Capítulo 19. (El baile)

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Nunca antes me había sentido tan expuesto ante la multitud, todos nos miran y eso, en cierto modo me encanta; siempre me ha gustado ser el centro de interés, aunque sé que en este momento, toda la atención recibida no sólo es por mí, sino que gran...

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Nunca antes me había sentido tan expuesto ante la multitud, todos nos miran y eso, en cierto modo me encanta; siempre me ha gustado ser el centro de interés, aunque sé que en este momento, toda la atención recibida no sólo es por mí, sino que gran parte de culpa la tienen las acusaciones que se ciernen sobre la empresa, pero a pesar de eso, siento las miradas de deseo de los Alfas a cada paso que doy, y mientras Víctor no suelte mi mano, las disfruto como el Omega vanidoso que soy; nadie se atreverá a tocarme mientras mi Alfa esté cerca, pero hay algo que no me deja disfrutar el momento como quisiera; tengo calor, mucho calor.

Trato de aflojar el nudo de mi corbata, pero tampoco quiero que se vea desarreglado. Esta cena saldrá seguramente en todos los titulares de sociedad y en los de economía, y mi padre me enseñó, que hay que guardar las apariencias siempre en estos casos, aunque uno no se encuentre del todo bien; así es que mientras una periodista nos pregunta un montón de tonterías a las que no presto mucha atención; mi Alfa que es consciente en todo momento de mi estado, me sopla en el cuello suavemente, y para mi desgracia, yo me estremezco; no quiero enviarle señales equivocadas, pero el control que tengo sobre mi cuerpo en este momento, es limitado.

Una vez que nos hemos librado de ella, nos acercamos a la mesa que nos corresponde. La música suave y el murmullo de la gente nos envuelve, trago saliva al notar cómo la mano de Víctor se desliza suave por mi espalda hasta posarse en mi trasero; obviamente se está aprovechando de la situación, sabe que no es probable que yo reaccione delante de tanta gente y tanta prensa. Diría que mi Alfa es capaz de sacar partido en su beneficio, hasta de esta desagradable situación en la que todo el mundo le acusa. Un camarero se acerca a nosotros y pedimos algo de beber, como es habitual en estos eventos, mi Alfa pide por mí, cosa que siempre me ha desagradado, pero esta vez más, puesto que me causa bastante ansiedad ver cómo a él le sirven un Whisky, a mi un refresco y a Peter que está sentado justo a mi lado, sólo un zumo de frutas. Mataría por beberme ese whisky.

Estoy sediento, miro alrededor movido por la curiosidad, y veo cómo la gente habla desviando su mirada hacia nosotros de cuando en cuando, pero no es hasta que veo una figura conocida, justo en una mesa que se encuentra al otro lado del salón, frente a nosotros, que el corazón me da un vuelco inesperado.

Steve está en la sala.
No lo entiendo. ¿Qué hace aquí? ¡Dios! Está aún más guapo de lo que lo recordaba.

— Sr. Stark. ¿Está bien? — Peter tira de mi manga y susurra en mi oído —. ¿Ha visto algo? — El muchacho pregunta dirigiendo su mirada hacia donde yo lo hago y me hace darme cuenta, de que estoy siendo demasiado obvio.

— No, todo está bien niño, es sólo que hace demasiado calor.

La mirada de Steve y la mía se cruzan cada vez que alzo la vista, es inevitable, pues él no deja de mirarme y cada vez que esto sucede, es como si el tiempo se detuviera. Me siento arder y sin pensarlo demasiado, agarro el vaso de mi Alfa y le doy un gran trago.

LO QUE NO ES AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora