Capítulo 9. (¿Es esto amor?)

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Esta zona es un maldito caos y no sé exactamente por qué o contra quien luchamos, los soldados que inundan el lugar, se afanan en combatir a una gran bestia de color verde que no les deja avanzar

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Esta zona es un maldito caos y no sé exactamente por qué o contra quien luchamos, los soldados que inundan el lugar, se afanan en combatir a una gran bestia de color verde que no les deja avanzar. Al principio creí que todos eran del mismo bando, pues estos soldados lucen en su brazo una bandera con fondo verde y una gran lazada negra y roja, pero ahora escucho por el intercomunicador cómo Natasha advierte al equipo de que esta bandera pertenece al reino de Latveria, por lo que deduzco que luchamos contra la guardia de ese tal Von Doom del que habló Fury.

De la bestia no tenemos información, pero no parece estar de su lado, ni del nuestro.

He logrado aprovechando la confusión que parece reinar en el lugar, avanzar hacia la casa, está claro que la bestia oculta algo aquí que no quiere que nadie vea, tal vez sea el objeto volante que estamos buscando.

Me encuentro rodeando la casa en busca de una entrada trasera o algún tipo de almacén donde pudiera estar oculto el objeto, cuando me parece estar viviendo un dejavú, al sentir el dulce aroma que me ha sido imposible olvidar desde hace un par de días.
"Café y chocolate caliente." Me digo a mi mismo que es imposible estar oliéndolo aquí, en Calcuta.

Comienzo a pensar que esta nueva obsesión que tengo me está haciendo perder la razón, cuando de repente les veo.

En medio de la oscuridad que rodea la casa, distingo la silueta de dos hombres que parecen estar discutiendo, de pronto uno empuja al otro contra la pared de la vivienda y este es apenas iluminado por la tenue luz de las lamparitas que penden de la fachada. Mis ojos se abren de par en par así cómo mi boca, no puedo confundir esa silueta así cómo ese olor.
Da igual que estemos en Calcuta, no estoy loco.

Entro en pánico al ver cómo el hombre más alto le tiene aprisionado contra la pared, sin duda le está ahogando. Mi instinto Alfa se activa y mi cuerpo entero se tensa, es entonces cuando actúo por inercia. Salgo disparado de entre las sombras que me ocultan y lanzo con fuerza mi escudo contra el hombre que tiene entre sus manos el cuello de él Omega, por suerte le derribo al primer intento, cae y Tony; "si, Tony," también. Corro con desesperación hacia él, que se arrastra con dificultad hacia el otro hombre, al acercarme me doy cuenta de que se trata de un imponente Alfa, lo reconozco por la clase de aroma que desprende y por su porte.
El Omega respira con mucha dificultad, su aroma delata el terror que siente, necesito sacarlo de aquí lo antes posible, lo separo del Alfa y lo cargo para llevarlo lejos.

No puedo dirigirme hacia el Quinjet de momento, pues tendría que atravesar todo el lugar donde se está desarrollando la contienda, necesito alejarlo de aquí para que se recupere y después le llevaré a su casa.

Camino por la zona desértica cargando al Omega, confío en que la oscuridad de la noche nos ayude a ocultarnos, pues es complicado esconderse en este lugar, porque no hay casi vegetación, pero las dunas y alguna zona rocosa servirán. Rodeo un cortante y deposito al Omega con cuidado sobre la roca arenosa, casi me da pena dejar de cargarlo, la sensación de tenerle entre mis brazos y sentir el calor de su cuerpo contra el mío, me hacen sentir un tipo de adrenalina muy distinta a la que siento en batalla.

LO QUE NO ES AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora