Capítulo 11. (Hasta el final de la línea)

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He despertado sin ti y me siento tan extraño, porque habría jurado que acababa de estar contigo en sueños; que había sentido el roce de tus dedos en mi cuello, y que susurrabas algo en mi oído, que no llegué a entender

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He despertado sin ti y me siento tan extraño, porque habría jurado que acababa de estar contigo en sueños; que había sentido el roce de tus dedos en mi cuello, y que susurrabas algo en mi oído, que no llegué a entender. Pero ahora, al abrir los ojos, sólo siento mi marca arder y el sudor empapando mi cuerpo. No quiero regresar a casa, haré lo que sea para no volver contigo, pero la necesidad de verte es demasiado grande, de escuchar tu voz aunque sea gritándome.

Me levanto despacio del sofá para no hacer ruido, y lo primero que veo es a Steve dormido en una silla frente a mí; se ve hermoso durmiendo, siento la tentación de delinear su rostro con la punta de mis dedos , pero no quiero despertarle, con uno de los dos que no pueda dormir, es suficiente. Por otro lado, no me puedo creer que haya cambiado la comodidad de su cama, por esa silla solo para estar cerca de mí. Pensaría que es adorable, de no ser porque estoy demasiado agobiado en este momento.

Caigo en la cuenta, de que no quiero que me vea así; seguramente pensaría que soy un débil Omega que no sabe valerse por sí mismo, y yo odio cuando los Alfas piensan eso de mi; cuando me miran con condescendencia y Dios, él es el capitán América, es lo último que quiero que piense de mi.

Casi de puntillas, salgo del apartamento en busca de algo o de alguien que me pueda ayudar; necesito sacarme como sea esta ansiedad de encima, antes de que me vuelva loco.

Bajo las escaleras, y toco la puerta del apartamento que hay justo debajo del de Steve, recordando que es dónde han alojado a Bruce. Sé que es de madrugada, pero la verdad, no me importa; estoy demasiado nervioso y me da miedo salir corriendo de vuelta a casa, aunque sea así, con mis pies descalzos, por lo que al ver que tardan en abrir, golpeo insistentemente.

— ¡¿Se puede saber quién diabl?! - Aquella Alfa del Quinjet, abre furiosa la puerta y empieza a maldecir con un acento que podría apostar a que es ruso, pero se frena en seco al verme ante ella, creo que se ha relamido, pero prefiero obviar eso; espero no estar metiéndome en la cueva del lobo.

— Señora... Señora Alfa o como quiera que se llame. ¡Necesito hablar con Bruce, es urgente! — Trato de ser amable, aunque para ser honestos, eso nunca se me dio bien.

— También puedes hablar conmigo, ya que me has despertado y que parece que no te apetece demasiado quedarte con Steve —. Trago saliva y trato de todos modos, de entrar en la casa en busca de mi amigo, pero la Alfa no me lo pone fácil, está invadiendo mi espacio personal, hasta el punto de olfatear mi cuello.

— ¡Fuch! ¡Señora Alfa! ¿Donde están su orgullo y su dignidad? ¡No somos animales! — La Alfa da un gruñido y un paso atrás de repente; al principio creo que ha sido por mis palabras, pero en seguida me doy cuenta, de que se debe más bien a que ha visto la marca de mi cuello.

— ¡Natasha, haga el favor de no molestar a mi amigo Tony! - Bruce aparece por detrás de la Alfa, que resulta llamarse Natasha.

— ¿Y quien dijo que le estoy molestando? Este estúpido Omega ya se dejó morder por Steve, y en la primera noche. ¡Vaya sin son rápidos!

LO QUE NO ES AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora