CapÍtulo XVI

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"Hay personas en las que encuentras el cielo. Pero en otras, encuentras el infierno".



Se levantó antes de que sonará la alarma. La mañana se sentía diferente en casa de NamJoon, más cálida, a pesar de que estuviera iluminada por la fría luz del sol saliendo. Aspiró el aroma del pijama que llevaba puesta, suavizante de bebé. Volteó un poco y se encontró con él, dormido. Su pijama mal colocada, su cabello desordenado, la boca un poco abierta. Por primera vez veía con detenimiento sus pestañas, pequeñas y cortas. 

Otra vez volvió un pensamiento recurrente. ¿Acaso Dios le había enviado uno de sus ángeles favoritos para pecar con él? No podía ser de otra forma. Quizá estuvo así más de una hora, o solo fueron unos minutos, el tiempo era indefinible en aquellos momentos. Apagó la alarma un minuto antes de que sonará para poder despertarlo él mismo. La alarma era demasiado agresiva y no quería eso para él. Pasó su mano por la superficie de su cabello como si tocara una flor, con cuidado de no romperla o hacerle daño. Él se movió un poco ante el tacto. Jin se acercó un poco más a él, sus cuerpos estaban tan juntos que se sintió nervioso. Siguió acariciando su cabello, bajando por sus mejillas y volviendo a su cabello color avellana hasta que fue abriendo los ojos. Había algo en ese momento que no podría describirle a nadie, una mezcla de felicidad y el sentimiento de estar en un hogar. Había algo que compartían los dos, en ese momento. El secreto de como se sentía la verdadera felicidad y el amor. Él bostezó y estiró su cuerpo, y lo abrazó por sorpresa esta vez poniéndose él encima.

—Buenos días —su voz era mucho más ronca de lo normal.

Sonrió, se veía más pálido cuando acababa de despertar. Jin acarició su espalda y su cintura, se inclinó un poco para besar su nariz y luego el menor le copio depositando un beso en el mismo lugar. Luego se dejó caer a su lado, pero sin dejar de estar encima. NamJoon pasó su pierna por encima de él sin dejar de abrazarlo, respiraba tranquilamente en su nuca. Le besó el cuello con cariño, pequeños besos que hacían cosquillas. Jin cerraba los ojos sintiendo su tacto, le detuvo jalando su cabello un poco. 

—No quiero ir a la escuela —admitió Jin, quejumbroso.

—Muy astuto, pero no tienes opción —Un beso lento, sin prisa, apreciando cada milímetro de sus bocas y sintiendo como sus corazones se sincronizaban.

Luego, recibió un último beso, dulce y rapido en la frente. NamJoon se levantó de un salto de la cama, dejándole con ganas de más. 

Era rapido, Jin siempre se quedaba un buen rato acostado ganando fuerzas para levantarse. Lo vio buscar algo entre un cajón, le arrojó un cepillo de dientes nuevo que Jin no pudo atrapar el aire. 

Al terminar de cepillarse los dientes, Jin dejó aquel cepillo al lado del que era de NamJoon, en el mismo vaso. Ahora habian dos cepillos en su casa, y uno le pertenecía. Ese detalle tan hogareño le hizo sonreír.

Al salir de ducharse, encontró a NamJoon tendiendo su cama. Jin traía la toalla en su cintura y el cabello mojado todavía escurría. El menor lo observó embobado de forma disimulada, pequeñas gotas se deslizaban por sus brazos y espalda, olía tanto a jabón que se preguntó si había dejado algo para él. Cuando Jin se volvió a verlo, NamJoon apartó la mirada fingiendo que se concentraba en un hilo que sobresalía de una de las mantas.

Jin tomó su ropa con manos temblorosas, dio vueltas en el lugar no sabiendo qué hacer. NamJoon pareció entender la razón de sus nervios y salió de la habitación.

Heaven hates you, but I love you  • NamJin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora