10. Sensaciones

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Ella sabe que no logro desviar mi vista de sus labios, que el pulso se me ha acelerado, que los instintos amenazan con bloquear mi razón para después abalanzarme a por sus excitantes labios. Me sonríe provocativa, se acerca dejando una distancia mínima de unos cuantos centímetros entre nuestros labios, su respiración tan cerca, su calor, su cuerpo tan pegado del mío; todo lo que hay en ella me invita a dejarme llevar y sin darme cuenta de lo que a sucedido siento sus labios pegados a los míos, besándonos con ansia, con fiereza, con lujuria.

-¿Quieres ir a mi casa?- me susurra entre besos- veo que traes un casco, eso sólo significa una cosa: tienes una moto por lo que llegaríamos muy rápido.

-Contigo iría a la luna- le contesto sin pensarlo dos veces.

Siento como sus labios se curvean en una sonrisa sobre los míos, para después separarse rápidamente y tomar nuevamente mi muñeca, en poco tiempo nos encontramos en mi motocicleta, ella detrás mío tomándome por la cadera, con las manos entrelazadas muy cerca de mi entrepierna, causándome un deseo ardiente de sentir su piel desnuda.

-Denisse...- me dice indecisa a la entrada de su casa.

-Dime.

-Apenas te conozco, pero... - la miro expectante, es tan guapa, me excita tanto su simple presencia, quisiera tocar su piel, siento que no podré contenerme más tiempo- ¿te puedo pedir algo?

-Si, claro- me sonríe pícaramente y tomándome de la cintura se acerca a mi oído mordiéndome el lóbulo derecho.

-Hazme sentir lo que ninguna otra ha logrado.

Su petición me toma un poco desprevenida aunque era de esperarse, sin embargo noto algo, algo que me hace dudar y ella se ha dado cuenta por lo que rápidamente agrega.

-No contestes todavía, espera a estar en mi habitación.

Sin esperar respuesta me jala al interior de la casa, es bella, muy clásica, sin embargo lo que menos me importa en estos momentos es la arquitectura, lo que captura toda mi atención es ella y sólo ella.

Mientras guía mis pasos por la gran casa, puedo apreciarla libremente al caminar tras ella, su cuerpo es esbelto, muy bien formado, tiene un trasero que da infartos, como me encantaría pegarle una nalgada; su cintura es delicada; me parece hace ejercicio pues sus piernas están bien torneadas, se ven trabajadas, me excita verla.

Al llegar a su habitación puedo ver que una sonrisa muy picara se ha instalado en sus labios, se ve ansiosa, dudosa, pero al mismo tiempo se que desea que la haga mía. Dentro de todo esto no logro sentirme del todo cómoda, es decir, la forma en que formuló su petición me causo ciertas dudas, me parece que algo oculta detrás de ese velo lujurioso.

-Cierra la puerta- me pide al tiempo que se sienta en la cama, yo obedezco y no se porqué- ven, hazme tuya.

-Allison...- empiezo a decir al sentarme a su lado pero ella corta mis palabras poniendo suavemente sus finos dedos en los labios.

-No hables, no quiero escuchar, sólo tómame entre tus brazos, hazme gemir, no te conozco pero siento que mi cuerpo esta destinado al tuyo.

Sus palabras me hipnotizan, en realidad, todo en ella me atrapa, me causa extrañas sensaciones y reacciones. La beso, la beso con furia, siento que perderé la cordura si no lo hago, ella responde a mis movimientos, a mi desesperada petición, responde sin preocupaciones y yo me dejo llevar.

Retiro su ropa violentamente, hoy no pienso irme con delicadezas, no puedo darme ese lujo, la deseo demasiado, necesito probar la miel de su cuerpo, probarla hasta el hastío, hoy es mía y no puedo hacer más que aprovechar el momento, ésta oportunidad tan única.

La acuesto con brusquedad, hoy es mi marioneta; beso cada rincón de su piel, con necesidad, es suave,es deliciosa; paso mis manos por todo su cuerpo excitante, puedo sentir que su calor y su aroma se impregnan en mi piel, mi deseo aumenta de manera catastrófica haciendo que mi razón desaparezca; me vuelve una fiera sedienta de placer.

No se en que momento giró sobre mi, mostrandose total y perfecta, desnuda y deslumbrante ante mis ojos asombrados; lentamente, contoneandose sobre mi, fue retirando mi ropa, haciendome agonizar una muerte lenta, pero muy dulce. Sus manos expertas se deshacían de mis prendas sin complicación alguna, su mirada parecía perforarme sin piedad en todo lugar donde sus ojos se posaran, parecían más oscuros, más profundos, y ahí estaba otra vez esa incómoda sensación que se apelmazaba muy dentro de mi, como cuando se tiene un presentimiento que se prefiere ignorar.

Sus movimientos lentos, sensuales, eróticos; su cabello suelto, su cuerpo perfecto; si alguien me dijera que había muerto le creería pues esto, en definitiva, es el paraíso.

En cuanto me vi desnuda gire poniéndola sobre la cama, su rostro está sereno, pero se nota que esta inclusive más excitada que yo, la beso con desesperación, poco a poco voy paseando mis labios por el contorno de su mandíbula, por su cuello, me detengo en sus tan bien formados pechos, los toco, los beso, inclusive los muerdo un poco; ella suelta largos gemidos mientras yo sigo masajeando sus senos, sigo besándola, por las costillas, el vientre plano, bajo lentamente y ella me recibe abriendo inconscientemente sus blancas piernas; beso sus muslos mientras paso las manos por los mismos, los besos los intercalo con delicadas lamidas dirigidas a su sexo que está húmedo y resplandeciente, caliente como el sol.

Al levantar la mirada puedo verla con los ojos cerrados, las manos aferradas a las sábanas; paso los dedos por su sexo y sus gemidos suben notablemente de intensidad, meto un dedo y conforme la masturbo ella empieza a mover más las caderas, el placer que está sintiendo empieza a sobrepasarla, se que pronto llegara al orgasmo e intento darle el mayor placer posible. Sus gemidos se vuelven más fuertes, su respiración entrecortada se agita más, decido darle un placer mayor con un oral. Deslizo mi lengua lentamente por su clítoris, lo beso, lo chupo, inclusive lo muerdo un poco; súbitamente me agarra del cabello al tiempo que gime fuertemente arqueando la espalda y revolviendose de placer para después caer rendida con las piernas temblándole; a pesar de ello se que no se ha acabado la pasión del día de hoy, me levanto para besarla mientras se recupera de lo que acabo de hacerle. En un movimiento rápido me gira sobre la cama, como si nada hubiese pasado empieza a besarme, a tocarme, sin embargo sigue muy excitada y desea seguir sintiéndome, abre mis piernas de golpe poniendo una pierna entre las mías, acercando nuestros sexos.

Me parece como si bailara, el movimiento de sus caderas es más que delicioso, es increíble el placer que me produce, yo también coopero moviendo mis caderas a su ritmo, dando pequeñas embestidas que la hacen gemir y ella me recompensa masajeando mi seno izquierdo. Después de poco tiempo me hace llegar al mejor de los orgasmos que he tenido en mi vida, llegamos juntas.

-¿Te gustó?- pregunta recostandose en mi pecho.

-Me encantó- le contesto sin moverme.

No se en que momento que nos quedamos dormidas, pero al despertar me sentía completamente relajada; como ella seguía dormida la desperté lo más delicadamente que pude, pues debía irme, me despidió y se quedó recargada en la puerta viéndome partir, al voltear a verla vi en ella esa misma mirada y muy dentro de mi sentí aquella incomoda sensación, una sensación que me parece que sentí hace poco más de un mes, en aquel cementerio cuando vi a lo lejos una silueta parcialmente escondida viéndome llorarle a aquella lápida.

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Hola queridos lectores!!!
Se que me he tardado muchísimo en subir este capítulo, pero entre la escuela y el trabajo no he tenido tiempo; espero les guste mucho.
Saludos y espero subir más seguido.
Con cariño: Idaid

Labios carmesí (lesb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora