— ¡AHHHHHHHHHHHH! — grita Lan SiZhui mientras es arrastrado por unos espíritus hasta una cueva.
Una vez que el "recorrido" termina, el joven se levanta un poco mareado y se sacude sus ropas. Mira a su alrededor. Todo está húmedo, oscuro y huele a algo pudriéndose. SiZhui nunca antes había olido un aroma tan terrible. Ni si quiera los clientes con los que se acostaba apestaban tanto.
Escucha un ruido, como si una persona viva estuviera presente. No hay nadie.
El joven no comprende porque esos espíritus infantiles lo llevaron a este lugar tan sombrío. Unas luces celestes iluminan un camino. Los fantasmas no son malos, no hay energía resentida pero si una energía débil llena de dolor. Un dolor que SiZhui conoce muy bien.
Sigue las luces y agranda los ojos al ver miles de espíritus sentados, con la cabeza baja entre las rodillas, temblando y sollozando. Son almas que están heridas, debieron sufrir mucho en vida y su muerte debió ser totalmente cruel. La mayoría son infantes de dos a trece años de edad.
Qué pena.
Los dos espíritus que secuestraron a SiZhui aparentan tener entre doce y trece años. Ambos abren sus boquitas y un rastro de sangre brota. Señal de que sus lenguas fueron cortadas y no pueden hablar. Ambos niños hacen gestos con las manos, tratando de comunicarse con SiZhui.
—Lo siento, no entiendo... y no traje mi guqin para comunicarme con ustedes.
El niño más bajo se acerca a SiZhui y hurga sus bolsas. Saca un pedazo de medalla. Ambos fantasmas se observan unos momentos y vuelven a hacer señas con desesperación.
El joven sigue sin entender, pero al menos, tiene la pequeña pista de que ese pedazo de medalla significa algo para esos niños.
—¿No pueden escribir?
Las almas niegan con la cabeza.
Analfabetas. No es algo que le sorprenda al Beta.
Entonces, los niños se alejan con la esperanza de que el Beta los siga. SiZhui va con ellos sin dejar de observar el resto de los espíritus sollozando.
SiZhui se detiene y se talla los ojos para ver si su vista no le está fallando. Frente a él, está escrito lo que se considera como una mentira, una forma de asustar a los Wen.
Un Beta, hijo de los mejores cultivadores y de dos varones dará fin al clan Wen, asesinando a su líder actual y destruirá el Sello del Tigre Estigio.
Uno de los fantasmas le arroja a SiZhui la mitad del medallón. El Beta lo recoge y lo observa unos momentos. No puede ser el Sello del Tigre de Estigio... ¿o sí?
De repente, SiZhui se siente observado.
Se anima a ver a su alrededor. Ahora todos los fantasmas se le quedan viendo y se arrastran hacia él mientras murmuran:
—Ayúdanos...
SiZhui da unos pasos hacia atrás y choca contra la pared, donde se encuentra aquella escritura antigua.
—Ayúdanos — piden esas almas con voz débil.
Entiende todo. Esos niños son hijos de personas del mismo género.
— ¿Hay algún Beta?
Todos niegan. Todos son Alfas y Omegas, pero no hay ningún Beta.
Lan SiZhui no sabe que decirles. Tampoco sabe como debería sentirse ya que, duda mucho ser hijo de dos cultivadores fuertes. Aunque... no existe otro Beta, y él encontró la otra parte del sello... si es que lo que tiene entre sus manos es ese medallón tan codiciado por muchos.
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Los ángeles también lloran.
Любовные романыUna profecía muy vieja, dicta que un niño (un Beta), hijo de los mejores cultivadores y de dos varones dará fin al clan Wen, asesinando a su líder actual y destruirá el Sello del Tigre, un amuleto que por siglos se encuentra perdido y todos lo busca...