CAPÍTULO XX

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PATY

¡Dios mío! ¿Cómo es posible que no me diera cuenta de su dolor?, ha pasado demasiadas horas sin su medicamento.

No tengo fuerzas, pero quiero salir de aquí cuanto antes, el Sr. necesita descansar, su rostro refleja dolor, y nunca lo escuché quejarse tanto. Salimos de la caverna y caminamos como el Sr. lo indica, escucho sus quejidos a mi espalda, giro el rostro para ver cómo se encuentra pero me hace un gesto para que continúe caminando. Finalmente llegamos al helicóptero y Frankco nos ayuda a subir.

Despegamos, el Sr. mantiene la mandíbula tensa, al sufrir un espasmo cierra los ojos y una vez que pasa le pide una pastilla más a Frankco.

El helicóptero aterriza sobre la casa, no tenía idea de que había aquí un helipuerto, el Sr. me regala una media sonrisa forzada, estoy agotada, pero seguramente no se compara con lo mal que él debe sentirse, al aterrizar, Frankco baja primero para ayudarnos a bajar.

Terry: Llévate el helicóptero y ve a hacerte cargo de lo que haga falta, asegúrate de que no haya desaparecidos. (Él responde afirmativamente y Jesse aparece en escena, seguramente el Sr. va a culparlo por mi desaparición). Y tú, lárgate con Frankco, talvez al lado de él sirvas para algo. (Jesse obedece con la mirada gacha, el Sr. tomándome de la mano me saca del lugar, bajamos por unas escaleras que nos llevan al primer piso, a una habitación, salimos de ella y al llegar al pasillo me toma por la mejilla.

Terry: Ya estamos en casa. (Asiento, su imagen se emborrona por las lágrimas que inundan mis ojos, ha sido una de las peores noches de mi vida, pero al menos ha sido a su lado, lo abrazo recargándome en su costado derecho para no lastimarlo más). ¿Cómo te sientes?

Paty: Estoy bien. (Respondo tragándome las lágrimas para no preocuparlo más).

Adele llega a nosotros con una terrible angustia reflejada en sus finas facciones, pobre. La tranquilizamos haciéndole ver que estamos bien, y asegura que ya nos tiene preparada una sopa de papa y queso que nos sentará bien, la cual más tarde bajaremos a comer.

Terry: Date una ducha con agua tibia y baja a comer. (Intento protestar pero me interrumpe). Hazlo por mí, necesito saber que estás bien, has pasado más de 24 horas sin alimento.

Paty: Yo también necesito que usted esté bien.

Terry: Lo estoy, solo necesito descansar.

Su semblante me dice todo lo contrario, pero no quiero discutir con él, no ahora, en su habitación le retiro el vendaje, su hombro está muy inflamado, aun no entiendo cómo pude no darme cuenta, al terminar me meto a la ducha con agua tibia.

Me duele cada músculo del cuerpo, estoy agotada tanto física como emocionalmente ¿Cómo fue que pasamos por todo esto? No logro apartar de mi mente la desesperación en sus ojos, pero gracias a que se abrió, ahora puedo entenderlo mejor, mi Sr...

La sensación de pánico fue terrible, aunque en el fondo sabía que era él quien me sujetaba, y logró tranquilizarme a pesar del fuerte dolor por el que debía estar pasando...

Me dirijo a su habitación antes de bajar a comer, está a punto de meterse a la cama, con solo el pantalón de pijama.

Terry: ¿Qué pasa? ¿Todo bien?

Paty: Sí, solo quería ponerle la pomada y el vendaje antes de bajar.

Noto en su rostro que el dolor ya no lo atormenta, al menos no como antes, pero aun así refleja cansancio. Se sienta en la cama y le froto la pomada, con una exhalación profunda me da a entender que lo agradece. Me pide que baje a comer, la verdad es que tengo más sueño que hambre, pero pidiéndome las cosas de esa forma, tan preocupado, es imposible negarme, también me informa que ya viene un médico para revisarme, que no creo que sea necesario, pero sé que sería una discusión perdida.

El Sr. del ParaísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora