LO QUE NO ES AMOR.

Capítulo 12 (Mi ángel)

Tal vez hemos dormido por más de 10 horas, la verdad es que no lo sé. Conseguí acostar a Tony en mi cama y que se durmiera entre mis brazos, supongo que el que consiguiera conciliar el sueño, no fue sólo mérito mío, la gran cantidad de alcohol en su cuerpo también ayudó. ¿Quién me hubiera dicho hace nada más unos días, que me encontraría así? Viendo como toda la estabilidad que hay a mi alrededor, tiembla y amenaza con ser destruida; y a pesar de esto, sintiéndome feliz por retener entre mis brazos al causante de ello; estoy completamente seguro de que antes de él, nunca me habría atrevido a tal cosa, a abrazar a un Omega propiedad de otro Alfa, pero ahora estoy metido en esto hasta el cuello, no puedo dejar de sentir que el lugar que he estado buscando para mí, desde mi vuelta, es aquí, ahora; que él es mi lugar en el mundo.

Le abrazo por la espalda y beso sus cabellos castaños y alborotados, me encanta aspirar su olor y sentir el sube y baja de su abdomen al respirar; fuera debe hacer algo de frío, pero el cuerpo de Tony es tan cálido, que pasaría el resto de mi vida abrazándole. Si no supiera que sucedió realmente, juraría que todo lo vivido anoche, sólo ha sido un mal sueño, pues ahora se ve tan tranquilo pegado a mi cuerpo, que no quiero mover ni un músculo con tal de que no despierte.

Los rayos de sol se cuelan por la ventana y poco a poco alcanzan sus pestañas, desde aquí no alcanzo a verlas bien, pero me digo a mi mismo que ojalá otro día tenga la oportunidad de contarlas. Cierro los ojos y deseo con todas mis fuerzas que se sienta mejor hoy.

Tony se revuelve lentamente entre las sábanas, se gira hacia mí y arruga la nariz al rozarse con el vello de mi pecho, pero después se acomoda en él como si fuera lo más normal del mundo. Hay algo que me tiene muy intrigado con respecto a él y que no se si preguntarle, pues lo más seguro es que tampoco tenga la respuesta.

Un Omega enlazado jamás podría dormir abrazado a otro Alfa, no soportaría su olor, pero Tony siempre parece encontrar la calma entre los míos, es como si fueran el lugar perfecto donde contener todos sus miedos y sus emociones.

Me encuentro delineando sus cejas y el perfil de sus orejas, memorizándolos, cuando vuelve a removerse y abre los ojos poco a poco, parece un poco confundido cuando su mirada conecta con la mía. Nos quedamos así, mirándonos por un rato, sin decir nada; seguramente dado su estado de embriaguez de anoche, no es consciente de como acabamos aquí, pero no parece dispuesto a preguntar, no quiero presionarle y le acompaño en su silencio mientras juego suavemente con las hebras de su pelo; soy totalmente consciente de que lo adoro como si fuera un ángel, que ha caído directamente desde el cielo hasta mi cama. Al cabo de un rato se dirige a mí, con la voz un poco ronca.

— Capitán Rogers, más le vale no haberse propasado conmigo.

— ¿Acaso sientes que me haya propasado de algún modo? — Me río al comprobar que ya comienza con su extraño sentido del humor.

— Lo único que siento es que me va a estallar la cabeza y tú estás tan cerca que serás el primero en probar mis sesos.

— Tal vez deberíamos desayunar, o merendar. No sé qué hora sea en verdad y después de eso te daré un analgésico para que se te pase.