6. Increíble detalle

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Sigo bastante decaída por la muerte de Rebecca, sin embargo el recuerdo de esos ojos verdes ocupa todo mi pensamiento, su simple mirada me atrapó, ni siquiera le hable pero apuesto a que su voz es hermosa también, se que es muy probable que no la vuelva a ver y eso me decae un poco más. Debo decir que la verdad es que siento como si estuviese traicionando a Rebecca, como si le estuviera siendo infiel, se que no debería pensar eso pues la relación terminó y aunque eso no hubiese pasado, ella murió, por lo que, sea como sea, mi estado sería... ¿viuda?... no se si eso se pueda aplicar a lo que fue un noviazgo nada más.

En fin, estoy acostada de tal manera que mis pies cuelgan por una de las esquinas y el resto de mi cuerpo atraviesa el colchón, estoy tendida boca arriba con los ojos cerrados, inconscientemente empiezo a recordar a Rebecca, como recorría con sus labios mi rostro y mi cuello mientras yo estaba acostada en esta misma posición y ella sobre mi con esa sonrisa tan linda que tenía, no puedo evitar suspirar de tristeza al abrir los ojos y, obviamente, verme sola, vuelvo a cerrar los ojos y no se en que momento me he quedé dormida, pero al despertar, retazos de mi sueño se quedan flotando en mi mente, imágenes de Rebecca se combinaban con bellos ojos verdes y un susurro que decía solo mi nombre de manera constante y rítmica. No se porque estoy sonriendo, pero por primera vez desde hace más de un mes, me siento feliz.

Es sábado por lo que no debo preocuparme por la escuela, de repente Adrián irrumpe en mi habitación y yo me sobresalto, ha pasado a recogerme sin avisar por lo que me bañó lo más rápido posible y me pongo lo primero que encuentro; vamos caminando hacia la parada del autobús y mi cabello sigue goteando en mi espalda, Adrían se burla y yo le dedico una mirada asesina por lo que desvía su mirada de mi sin dejar de reírse. El autobús ha llegado y abordo después de Adrián sin prestar atención a mi alrededor, él se ha sentado en el asiento de la ventana por lo que me toca en el del pasillo, lo veo molesta un momento y el me sonríe, odio estar sentada en el pasillo, es incomodo.

-Oye, por cierto- me dice él mientras ve indiferente por la ventana- cuando regresé a la barra para pedir otra bebida tus amigas... o debería decir tus ex-novias, me preguntaron donde estabas y les dije que te había perdido de vista, me creyeron y se fueron... me debes una.

-Gracias, a decir verdad cuando nos despedimos no supe si irme o no... sabes, cuando atravesamos la pista vi a una chica y me gustó mucho, me pareció conocida pero le di un vistazo tan fugaz que a decir verdad pudo haber sido mi imaginación.

-Que lastima, te hubieras quedado.

-Si...- digo distraída- ¿A donde vamos?

-Hasta que preguntas, siempre quieres saber que planeo y ya me estaba preocupando porque no me preguntabas. No me veas así, no planeo nada loco, solo vamos a comer, a dar una vuelta por la ciudad, y te tengo una pequeña sorpresa, te va a gustar, no te alarmes, tu co...

-Si, si, yo confió en ti- le digo interrumpiéndole, ya se que diga lo que le diga no cambiara de parecer y no quiero gastar energía en una discusión sin sentido.

Después de ir a comer, caminamos por el centro y pasamos a una tienda de arte, lo miro con una ceja alzada y media sonrisa dibujada en el rostro, el solo me sonríe y me jala tomándome de la muñeca, saluda al encargado como si fueran grandes amigos, hasta le planta un besos sonoro en la mejilla antes de que se retire a bodega para ir por unas cosas, pasados unos diez minutos vuelve con una gran caja que pone frente a nosotros, tiene un moño encima y una tarjeta hecha a mano que dice:

Devuelve el color a tu vida, no desperdicies tu talento... ni mi dinero. Adrián.

Lo volteo a ver muy sorprendida y él solo me abraza.

-Querida, has que el arte vuelva a tu vida, vuelve a sonreír, quiero saludarte y que huelas raro por todos las pinturas y barnices que solías usar, quiero de vuelta a la Denisse que conocía.

Su sonrisa es muy sincera y por primera vez puedo ver que en verdad está preocupado por mi.

-No debiste... gracias- le digo con un hilo de voz.

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Desde que llegue a casa ayer por la tarde no he dejado de pintar y dibujar, he hecho de todo, desde bocetos con lápiz hasta acuarelas, desde grabados en madera hasta pequeñas esculturas, me siento viva de nuevo. Mi madre entra a mi habitación para ver que me ocurre pues no he bajado ni a comer, a decir verdad no he ido ni al baño, no he dormido, al entrar se queda en silencio y con una gran sorpresa en el rostro.

-Querida... esto es impresionante, hace tanto tiempo que no creabas nada...

-Lo se, es maravilloso, ¿no crees, mamá?

-Si... lo es... baja a comer algo, no de mal pases o te sentirás mal, te quiero- me dice antes de darme un abrazo y retirarse de mi habitación.

Estoy agotada, y siento como la adrenalina empieza a abandonar mi cuerpo, me siento en mi cama para admirar mi trabajo por primera vez desde que inicie ayer por la tarde, es hermoso, es cierto; Rebecca aparece por aquí y por allá, he pintado paisajes y todo lo que se me ocurriera, cuando paso la vista por el ultimo de los cuadros que acabo de terminar me doy cuenta de algo. Había empezado a dibujar el camión que usamos hoy, tal como lo recordaba en ese momento, tengo una muy buena retención para detalles de ese tipo, sin embargo no me había percatado de algo, me acerco al cuadro un tanto incrédula, pero si, ahí están los mismos ojos verdes que vi en "El túnel", la respiración se me corta... ella estaba dos asientos adelante y me veía de reojo... tuve una segunda oportunidad y sin darme cuenta la deje pasar.

Labios carmesí (lesb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora