006

1.9K 211 170
                                    

Narrado desde el punto de vista de Martín.

Nací ciego, esto no fue mucho problema, puesto que a lo largo de toda mi vida, tuve el apoyo de mis seres queridos; Daniel, Sebastian y mis viejos.

Con veintitrés años ya tenía una vida formada con mi novio, Manuel Gonzales.

Sin embargo, no estaba del todo satisfecho con mi vida.

Como dije antes, no ver las cosas no era un problema, sino que lo era el no poder ver a Manuel.

¿Cómo sería la persona a la que más amaba en este mundo?

La curiosidad comía mi cerebro cada noche antes de dormir.

Anhelaba tanto poder observar su rostro, admirar hasta su más mínimo detalle, ver qué tan gruesos eran sus labios, qué tan blanca era su piel, cómo se movía su pelo cuando el viento venía hacia él, ver su sonrisa...

Estaba seguro de que sería la persona más hermosa con la que hubiera estado (Iba a decir la persona más hermosa que hubiera visto, pero como soy ciego no da, vieron).

Todavía recuerdo el día en el que parecía que mis plegarías habían sido escuchadas.




Desperté.

Mi viejo vino con una panfleto, que según él, decía que había una operación para poder volver a ver; todo esto gracias a una nueva tecnología que había salido recientemente.

Yo estaba re feliz, no sabía como reaccionar, no sabía que decir.

Era un tremendo gasto de plata, sí, pero el lugar donde lo hacían tenía máquinas de último modelo y gente profesional, me iban a dar una buena atención. Iba a valer la pena.

Sin duda alguna, me iba a operar.

No me acuerdo cuantos estudios me tuve que realizar, ni cuantas veces tuve que ir al médico, pero me acuerdo de la noche donde me operaron.

Mi familia y amigos estaban nerviosos, Manuel estaba aún peor, tenía miedo de que algo saliera mal y termine muerto, pero yo estaba seguro de que no me iba a pasar nada.

Recuerdo estar a punto de entrar con el doctor a la sala y que Manu me haya agarrado del brazo para decirme:

—Te amo.

Otros habrían pensado que fue simple y breve, y en realidad lo fue, pero todos los sentimientos que transmitieron dos palabras son casi imposibles de explicar.

Quedé un tanto sorprendido ante sus palabras, usualmente no expresaba sus sentimientos de una manera tan directa como esta.

Sentí que sus ojos me miraron con una mezcla de felicidad y preocupación. Le di un beso en la frente en señal de que todo iba a estar bien, que después de esto íbamos a volver a casa a acurrucarnos en el sillón como si fuera un día normal, tomando mate y viendo como él se esforzaba en prepararlo solo para darme el gusto a mí, algo que me parecía realmente tierno. Y aunque hubiera veces que no fuera el mejor mate, nunca se lo diría, ya que amaba pensar en la sonrisita que él tendría al decirle que lo hacía realmente bien, y sentir esa seguridad en él mismo que Manuel experimentaba en esos momentos; igualmente, había que admitir que la mayoria de veces hacía un mate bastante rico, supongo que aprendió del mejor.

Entré a la sala y no sé que pasó, supongo que me anestesiaron. No sentí dolor, no sentí nada.

Cuando todo terminó, tenía los ojos vendados, veía negro.

Salimos de la sala con el doctor, todo había salido bien, logré sentir la felicidad de todos. Sebas le dijo algo a Dani, no escuché bien. Mamá y papá estaban atentos a las indicaciones del doctor. Manuel vino a darme un beso y sentí como su cuerpo dejaba de estar tenso como lo estaba hace unas horas.

Tenía que quedarme con estas vendas en los ojos por no sé cuanto tiempo, después me las podía sacar e iba a ver normalmente, pero por ahora, tenía que seguir esperando.

Estaba tan ansioso... los pocos días que me habían indicado no ver parecían meses.

Hasta que un día vino mi viejo, mi vieja, Dani y Sebas a mi casa, era el día que iba a poder observar todo finalmente.

Tenía una sonrisa emocionada imposible de quitarme, sentía la emoción recorrer cada parte de mis huesos. Era un pequeño niño al que le habían comprado su juguete favorito, ese que había querido tanto tiempo, ese que todos sus amigos del jardín tenían pero él no, ese con el que en el futuro podría pasar sus mejores recuerdos de la infancia.

Me sacaron las vendas, tenía los ojos cerrados. Los abrí lentamente. Todos me miraban. Y yo, por primera vez en mi vida, pude decir que yo también los veía a ellos.

Lágrimas empezaron a escapar de mis ojos, luego de veintitrés años... ¡Podía ver! Los estaba viendo, estaba tan emocionado, tan feliz... No pude evitar tapar mi boca para parar los hipidos.

Vi a mi mamá, ¿Era ella la hermosa señora que me trajo al mundo, la que me enseño valores y cuido de mi mas que a su propia vida?

Vi a mi papá, ¿Acaso no fue el quien me hacia esos deliciosos videos con bolognesa cuando era mas pequeño? Pude sentir el sabor de esos fideos que hace tanto no probaba.

Vi a Sebas, ¿Por qué estaba tan brilloso? No importa, era fachero, hay que admitirlo, aunque no se lo iba a decir, igual básicamente era lo minimo que podía hacer en estos momentos en modo de agradecimiento por haberme cuidado tantos años y no dejar nadie se burlara de mí.

Vi a Dani, ¿No era el quién, junto con Sebas, si alguien llegaba a molestarme me defendía? Quién diría que mí primito tendría una sonrisa tan bonita. Solo quería abrazarlo y agradecerle.

Por último, vi a Manuel...

Ese era su cabello chocolate oscuro, aquél que solía acariciar cada noche antes de dormir, con ese olor tan característico de él que me tranquilizaba como si yo fuera un pequeño bebé. Ojos brillosos donde se veía una notoria felicidad, ¿estaba feliz por mí? que tierno, aunque si le digo tierno seguramente me lo niegue con algun insulto, pero yo lo amo así. Su sonrisa... era realmente hermosa—igual que todo de él—, era de esas sonrisas que te contagian y te alegran el día, ¿Cómo fui capaz de vivir sin ella toda mi vida? Y decir que de ahora en adelante esa sonrisa iba a acompañarme por el resto de mis días. Sus dientes eran bastantes blancos, al parecer le funcionó el Colgate. Su nariz era bastante pequeña, sus labios eran finos, pero tampoco tanto. Ya los quería volver a besar y sentir esa dulzura que tanto lo caracterizaba.

Me limpié las lágrimas con una sonrisa de oreja a oreja, ¿así se veía todo? ¿De esto me había perdido por años?

Me pasaron un espejo de mano, querían que me viera a mí mismo. Cerré los ojos. Quería sorprenderme.











Desperté.

Abrí los ojos.

" Manu, ¿Por qué no puedo ver? "

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

cada corazoncito es un día más donde Martín puede ver ;)

one-shots argchi // latin hetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora