Capítulo 21 (filias)

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A veces las cosas se complican sin más, Tony tal vez necesita un médico y yo no lo soy, he curado sus heridas con lo que tenía en casa, al menos en el ejército nos dieron cursos de primeros auxilios, pero está en más de cuarenta grados de fiebre y no sé qué hacer para bajarla. Llamé a Bruce, pero no me coge el teléfono y Natasha tampoco. Por otro lado no soy tan tonto como para llevarlo a un doctor externo, pues con Doom acechando sería cosa de minutos que diera con nosotros.

Ahora, tras haberle dado un baño con agua tibia, yace dormido en mi cama y aún así, recién bañando, su aroma llena la habitación y entorpece mis pensamientos. Bueno.... quiero pensar que duerme, pero lo cierto es que está inconsciente debido a la fiebre. Su cuerpo menudo y curvilineo,  está perlado en sudor y sus labios rojos he hinchados. Es una verdadera tentación acercarse a ellos cada vez que me inclino sobre su cuerpo, para ponerle un paño frío sobre la frente, y cuando lo hago, suelta quejidos y jadeos leves que me hacen estremecer ante la impotencia de pensar, que sé lo que su cuerpo necesita, pero no voy a dárselo, o mejor dicho; no debería, porque en verdad, siento que él es la única cosa que quiero tocar en mi vida.

Froto su mejilla contra la mía en un acto reflejo con el que pretendo impregnar mi aroma en él, sentir que al menos es un poco mío y seguidamente compruebo que aún sigue sin despertar. Esto debería preocuparme, pero en cambio por mi mente sólo pasa la idea de que tengo ante mí una deliciosa escena digna de ser admirada; Tony inconsciente, con las mejillas sonrojadas por la fiebre, algunos golpes que me duelen seguro más a mí que a él, y una ceja arqueada que le hace parecer cualquier cosa, menos un niño bueno e inocente.

No lo resisto más y recorro su rostro rozándolo con la punta de mis dedos y luego su torso desnudo, con tan sólo unas leves caricias su cuerpo se estremece. Es tan hermoso, que lo que antes era un leve roce de mis dedos, poco a poco se va transformando en profundas caricias con las palmas de mis manos. El Omega se revuelve soltando un jadeo y sin pensar realmente en lo que estoy haciendo, introduzco mi mano por debajo de la toalla que he dejado envuelta alrededor de su cintura. Está muy mojado y caliente, tanto que de inmediato sus fluidos empapan mi mano y tras dibujar su estrella con mis dedos, no me cuesta nada acceder a su interior. Una vez dentro comienzo a moverlos con lentitud, tratando de encontrar el punto exacto donde calmar su necesidad, pero aparte de estimularlo a él, quien se está excitando soy yo. — ¡Dios! De seguro esto es ilegal, está inconsciente y no tengo su consentimiento. Debo estar enfermo, porque tan sólo de pensar que esto es así, me excito aún más.

La respiración de Tony comienza a agitarse, y yo en mi lucha interna con lo que es correcto y lo que no, rezo por hacerle correrse antes de que recobre el conocimiento o pienso, que estaré en serios problemas. Su hermoso cuerpo se tensa por el placer y me detengo para comprobar su inconsciencia de nuevo. Soy lo peor, pienso, porque siento como una sensación de alivio me recorre entero al comprobar que sigue profundamente dormido.

La forma en que se ve, tan metido en sus sueños, le hacen lucir aún más adorable de lo normal y ya no lo soporto más; mi plan principal de hacerle correrse sólo con mis dedos se va al traste, cuando al sacar mi mano de su interior, siento como sus piernas se aprietan alrededor de mis caderas y todo su cuerpo se mueve buscando más aún sin despertar. Está bien, a partir de ahora acepto que he perdido todo el control de la situación. Me apoyo con una de mis manos tratando de ganar un espacio que en realidad no quiero, y con la otra bajo rápidamente mi ropa, exhalo aliviado al ver como el bóxer ya no aprisiona mi erecto y doloroso miembro, que ya gotea pre semen de tanto resistirme a la tentación, que es tenerle tan cerca.

LO QUE NO ES AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora