tenía en frente de él su vecindario, y el camino a casa. Aquel mismo camino que había recorrido durante toda su adolescencia e infancia con una maleta repleta de libros. Ese sendero le traía tantos recuerdos, pero los malos recuerdos opacaban a los buenos y le hacía sentir completamente enfermo. Podía recordar las ganas de vomitar que sentía en las mañanas cuando iba a la escuela, y podía escuchar las voces de JungKook y NamJoon haciendo eco entre las casas que siempre parecían vacías.

Sentado en el asiento del auto, con el cinturón apretándole el cuello y cortándole la respiración, era incapaz de ejercer un solo movimiento para salir del auto. No le gustaba recordar su pasado, pero este siempre volvía en forma de dolorosos recuerdos. No importaba si los recuerdos eran buenos o malos, el solo hecho de recordar el pasado lo paralizaba por completo.

Lo único que se movía en su cuerpo eran sus labios temblando. Al notarlo, NamJoon apagó la música dejando espacio a un silencio aterrador a sus oídos.

—¿Quieres que te acompañé? —preguntó NamJoon. Su voz salió más brusca de lo que él pretendía—. En serio que lo haría, pero a tus padres les daría algo de solo verme por la ventana.

—Eso no es cierto —mintió Jin volviendo a poner la música y revolviéndose incomodo en su sitio.

"Remember the days of skipping school...". NamJoon empezó a cantar en voz baja Never Say Goodbye de Bon Jovi.

Él estaba tan tranquilo, y despreocupado. Jin envidiaba eso, envidiaba esa paz. A veces sentía como si una sombra le pusiera constantemente un peso encima que le robaba la oportunidad de alcanzar esa paz a la que tanto aspiraba.

—Más abajo, volteando esa esquina, recuerdo que me besaste por primera vez —comentó NamJoon riendo un poco apenado—. Estabas desesperado ese día.

Jin no podía verlo de esa forma, los buenos momentos ahora parecían lejanos y borrosos.

Sin embargo, era imposible que los buenos recuerdos se desvanecieran por completo y la imagen que se estaba repitiendo en la cabeza de NamJoon acudió también a su mente de forma lenta pero clara. Esa calle pudo haber sido el mismo lugar donde el pavimento se había llenado con su sangre, pero también era el mismo lugar donde había descubierto el cosquilleo en el pecho que se siente cuando se besa a una persona que se ama. Ese día, todos sus miedos se habían ido de alguna forma por un breve instante con aquel roce con la boca del chico del que estaba tan perdidamente enamorado, pero que se negaba a aceptar.

Heaven hates you, but I love you  • NamJin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora