CAPITULO XVII

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TERRY

Dejo escapar un gruñido desde el fondo de mi garganta, por el dolor que me obliga a regresar a mi maldita realidad, pero mantengo los ojos cerrados. Una pequeña y cálida mano toma la mía, me tranquiliza acariciando mi cabello, está aquí, ¿Qué demonios pasó? No quiero moverme, si lo hago, una fuerte punzada en el hombro terminará por despertarme, los párpados me pesan, pero logro abrirlos con dificultad, estoy en mi habitación, tardo un momento en enfocar la mirada, sus hermosas facciones lucen cansadas.

Paty: ¿Se encuentra bien? (Pregunta en un bajo tono de voz, no sé qué carajos contestar a eso).

Terry: Dame una pastilla. (Ordeno con voz áspera, por la boca seca).

Se acerca con la pastilla y el vaso de agua, ¡Demonios!, tengo que levantarme, me sujeto el hombro y me inclino hacia adelante, -¡¡Carajo!! -. La punzada de dolor que ya sabía que vendría, me paraliza, cierro los ojos para contenerme, al abrirlos me encuentro con su mirada preocupada, separo los labios y me da la pastilla seguida del agua, trago y sigo bebiendo hasta acabar con el líquido. Antes de volver a acostarme Paty acomoda mis almohadas para que esté más cómodo, al acercarse su aroma a chocolate me invade, y no puedo evitar aspirar profundamente.

Paty: ¿Mejor? (Pregunta en tono dulce, tan diferente a la última vez que hablamos, asiento).

Terry: ¿Qué haces aquí? (Mi voz suena muy ronca).

Paty: Estaba preocupada, y vine a verlo. (¿Preocupada? Ahora resulta que está preocupada).

Terry: ¿Cuánto llevo durmiendo? ¿Qué día es?

Paty: Jueves, sus amigos se fueron ayer.

Ok... Las imágenes comienzan a ensamblarse en mi cabeza, discutimos en la playa, "Yo quiero algo muy diferente, ese es el tipo de mujeres que usted quiere, las que se merece". Esas palabras estuvieron taladrándome la cabeza los últimos días, estuvimos bebiendo en la playa, más tarde encendimos una fogata, mandé a traer un grupo para que tocara ahí, y terminamos encamados con las chicas en la habitación, el lunes no fue muy diferente, pasamos de la alberca a la playa, a andar en moto acuática, subimos al yate con unas francesas que nos encontramos y terminamos en el bar del Delux, y el martes no dejamos ni que llegara la cruda, seguimos bebiendo, mis riñones e hígado deben estar a punto de explotar, fuimos al bar de salsa y unas colombianas se nos acercaron, solo que no dijeron que más tarde llegarían sus parejas, ¿A quién carajos se le ocurre dejar ir solas a un bar a tremendas viejotas? Aparte de buenas, andaban muy cachondas y cuando los novios, amigos, o maridos llegaron, se armó el desmadre, y yo que estaba esperando no a quién me la había hecho, sino quién me la pagara... Y supongo que ya las conocían porque no llegaron precisamente por nosotros sino por ellas, un tipo grande afroamericano, con pinta de jugador de la NFL llegó y levantó de un jalón a la chica que tenía sentada en el regazo, y debe estar deseando no haberlo hecho, comenzaron a volar vasos, botellas, las chicas gritaron, el grupo dejó de tocar, voltearon sillas, y...

Terry: ¿Y Frankco? ¿Está bien?

Paty: Sí, está allá abajo, comiendo. (Seguro ya se encargó del desmadre que armé, después de que nos deshicimos de los tipos, nos fuimos con las chicas a la suite y bueno, ayer después de curarnos la cruda finalmente se fueron al aeropuerto). Pásame mi celular.

Son las 4 de la tarde, verifico los mensajes, avisaron desde ayer su arribo y que necesitaban vacaciones de las vacaciones, creo que en esta ocasión nos excedimos.

Paty: ¿Necesita algo más? ¿Quiere que le pida algo de comer?

Terry: Dile a Adele que quiero un huatape de camarón, en un rato bajo y a Frankco que suba.

El Sr. del ParaísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora