CAPITULO IX

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¡Estúpido millonario sexy!, aún percibo su perfume en mi mejilla, mi sexo palpita y los labios me hormiguean, ¿Cómo logró hacerme sentir tanto, con tan poco? ¿Y cómo yo me dejé llevar hasta ese punto?, no debo permitírselo, no voy a ser una cita más en su larga lista.

Al despertar lo primero que hago es revisar mi celular, el Sr. no ha llamado. Me comen las ansias por estrenar mi caballete, así que tomo el bastidor blanco y lo coloco sobre el caballete, lo observo un largo rato, imaginando los colores que le darán vida. Realizo pequeños trazos a lápiz y empiezo a aplicar color, dibujo dos ojos caricaturescos, con algunas ondas saliendo de ellos, la mitad en colores grises y la otra mitad de diversos colores vivos, no será un cuadro lindo, pero tendrá espíritu y significado "Un lado oscuro, sombrío y otro vivo y radiante".

Son las 2 de la tarde y el Sr. me manda un mensaje preguntando si estoy bien y si voy a bajar a comer, le respondo que estoy bien y que comeré más tarde, no recibo respuesta.

Estoy contemplando la pintura, la terminé hace 5 minutos y siempre que termino una, me gusta observarla, es como si me hablara, un solo golpe en la puerta me interrumpe, me levanto a regañadientes, al abrir me recorre el cuerpo con ojos encendidos quemando a su paso, y esa sonrisa torcida. Bajo la mirada –¡¡Madres!! -. Le cierro la puerta en la cara, estoy en calzones y una blusita de tirantes con la que se me nota todo -¡¡Trágame tierra!! –. Mis manos, piernas y brazos están salpicados de pintura, me resulta imposible pintar sin terminar igual que los cuadros, llena de colores por todos lados. Corro a ponerme el short de la pijama y un brasier, me sujeto el cabello y me obligo a abrir la puerta, ¡Genial!, ahora tiene una enorme y coqueta sonrisa torcida.

Terry: Te veías mejor hace solo un minuto. (Pongo los ojos en blanco).

Paty: ¿Qué se le ofrece Sr.?

Terry: Buenas tardes. (Con tono sarcástico y levantamiento de cejas me recuerda los buenos modales, pero si solo le falta pegarme con una regla o ponerme orejas de burro como prefecto).

Paty: Buenas tardes, ¿Necesita algo? (Pregunto molesta).

Terry: Saber si te encuentras bien, son las 4 de la tarde y no has comido nada.

Paty: ¡Las 4! No me di cuenta, se me fue el tiempo.

Terry: ¿Estás remodelando tú misma el cuarto? (Inquiere al tiempo que frota con su pulgar mi mejilla, doy un paso hacia atrás y aprovecha para entrar, la privacidad no impera en este lugar).

Paty: No, estaba pintando un rato.

Terry: ¿Puedo verlo? (Se acerca a la pintura, no me da tiempo a responder).

Ya estando frente a ella, su sonrisa se desvanece, sus cejas forman una "V", ladea la cabeza, creo que ni siquiera le encuentra forma, ¿Por qué no dice nada? Seguro debe estar pensando que es horrible.

(En el libro ya publicado tanto físico como digital aparece la foto de la pintura realizada por la  autora, Claudia A. Pérez R., con técnica mixta, en octubre del 2013).

Terry: Lo mejor de las pinturas, es lo que te hacen sentir al observarlas y la pregunta del millón siempre es ¿Qué significado tiene para el artista?

Paty: Nada en particular (Claramente estoy mintiendo).

Terry: No hay arte, sin sentimiento. Y ya te dije que no insultes mi intelecto con mentiras baratas.

Paty: Mmm, es personal.

Terry: Claro, te veo en ella y es hermosa, como tú. (Asegura sin apartar esos enigmáticos ojos azul profundo de la pintura. Agradezco avergonzada, apenas en un susurro, se acerca y vuelve a frotar su pulgar contra mi mejilla y esa coqueta y torcida sonrisa es la cereza del pastel en sus perfectas facciones). Ahora que has terminado, baja a comer y ve decidiendo dónde la colocarás.

El Sr. del ParaísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora