Capitulo I

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Las hojas del libro destacan entre el silencio de su habitación, intentando olvidar por un rato los sentimientos que la atormentan desde hace días. El segundo círculo del infierno existe para gente como él, esperando hambrientamente por simples humanos que no solo se enamoraron en su vida; dejaron que el amor nublara su razón, los cegara y dejaran que sus instintos más carnales tomaran control de ellos. Está destinado a vivir eternamente en medio de un torbellino de desesperación, lo sabe perfectamente como sabe que volvería a caer en el mismo pecado mil veces aunque le costara una vida en el infierno, tanto en la tierra como después de la muerte.

SeokJin siempre fue un chico entregado a Dios, como buen cristiano rezaba cada día, agradecía por estar vivo cada que las cosas se ponían difíciles, leía la biblia todas las noches y no faltaba un solo fin de semana a su iglesia.

¿Cómo pudo una simple sonrisa hacerlo dudar de todo de lo que siempre creyó verdadero? ¿Cómo se puede entender que en toda tu vida quizá se ha vivido en una mentira? ¿Qué el mundo es cruel y que quizá el Dios que alguien considera tan cercano se pueda convertir en una voz que atormenta día y noche?

Un fuerte ruido lo separo bruscamente de sus pensamientos, la hoja que leía de la Biblia se perdió entre otras tantas. Frustrado guardo la Biblia en un cajón y se levantó para buscar dónde provenía el ruido. Estaba seguro de que si su hermana no le bajaba a su música se quedaría sordo.

—¡Jiyoung, bájale a esa música! —gritó intentando hacerse escuchar entre un solo de guitarra.

Al no obtener respuesta irrumpió en el cuarto sin permiso. La encontró tocando la guitarra efusivamente mientras sacudía la cabeza arriba y abajo. Si sus padres la hubieran visto en ese momento empezarían a rezar de inmediato para que su hija dejara de "traer demonios a la casa". Odiaban que a su hija le gustara ese tipo de música que ellos consideraban "del mundo". SeokJin recientemente noto que se sentía extraño cuando escuchaba ese tipo de música, especialmente cuando venía de su hermana. Sentía como si algo le pesara en el pecho. Busco el conector del bafle y lo desconecto rápidamente.

—¡¿Qué mierda haces?! —espetó Jiyoung con enfado.

A veces, más que enojarle las acciones de su hermana le molestaba su vocabulario.

—¡Esa boca! —la señalo con el dedo—. Trece años y hablas como un tipo de veintiocho con nula educación.

—Y tú tienes diecisiete y pareces una vieja de ochenta años. —Le arrancó el conector y lo conecto de nuevo—. ¡Largo de mi cuarto!

Él la observó fríamente negándose a mover.

—Mis padres no están! Puedo practicar mi música sin que nadie me moleste —escupió ella—. Si no te gusta vete. ¿Qué no tendrías que estar en la escuela?

SeokJin siguió en su lugar. Se observaron fijamente a los ojos peleándose sin mediar una sola palabra. Hasta que completamente harta, la menor se acercó a él y le arranco bruscamente el cable del altavoz. Lo conecto de nuevo y reprodujo la primera canción que vio con el volumen asemejándose al de una discoteca. SeokJin se tapó los oídos y volvió a intentar desconectarlo, pero JiYoung se lo impidió sacándolo a empujones de su cuarto y cerrándole la puerta en la cara.

Se quedó un rato analizando la puerta de madera de su hermana. Noto por primera vez la enorme ironía que era que su hermana se comportara de esa forma y tuviera calcomanías con frases cristianas pegadas en la puerta de su habitación.

En el pasado, su madre solía llegar del trabajo con regalos para los dos, uno de sus muchos regalos habían sido esas grandes calcomanías de colores que enunciaban cosas como "eres un regalo de Dios" o "Dios premia al hijo obediente".

Heaven hates you, but I love you  • NamJin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora