Capítulo 17- Azotea

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El Ángel del Rey

Llevaba toda la mañana con mal humor, más allá del ya típico de su persona. Pero apenas sonó la campana del primer descanso, salió como estrella fugaz a buscar al dueño de sus pensamientos, entrando en cada salón que veía, sin fijarse ni el año. Con desesperación buscaba la cabellera anaranjada de sus más íntimos deseos, buscaba su pequeña silueta y sus preciosos ojos dorados hasta que finalmente pudo dar con ellos.

—¡Hinata idiota! ¡¿Cómo te atreves a quedar en una clase diferente a la mía?! —Irrumpió su salón con toda libertad y arrogancia, ganándose de inmediato la atención de todos, principalmente la del mencionado, quien se encontraba comiendo de lo más tranquilo algunos dulces en su asiento.

—Dios me libre de compartir hasta eso contigo... —se atrevió a murmurar por lo bajo luego de tragar y así enfrentó la mirada del más alto—. ¡Deja de gritar, estás llamando demasiado la atención! —Lo regañó molesto.

—¡Tú no puedes mandarme, yo soy la ley! —Se señaló con aires de grandeza y total confianza. Destacaba demasiado, sobre todo por aquella corona que llevaba egocéntricamente sobre su cabeza y que toda la clase observaba curiosa.

—Ugh... sí que estás loco... —Se cubrió parte de la cara para evitar mirarlo. Se sentía un tanto incómodo recordando el suceso donde fue repentinamente acorralado y besado por toda su cara.

Entonces en su banco se posicionaron las manos del rey, y con esa intimidante mirada volvió a ganarse su atención.

—Ven conmigo... —dijo con un tono bajo y ronco, pero amenazante.

—N-No quiero... —Se apartó lo más posible, aún sin levantarse de su asiento.

—¡Ven...! —Se puso aún más amenazante empezando a tironear el brazo del chico, logrando que se levantara.

—¡Wahhhh! ¡S-Suéltame, idiota! —gritó sujetándose de la silla con su otra mano, sin embargo sólo consiguió ser arrastrado y arrastrar a la silla en el acto—. ¡D-Detente...! —Y de repente su cuerpo tomó altura, cara a cara con el suelo. ¿Por qué lo miraba desde arriba?

—Cállate, eres muy escandaloso. —Se fue caminando tranquilamente mientras cargaba en su hombro al ángel, como si fuera un costal de papas, ya que ciertamente no pesaba nada, era muy ligero.

"Tan suave..."

El chico no desperdició ni un segundo para empezar a patalear y quejarse. Los gritos resonaban por toda la escuela y justamente toda la escuela se detenía para mirar. Pero nadie se atrevía a acercarse, puesto que la cara de pocos amigos del rey era lo suficientemente intimidante como para mantenerlos alejados, permitiéndole así caminar con libertad.

—¡D-De acuerdo, de acuerdo! ¡Tiempo fuera! —pidió algo agotado ya, después de tantos gritos y forcejeos. Se sentía un tanto mareado también, sólo podía ver como las largas piernas de su secuestrador ascendían escalón tras escalón, y el miedo de caer rodando por las escaleras incrementaba con cada uno—. ¡Ha-hagamos un trato...! —seguía suplicando, volviendo a patalear como forma de llamar la atención—. ¡Dije tiempo fuera, detente de una vez! —Golpeó su espalda y los pasos se detuvieron entonces, pero aun así no lo bajó.

—¿Trato? —preguntó con esa voz baja e inexpresiva.

—¡S-Sí, hagamos un trato, así que sólo bájame...! Se me está subiendo la sangre a la cabeza... —se quejó adolorido. El sujeto se había convertido en un fastidio desde el día 1.

Y así sus pies volvieron a tocar el suelo, sintiendo cómo el mundo que estaba dado vuelta volvía a su lugar violentamente, provocándole más mareos. Su espalda chocó contra una pared y enseguida una sombra acosadora lo acorraló. Apenas y pudo notar que se encontraba en la azotea de la escuela.

—¿Entonces harás lo que yo quiera? —Las cosas seguían dando vueltas, pero eso había sonado muy claro y demandante, porque su aura persistente era tan fuerte que incluso a una gran distancia la notaría.

—Yo nunca dije que... —Pero se atragantó con sus propias palabras, incapaz de contradecir a su majestad. Sentía que los ojos azules lo desafiaban—. ¡Tú también tienes que hacer lo que yo te diga! —Y los ojos dorados contraatacaron, con reproche y queja.

"Realmente no sé..."

No sabía cuántas veces su corazón se había acelerado con algún gesto, alguna palabra o movimiento del ángel, pero seguía sin acostumbrarse.

"Cómo se supone que debería mirarte..."

Tragó saliva, su rostro estaba ardiendo. Tenía demasiada emoción en ese momento y la cercanía de sus rostros le ponía la piel de gallina.

"Me pones el mundo de cabeza..."

—E-Entonces... ¿Qué es lo que quieres? —Estaba más nervioso de lo que podía ocultar, pero ni siquiera podía pensar en retroceder más de lo que ya estaba pegado a la pared.

El rey tenía al ángel servido en bandeja.

~***~


Los siguientes capítulos quiero que sean más largos y mejor redactados ya. Poco a poco voy a ir mejorando o por lo menos intentándolo :,v

En fin, gracias por leer. No olviden dejarme su opinión en los comentarios, me encanta leerlas y siempre ando con ganas de responder a cualquier duda o lo que sea. Saludos!! >3

El Ángel del Rey [KageHina] Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora