CAPÍTULO XVIII

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Terry

Al dirigirme a entrenar kung fu, me encuentro con ella en el jardín jugando con Toretto, sonríe, la luz de sus ojos ha regresado, igual que el dulce rubor de sus mejillas, está preciosa, tan diferente a las últimas semanas sombrías, de las cuales yo soy el único culpable.

Paty: Sr. ¿En dónde quiere que cite a la chica de esta noche? (Me quedo inmóvil contemplándola, hasta su tono de voz es diferente, ansío abrazarla y llenarla de besos ¿Cómo demonios logra provocarme tantas sensaciones con tan solo una sonrisa?).

Terry: No cites a nadie hoy, posiblemente no salga esta noche.

Mi hombro sigue molestando más de la cuenta, no ha sido una buena semana, talvez me excedí en los entrenamientos, y no he dormido lo suficiente, definitivamente necesito descansar, talvez ahora que he solucionado el problema de Paty pueda hacerlo.

Realizo ejercicios de meditación, la intensidad del dolor no ha bajado con la pastilla y eso dificulta mi concentración. De regreso a mi habitación, Paty me intercepta en las escaleras.

Paty: ¿Gusta que cenemos juntos?

No tengo apetito, el maldito dolor no me da tregua, pero su sonrisa es tan cálida que no puedo negarme y acordamos vernos a las 9 en el comedor.

Después de una ducha y descansar, el dolor baja un poco, pero no lo suficiente. Me encuentro con Paty en el comedor contemplando una pintura.

Terry: Uno no se cansa de observarlas, ¿Cierto?

Paty: No, son fascinantes. (A su lado, doy un vistazo a la pintura y después fijo la mirada en ella).

Terry: No tanto como tu sonrisa. (Nuestras miradas se conectan).

Paty: Gracias, por todo.

Terry: La verdad no necesita agradecerse. (Retiro la silla para que tome asiento a mi lado).

Paty: Mi padre está feliz, me pidió que le agradeciera de su parte.

Terry: Me alegro. (Digo sinceramente, intentando esbozar una sonrisa, pero el dolor no me lo está poniendo fácil, Adele llega con la cena, Paty menciona algo acerca de las obras de teatro que se estrenarán el siguiente fin de semana, a lo que solo me limito a asentir, estoy fatigado).

Paty: No cree que ya es tiempo de dejar que Toretto salga de los terrenos de la casa, ya está más fuerte que un toro.

Terry: ¿Qué?

Paty: ¿Que si no piensa dejar salir a Toretto?

Terry: No, ya viste lo que sucedió.

Paty: Pero él muere de ganas de salir. (¿Por qué insiste? ¿No fui claro al decir que NO?).

Terry: El terreno de la casa es lo suficientemente grande. (Intento responder tranquilo).

Paty: Sí, pero a él no parece bastarle. (La sangre me hierve en un segundo, me levanto exasperado aventando la silla hacia atrás y golpeando la mesa con la palma de la mano).

Terry: ¡¡Con un carajo!! (Una fuerte punzada en el hombro provoca que me incline hacia adelante, sujetándomelo, Paty se levanta colocándose a mi lado).

Paty: ¡Sr.! (Exclama en un susurro, me tomo un momento para recuperarme, al abrir los ojos me encuentro con su mirada preocupada).

Terry: Estoy bien... solo... (Aspiro profundamente. Me extiende la pastilla y un vaso con agua, al tragar cierro los ojos, necesito recuperar el control, no quiero tratarla así, pero en ocasiones el maldito dolor me hace perder los estribos). ¿Me acompañas a la habitación?

El Sr. del ParaísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora